El camino de San Vicente: Servicio de los pobres

Francisco Javier Fernández ChentoFormación VicencianaLeave a Comment

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Author: Robert Maloney, C.M. · Year of first publication: 1993 · Source: CEME.
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Hermano mío, escucha estas palabras memorables:

«Amemos a Dios, hermanos míos, amemos a Dios, pero que sea a costa de nuestros brazos, que sea con el sudor de nuestra frente. Pues muchas veces los actos de amor a Dios, de complacencia, de benevolencia y otros semejantes afectos y prácticas interiores de un corazón amante, aunque muy buenos y deseables, resultan sin embargo muy sospechosos, cuando no se llega a la práctica del amor efectivo: ‘Mi Padre es glorificado, dice nuestro Señor, en que deis mucho fruto'».

Tú eres un servidor de los pobres. Esa es tu vocación. Recuerda las dos palabras de tu título: tú eres un servidor, y un servidor de los pobres.

Jesús amó a los pobres profundamente. Vino a servirles, no a ser servido. «El que sea el primero entre vosotros», dijo Jesús a sus seguidores, «sea el menor y el servidor de todos». Como quien camina tras los pasos de Jesús, conténtate con ser un servidor. No tengas ambiciones orgullosas. Conténtate con poco. Sean pocas tus necesidades. Da gracias a Dios por lo poco que tienes y no pidas más que lo que exige su servicio. Sábete, hermano, que como servidor que eres tienes que trabajar duro. Esa es la suerte de los servidores y Dios te llama a comprometerte con ese género de vida. Sé generoso con tu tiempo. Considérate siempre dispuesto a responder a la llamada de «tus amos y señores». A todo esto te comprometes por el primer voto.

Pues eres el servidor de los pobres tienes que amarlos mucho, hermano mío. Derrama ese amor día tras día. Pero debes darte cuenta de antemano que sufrirás decepciones en tu amor. Te encontrarás con frustraciones al predicar o al enseñar o al trabajar por los pobres. Como san Vicente advertía a sus seguidores, a menudo despreciarán el pan que les des. Sé perseverante a pesar de todo, hermano, con un amor que manifiesta alegría y entusiasmo y generosidad. Si puedes hacer esto, participarás de lleno en el ministerio de Jesús. Fiel a tu voto, estarás dedicando tu vida entera a los pobres en la compañía de san Vicente.

Pero, como decía san Vicente, en tu ministerio primero obra, y luego enseña. Como seguidor de Cristo evangelizador de los pobres, tu proclamación de la buena noticia resonará en los corazones de la gente sobre todo si tu testimonio es vivo:

  1. expresado en el lenguaje de las obras: obras de justicia y de misericordia, que son un signo de que el reino de Dios está verdaderamente vivo entre nosotros: dando de comer al hambriento, de beber al sediento, ayudando a encontrar las causas de su hambre y de su sed, y las maneras de calmar ambas;
  2. a través del lenguaje de las palabras: anunciando con profunda convicción la presencia del Señor, su amor, su ofrecimiento de perdón, su disponibilidad para aceptar a todos;
  3. a través del lenguaje de las relaciones personales: estando con los pobres, trabajando con ellos, formando una comunidad que muestra el amor de Dios por todos los hombres.

servicio a los pobres

 

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