Hermano mío, cuando entres en la compañía de san Vicente intenta comprender bien su fin y trata de hacerlo tuyo: seguir a Cristo evangelizador de los pobres. Medita su significado. Advierte que el fin de la congregación no reside en las meras obras, como dar misiones o enseñar en seminarios, por importantes que sean ambas. Más bien es una manera de seguir a Cristo, una manera específica. San Vicente te pide que te centres en Jesús el evangelizador de los pobres. Así lo vio él:
A los ojos de los paganos él aparecía como un loco; para los judíos era un escándalo. Pero con todo ello, él se describió a sí mismo como el evangelizador de los pobres.
Junto con tus hermanos esfuérzate para llevar a cabo el fin de la congregación de estas tres maneras que pertenecen a nuestra herencia.
1. Como seguidor de san Vicente, empéñate en revestirte del espíritu de Jesucristo’, el evangelizador de los pobres, y así crecerás en la verdadera santidad.
2. Predica el evangelio a los pobres. Este es tu principal trabajo. Escucha con atención, hermano, estas elocuentes palabras de san Vicente:
«Nuestro lote son los pobres, los pobres: pauperibus evangelizare misit me ¡Qué dicha, padres, qué dicha! ¡Hacer aquello por lo que nuestro Señor vino del cielo a la tierra, y mediante lo cual nosotros iremos de la tierra al cielo! ¡Continuar la obra de Dios…!».
3. Ayuda, además, a otros, sacerdotes y laicos, en su formación como portadores de la buena noticia a los pobres. Movido por la necesidad de sacerdotes y preocupado por la reforma del clero, san Vicente dedicó su compañía a trabajar por su formación. Tenía una tal alta estima por este trabajo que exclamó en una ocasión:
«Hacer buenos sacerdotes es el más grande oficio del mundo: es imposible pensar algo más grande o más importante. Dedicarse a hacer buenos sacerdotes y cooperar a este fin es realizar la auténtica tarea de Jesucristo. Nuestro divino Señor, durante su vida en la tierra, parece haber tomado como su obra más particular formar doce buenos sacerdotes, sus apóstoles; con esta finalidad a la vista, decidió estar con ellos varios años para instruirlos y formarlos para este sagrado ministerio».
Contempla el Cristo de san Vicente, que viene a predicar la buena noticia a los pobres y a formar seguidores que continúen su misión. Aprende a conocer a este Cristo y a amarlo profundamente. Participa de su sensibilidad por los pobres. Únete a él en su trabajo de formar sacerdotes y otros ministros. Siente la compasión que palpitaba en su corazón cuando buscaba a los perdidos y a los descarriados como ovejas sin pastor.
Decídete a ser sacerdote o hermano en la Congregación de la Misión sólo si estás firmemente decidido a seguir sus huellas.