Hch 10: 34a. 37-43. Sal 117, 1-23. Col 3: 1-4. Jn 20: 1-9.
Corriendo, y por iniciativa de María Magdalena, Pedro y el otro discípulo se llegan hasta el sepulcro de Jesús. Pero allí no hay cadáver, sólo las vendas y el sudario. “Hasta entonces dice el evangelista –no habían comprendido que Jesús tenía que resucitar de entre los muertos”. (Y no con alguna clase de resurrección sólo espiritualista, sino total).
“Vio y creyó”, dice el evangelista del otro discípulo.
También yo y los demás necesitamos ver en tu vida, no sólo declaraciones espiritualistas, sino alegres servicios que nos testimonien tu fe en la resurrección. Hoy, los cristianos necesitamos “ver” la importancia de impulsar la vida sobre la muerte en todas sus manifestaciones. Necesitamos respetar y hacer respetar el don de la vida y promover que todos los seres humanos tengamos una vida digna, que cada persona cuente con lo necesario para crecer y desarrollar los dones que Dios ha puesto en él. Y, como una partedeesteimpulsoalavida, tambiénsabremosoponernos y organizarnos contra la cultura de la muerte.
La Eucaristía, en la que participamos, nos da la fuerza transformadora para que así lo hagamos. En medio de las oscuridades, Él nos sostiene.
Señor, que seamos capaces de contagiar a otros nuestra alegría por tu resurrección.