Domingo 4º de Adviento (Rosalino Dizon Reyes)

Ross Reyes DizonHomilías y reflexiones, Año ALeave a Comment

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Presencia del Dios fuerte entre nosotros

Jesús, nuestro Salvador, es la presencia de Dios entre nosotros.  ¿Somos nosotros los cristianos la presencia de Jesús en el mundo?

El Mesías, el Ungido del Señor, se llama Jesús.  Su nombre indica su misión de salvar a su pueblo de los pecados.  Su presencia, pues, significa salvación de todo egoísmo que nos destruye, enajenándonos de Dios y el prójimo.

La presencia de Jesús quiere decir además que por fin se cumplirán plenamente las leyes y las profecías.  Es que él ha venido a darles plenitud a la ley y los profetas.  Y de él realmente hablan Moisés y los profetas, como se lo dice Felipe a Natanael.

Así que, de verdad, el oráculo sobre «Dios-con-nosotros» llega a su plenitud al concebir y dar a luz María Virgen.  En otras palabras, la señal profética adquiere pleno sentido con la concepción y el nacimiento de Jesús.

Gratuitamente da Dios la señal de Emmanuel al reflexivo, justo y misericordioso José que no quiere denunciar a María.  Pero la señal es especialmente para los que, como Acaz, tienen poca fe.  Acobardado ante la amenaza de guerra e invasión, Acaz se fía de Asiria más que del Todopoderoso.

Fiados en la presencia de Dios, asaltamos la muralla.

Lo que busca Dios es que nos fiemos de él totalmente, advirtiendo que sin fe firme, no permaneceremos firmes.  Nos increpará si hacemos todo para proteger nuestra seguridad, olvidándonos, sin embargo, del Garantizador de ella (véase Is 22, 8-11).

Quiere, sí, el Autor de todo que tengamos los ojos vueltos a él, fijos en él.  Y esto lo podemos hacer, ya que el Dios invisible se hace visible mediante «Dios-con-nosotros».

Por su parte, nos garantiza Jesús su presencia poderosa todos los días, hasta el fin del mundo.  Lo hace así para que seamos, a nuestra vez, su presencia en el mundo, responsables de nuestro nombre cristiano.

Está presente Jesús allí donde se anuncia el Evangelio y se proclama su muerte hasta que él venga.  Y seguramente a Emmanuel lo hace presente asimismo la persona a la que otros consideran llena de misericordia (SV.ES XI:234).

Concede, Señor, que te sirvamos con santidady y justicia, en tu presencia, todos nuestros días.

18 Diciembre 2016
Domingo 4º Adviento (A)
Is 7, 10-14; Rom 1, 1-7; Mt 1, 18-24

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