S. S. el Papa CLEMENTE IX, durante su corto pontificado, habiendo encomendado el examen de las Constituciones selectas de la Compañía a una Congregación de cardenales especialmente compuesta con este fin, las aprobó. S. S. el papa CLEMENTE X publicó esta aprobación mediante el breve Ex injuncto nobis, del 2 de junio de 1670. Son estas constituciones las que han regulado los detalles de la organización y del funcionamiento de toda la Congregación; sancionadas por la autoridad pontificia, son una ley que rige la Congregación. (Acta apostolica, p. 33.
Louis ABELLY, obispo de Rodez, ha prestado un gran servicio a la familia de San Vicente publicando la vida de su santo fundador. No era posible encontrar un autor que mereciera más credibilidad, habiendo vivido él mismo en San Lázaro cerca del santo, a quien amaba y veneraba, y a quien pudo estudiar a gusto. Su libro, escrito conforme a memorias debidas a los hijos del santo o a personas autorizadas, fue revisado por testigos oculares. Ha puesto en él el sello de la piedad y de la unción que caracterizan todas sus restantes obras y que han hecho de él un libro universalmente gustado por las almas cristianas, y un tesoro para los hijos de san Vicente. Después de dimitir de su obispado de Rodez, el piadoso Abelly había venido a recibir la hospitalidad de San Lázaro; allí se mostró un hombre de la más amable y más alta virtud. Amaba en particular a los jóvenes estudiantes de esta casa; ellos debieron a su liberalidad la casa de campo situada en Pantin, cerca de París, a la que iban a descansar de sus trabajos. Abelly murió el 4 de octubre de 1691, y fue inhumado en San Lázaro en la capilla de los Santos Ángeles.
Su Eminencia el cardenal Joseph-Marie DURAZZO fue un bienhechor insigne de la Congregación; se verá fácilmente por estas líneas del Sr. Alméras, en las que notifica a toda la Congregación la muerte del ilustre prelado, fallecido el mes de julio de 1667.
«Monseñor el cardenal Durazzo, cuyos méritos y virtudes no les puedo expresar en breves palabras, sino diciendo que ha vivido como un santo, era el principal fundador de nuestra casa de Génova, bienhechor de la de Roma, el padre y el protector de nuestra Congregación en Italia, y que siempre se interesó con un afecto sin igual en todo cuanto se refería a nosotros, falleció en Roma el mes pasado. En su muerte, como en su vida, nos ha testimoniado siempre su demasiado grande bondad, haciendo bien por su testamento a la casa de Roma y a la que tenemos en proyecto de fundar en Córcega (en Bastia), lo que nos exige a todos tributarle los deberes de gratitud imaginables. Pido a vuestra familia el de sus oraciones por el descanso de su alma, y a cada uno de los sacerdotes tres misas, una lo antes posible, y las demás cuando sea posible; y para aquellos que tienen que decirlas por una obligación anterior, de la que no se pueden dispensar, yo les ruego que le apliquen su segunda intención, y los hermanos una comunión y un rosario».
Su Eminencia el cardenal BONA, célebre por sus sabios escritos y su piedad, demostró un gran afecto a la Congregación. Se mostró favorable en la aprobación de los votos tal y como se emiten en la Compañía. Cada año, entregaba el resto de sus rentas a los Misioneros franceses de Roma; les trasmitió la herencia que venía de uno de sus amigos, y en su muerte les dejó una parte de su mobiliario. Murió el 1º de noviembre de 1669.
El Sr. Jean-Baptiste BALSAMO, gentilhombre napolitanao, edificado por los trabajos de los Misioneros, les entregó una granja y otros socorros importantes, para ayudarles a establecerse en Nápoles. Él mismo se hizo sacerdote, se retiró a la casa de la Misión, en Nápoles, y en su lecho de muerte, según la promesa que se le había hecho, fue recibido en la Congregación donde hizo los votos; murió asó Misionero en 1678.
El abate Pierre Chomel, de Lyon. Había sido consejero en el Parlamento, luego sacerdote, siendo hombre de gran piedad. Había sido uno de los discípulos de san Vicente en los Bons-Enfants, y guardó siempre un religioso y filial afecto para con este padre de los Misioneros y para con la Congregación. Contribuyó a fundar la casa de nuestra Congregación en Lyon, ofreciendo una suma considerable de dinero sin obligar a los Misioneros a ninguna condición, ni siquiera una misa, decía él; con tal que se celebrasen allí su funciones, estimaba haber prestado un gran servicio a la ciudad de la que era originario. –Se interesó en un gran número de fundaciones de los Misioneros. Cada año, descontaba de su patrimonio la suma de 600 libras para el mantenimiento de los alumnos pobres del seminario de Troyes. Contribuyó muy generosamente a nuestras otras fundaciones de Annecy, de Angers y de Saint-Flour; había sido vicario general y oficial de esta última diócesis.