Bienhechores

Mitxel OlabuénagaHistoria de la Congregación de la MisiónLeave a Comment

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Author: Desconocido · Translator: Máximo Agustín, C.M.. · Year of first publication: 1903 · Source: Notices, IV.
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A la cabeza de los bienhechores bajo el generalato del Sr. Debras, debemos nombrar al rey de Portugal JEAN V, fallecido en 1750. En su circular del 1º de enero de 1751, el Sr. Debras, Superior de la Congregación de la Misión, decía, dirigiéndose a toda la Compañía : » Les suplico, Señores y mis muy queridos hermanos, que se acuerden en sus santos sacrificios y oraciones  de S. M. el fidelísimo don Juan de Braganza, rey de Portugal, nuestro insigne bienhechor y protector, muerto en el transcurso del año pasado y que, habiéndonos fundado regiamente en Lisboa para cuarenta sujetos, nos ha mandado hacer a sus expensas una casa propia para el ejercicio de todas nuestras funciones «.

En su Vida de san Vicente de Paúl en portugués, Da Cunha escribía en 1779: » En lo espiritual, Juan V mandó hacer una traducción en portugués  de la Vida de san Vicente de Paúl y de ella sacó una edición magnífica. Mandó también tener dos ediciones de las Reglas  de la Congregación, una in cuarto, y otra in-octavo. Cuando los Misioneros dieron en 1744 la primera misión en Santo-Antonio do Tojal, el muy celoso príncipe mandó decir muchas misas por el éxito. Tenía un gran afecto por el Instituto  deseando su expansión por todo el reino, que recomendó  al serenísimo don José que había venido a besarle la mano antes de dirigirse a su arzobispado de Braga, que fundara una casa de la Misión en esta ciudad.

«Por último, no se puede sino admirar su pureza de intención; en efecto, siendo fundador de la casa, y habiéndola dotado con las rentas necesarias, él no esperó su recompensa más que de Dios solo, no dejando a la casa la menor obligación o carga.

» La Congregación, para perpetuar la memoria de su bien amado Padre, no contenta con las exequias muy solemnes que le hizo, estableció que se celebrara solemnemente el aniversarios de su muerte. Y, en la casa de San Lázaro, en París, en la casa madre de la Congregación dela Misión, el retrato del muy augusto monarca está colocado al lado del santo Fundador Vicente de Paúl, como monumento perpetuo del agradecimiento que le guarda la Congregación de la Misión «. Hemos dado el retrato del rey Juan V en los Annales, t. LXXI, p. 113 (1906).

El Sr. Debras ha mencionado en estas Circulares sucesivas a otros bienhechores. Escribía en 1750: «El año que acabamos de terminar ha visto la conclusión del hermoso establecimiento que Mons. Nicolas WYZYCKI arzobispo de Léopol ha hecho de una casa de nuestro Instituto, en su ciudad arzobispal. Este señor, tan recomendable por su alta piedad como por su ilustre nacimiento, se ha complacido en señalar su devoción para con san Vicente, y en destacar su estima y su afecto por nosotros. Había fundado ya noblemente una casa de Hijas de la Caridad. Él merece, como se puede ver fácilmente, una parte abundante en nuestros votos y oraciones «.

En 1752: » Su Alteza, Monseñor el príncipe SANGUSKO, gran mariscal de Lituania, generoso fundador de nuestra casa de Zaslaw, nos ha colmado de beneficios, durante su vida. Debemos no solo interesarnos  por su descanso eterno, sino además por hacer votos  por la prosperidad de su ilustre familia, teniendo en la señora mariscala, su esposa, y el príncipe de Sangusko, su hijo, dos herederos de sus bondades para con nosotros, que sostienen con el mismo celo esta fundación, obra y monumento de su piedad» (Circ., 1752).

«Entre nuestros bienhechores, se debe nombrar especialmente al Sr. Charles ALZONI, que, distante de Nápoles veinte millas, sin ningún trato con los Misioneros, perro impresionado por la fama de su sabiduría, y por el ruido de los grandes frutos de sus funciones, con el deseo decontribuir a tan alto bien y de participar en tantos méritos, hizo, al morir, a la casa de Nápoles legataria universal : heredera que, sin el mobiliario, que es bastante considerable, puede ascender, como se calculaba entonces, a siete u ochocientos ducados de renta anual. Hay algunas cargas sin duda, pero la mayor parte son favorables a nuestras funciones. Un beneficio así bien merece que toda la Congregación manifieste su agradecimiento delante de Dios». (Circ., 752) [751 I 556]

El Sr. Conde BRANICKI, gran general y primer senador de Polonia, fundador del establecimiento de los Misioneros  en Tykocin, terminó esta obra con toda la generosidad de un gran corazón, lleno de religión y de piedad».  (Circ., 1752).

» El Sr. Conde POTOCKI, estaroste de Kaniow, ha aumentado considerablemente la fundación en Horodenka. Ya ha acabado las edificaciones de nuestra nueva casa, y la iglesia, [478] que es muy hermosa, está muy avanzada «. Circ., 1756 ; et Mémoires, Pologne p. 342).

En 1757, el Sr. Debras escribía: » Encomiendo a sus oraciones el descanso del alma de la Sra. DE SAINT-BAZILE, religiosa benedictina, fallecida el 31 de agosto del año pasado, en la abadía de Notre-Dame de Braine, diócesis de Soisssons. Fue ella quien, hallándose en Montmirail, en Brie, fue favorecida, a la invocación de nuestro santo Fundador, con un milagro que Roma incluso ha reconocido como auténtico. Durante su última enfermedad ha deseado  ser encomendada a las oraciones de la  Congregación´.

MARIE THERESE de Austria, emperatriz de Alemania y reina de Hungría, testimonió con ocasión de la fundación del seminario de Viena en Austria una gran benevolencia con los Misioneros. El Sr. Debras escribía sobre este seminario en 1761: «A la espera de que este seminario haya adquirido una forma sólida, es la emperatriz misma la que se encarga de las necesidades de los Misioneros, y la estima y confianza que se les demuestra presagian un feliz éxito «. Y añadía: » La emperatriz reina quiere también que vayan seis Hijas de la Caridad para establecerlas en su ciudad de Viena «. (Mémoires, Pologne, p. 415).

Entre los bienhechores, el Sr. Debras mencionaba a uno en 1757 (t. I, p. 595), el cual, decía, no quiere que se le nombre. Acaba de fundar, añadía él, a favor del seminario de Roma, tres patrimonios para buenos postulantes que por falta de título no podrían ser recibidos y se dispone a fundar otros tres o cuatro más. El fundador pone estas condiciones, a saber que, durante todo el tiempo que los postulantes, a quienes se hayan aplicado los títulos, estarán en las órdenes menores, la renta será repartida en tres partes, la primera de las cuales debe ser para la sacristía, prueba del celo por el culto de Dios ; otra, para la biblioteca, señal de un celo útil a la instrucción ; por último, la tercera a disposición del visitador de la provincia , para administrarla prudentemente en favor de los demás postulantes que, con sus títulos, no tendrían lo suficiente para los otros gastos. Se dirá aquí que este es un bienhechor que hace el bien por el bien y que, sin ningún otro interés, tiene los objetivos preciosos para hacerlo bien.

La Circular de 1761 hacía esta mención: » Debemos de una manera especial conceder un amplio espacio en nuestras oraciones a la Sra. duquesa  DE SAINT-ÉLIE, fallecida en Nápoles el 5 de noviembre del año pasado. Esta señora, más ilustre aún por su eminente piedad que por su alto nacimiento, era princesa del Sacro Imperio, habiendo nacido condesa de Brandis-Starenberg. Durante toda su permanencia  en la corte de Nápoles, ha dejado allí el ejemplo de todas las virtudes. Era de esas mujeres fuertes, llenas de religión y de fe que Dios, en su misericordia, da al mundo en espectáculo para reprenderlo por su corrupción y su impiedad.  Las obras de misericordia de esta gran princesa, su religión, su piedad, su recogimiento, su alejamiento de las diversiones incluso honestas, su desprecio del mundo, le habían adquirido un nombre distinguido entre las damas más prudentes y más virtuosas de la ciudad y de la corte. San Vicente de Paúl era de jun modo especial su abogado y protector. Ella sentía por él la devoción más tierna y más sólida. Él era el padre de los pobres: para honrarle imitando sus obras, ella las admitía en su palacio, que era como un hospital, y le gustaba vendar sus heridas con sus propias manos. Le invocaba con una plena confianza. Ha enviado aquí, para colgarla delante del relicario de este gran santo, una bella lámpara de plata, cuya delicadeza y gusto son de admirar. Insigne bienhechora de nuestra Congregación, ha dado, [480] en vida, a nuestra casa de Nápoles, unas 30 000 libras, dinero de Francia, y, al morir, ha donado otras 15 000, parte para fundar una misa perpetua por el descanso de su alma, parte para culminar la construcción de la nueva iglesia, que está comenzada. Ha dejado incluso, para esta iglesia,  toda su capilla doméstica: ornamentos, vasos sagrados, cálices, candeleros. En todas las habitaciones de su palacio se veían cuadros e imágenes de san Vicente. El deseo de participar en las buenas obras de la Congregación le había conseguido patentes de afiliación; se había asociado inclusive  a la Compañía de las Hijas de la Caridad. Se había hecho con el hábito, con el que ha querido morir, ser enterrada e inhumada en  nuestra iglesia de Nápoles. Tanto más justo ofrecerle parte en nuestros sufragios como, durante su vida, ella misma mandaba ofrecer igualmente el sacrificio por cada misionero e Hija de la Caridad de cuya muerte se informaba «. –Hemos dado el retrato y una noticia biográfica  de la Sra. duquesa de Saint-Élie en los Annales de la Misión, t. LXX, p. 277 (1905)

 

En España, la Sra. ROSA-MARIA de CASTRO, condesa de Lemos, viuda del Sr. Guillermo, de Moncadas,  marqués de Aytona, puso en obra toda su influencia para obtener del consejo del rey la autorización a favor de la fundación de Barbastro (1759). Ella dio 30 000 ducados para la construcción de la iglesia, luego 20 000 para el mantenimiento de los Misioneros, a cambio de un servicio de aniversario y de una misión que dar de vez en cuando en las tierras de su dominio.

El retrato de esta dama se conserva en la casa de las Hijas de la Caridad (Anal. de la Misión, ed. española,  año 1906, p. 319).

El Sr. Debras concluía una de sus circulares con esta recomendación general: » Ahora que me acuerdo, permítanme  que les recomiende también especialmente los demás amigos, protectores y bienhechores  de la Congregación. Nosotros les debemos, por gratitud y por justicia, la ayuda de nuestras oraciones. Lo esperan de nosotros, y se lo aseguramos. Esta promesa es un compromiso para todos, pues siéndonos los bienes comunes, el agradecimiento debe ser también general.

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