¡Arraigados en Cristo, sembradores de esperanza en África!

Francisco Javier Fernández ChentoJuventudes Marianas VicencianasLeave a Comment

CRÉDITOS
Autor: Pedro Opeka, C.M. · Año publicación original: 2010 · Fuente: JMV Internacional.

I Encuentro Africano – Lisboa, agosto del 2010


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«Si tu quieres…» (Mt 19,21)

Nadie podrá remplazar a los jóvenes en África a enfrentarse a sí mismos y responder con valentía el desafío a su fe que le envía el mundo de hoy en su propio Continente. Estamos viviendo un momento histórico importante en todos los campos de la vida humana, científica y espiritual. ¿Qué haremos y cuál es la misión de los jóvenes de JMV hoy en África y Madagascar?

Es tiempo de comenzar a buscar una respuesta a esta pregunta capital para los jóvenes africanos de hoy. Los educadores en la fe podrán ayudarnos, estar a nuestro lado, pero nunca nadie podrá remplazarnos en nuestro compromiso, que es siempre personal y sobre todo, la decisión totalmente libre va tener que ser tomada por ustedes los jóvenes!

¿Cómo podemos vivir arraigados en Cristo hoy en nuestros barrios, países y Continente? ¿Qué significa para el joven de hoy arraigar su vida y su futuro en Cristo? ¿Quién es este Cristo para arraigar la vida en El? ¿Qué significa para mí la persona de Cristo, su vida, sus palabras, sus gestos, su sufrimiento y su resurrección? ¿Qué valor tiene su persona para mi vida de joven en África? ¡Tantas preguntas que podemos hacernos para poder tomar une dirección y saber para donde caminamos y que orientación estamos tomando en nuestras vidas!

¿Cómo comenzarías tú, joven de África, arraigando tu vida en Cristo? ¿Qué esfuerzo harías tú en particular para arraigarte en Cristo? Quizás comenzarías escuchando a Jesús! El mismo, te invita a seguirlo en tu vida diaria en medio de tu familia, tus amigos y tu trabajo! Alguien había dicho que Jesús, el gran amigo, te regala un cheque muy importante. Tú tienes entre tus manos la posibilidad de llevar ese cheque a tu cuenta bancaria e inscribirlo y luego utilizar el dinero para lo que tú quieras. Pero mientras ese cheque lo tengas bien cuidado en tu bolsillo, ¡tú no puedes utilizar la riqueza y la posibilidad que te da ese cheque para que tu trabajo rinda mejores frutos! ¡Esa riqueza está durmiendo en tu bolsillo o en un lugar de tu alma y de tu conciencia! Querría decirte que por si acaso, el amor y la gracia de Cristo están durmiendo en tu corazón.

Muchas veces no comprendemos y ni nos damos cuenta del poder de amor y de la resurrección de Cristo. ¡Hemos recibido tantos sacramentos y gracias y todo sigue como antes, como si nada fuera! Así muchas veces nos reconfortamos diciendo palabras y frases que tienen lógica pero no tienen vida, sin fuerza que contagie, tan solo recitamos oraciones sin sentirlas, sin vivirlas y sin aplicarlas en nuestra vida diaria!

¿Por qué somos tan frágiles y miedosos para combatir por el Reino de Dios, por su justicia, por la solidaridad y por la paz? El Reino de Dios es un regalo y es al mismo tiempo nuestro deber evangélico de hacerlo llegar a los jóvenes de África, ¡Dios hará el resto! Tú, joven de hoy en África, tú puedes decir una palabra sobre Cristo personalmente, no solo algo que hayas aprendido de memoria en tu niñez. Muchos jóvenes de África buscan algo nuevo en sus vidas, ¿seremos capaces de presentarles ese algo nuevo a partir de la vida y los gestos de Cristo?

«Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve…» (Lc. 22, 25-27)

Muchas cosas y problemas de la vida nos impiden arraigarnos en Cristo, por ejemplo la opulencia, la vida fácil y la vida sin problemas, la indiferencia o la extrema pobreza.

¡Deberíamos deshacernos y renunciar a tantos imperativos materiales que la vida moderna nos impone como obligándonos a tener tal cosa si queremos ser jóvenes de hoy y admirados por los demás! Sin embargo es urgente de consagrar nuestras fuerzas a lo esencial, a la riqueza espiritual, a llevar y vivir la esperanza donde nos toca trabajar. ¡Es una necesidad para cada joven bautizado avanzar mar adentro con Cristo!

Es cierto que hay tantas cosas que nos impiden vivir maravillosamente una vida más auténtica con Cristo. Por eso arraigándome en Cristo me ayudaría en todo sentido a crecer como persona responsable y comprometida en la vida. ¡Cristo me ayudará a vivir sin complejos, sin temores, ni ideas hechas o preestablecidas que me imponen del exterior!

«He venido a poner fuego…» (Lc 12,49)

Como Joven, Cristo te dice que tienes necesidad de ser amado y de amar. Jesús te invita a que seas audaz. ¡Porque el Amor transforma al hombre como a la mujer! ¡Porque Cristo nos ama por lo que somos y no por otra cosa! En ese momento ya no tenemos miedo a las miradas y criticas de nuestros amigos o personas que no nos quieren. Recibir la plenitud del amor de Cristo que nos libera totalmente es la mejor manera de testimoniar que estamos arraigados en El! Cristo vino a poner fuego de amor y de justicia y nosotros, ¿qué haremos?

» Anda por los caminos y los jardines e invita a la gente a entrar. Es necesario que mi casa esté llena…» (Lc 14,15-25)

Los jóvenes de hoy, sois los sembradores de la buena noticia de Jesús en vuestros países y vuestro Continente que tanto tiene necesidad del Evangelio, de liberación, de dignidad y de felicidad. ¡Un sembrador no se desalienta cuando sus semillas no fructifican inmediatamente! Vuelve a sembrar y lo hace tantas veces sea necesario para que finalmente crezca y fructifique la semilla sembrada. ¡Tenemos que sembrar en tierra fértil y no en cualquier lugar donde haya cardos o piedras, donde la gente camina y pisotea la semilla!

«Jesús que no tenía donde reposar su cabeza…» (Lc 9, 58)

Sembrar la esperanza, es buscar y construir El Reino de Dios y su justicia. Dios quiere que nos desarrollemos en nuestra vida y seamos llenos de alegría y bienaventuranzas. ¡Dios quiere que tengamos una vida digna! ¿Es acaso lo que viven millones de nuestros hermanos y hermanas en África y Madagascar?

¡Y porque no podemos realizarlo y vivirlo afectiva y efectivamente! ¿Cuáles son los obstáculos que me impiden realizar este sueño de Jesús en mi vida? Los jóvenes que buscan solo el éxito material y de su carrera no llegaran lejos y muchas veces no encuentran la verdadera felicidad que solo Dios nos puede dar. La extrema pobreza también puede alejarme de Cristo… y ¿qué hago para combatirla?

Cuando vivimos con Cristo es que debemos amar sin cesar, ¡amar continuamente y amar incluso a aquellos que nos detestan y critican! No es fácil, ¡pero tampoco imposible! Los que viven del Evangelio de Cristo terminan asemejándose a Él y manifiestan claramente su presencia y su amor.

«Felices los que sin haber visto han creído…» (Jn 20,29)

¡Tú, joven, sembrador de esperanza, tienes que liberar tus fuerzas para ayudar a tu hermano que vive en la extrema pobreza o en la oscuridad del egoísmo! Tú tienes el deber de despertarlo e invitarlo a una vida más iluminada del amor del prójimo y de Dios, fuente de todo amor.

Con la esperanza que siembro alrededor mío, debo transformar mi manera de vivir, de ver las cosas, debo participar a cambiar la mentalidad y las costumbres que han provocado esta pobreza. ¡Este esfuerzo es urgente y necesario para poder progresar hacia una sociedad más justa y solidaria!

Debo cambiar mi mirada y de aquellos que viven alrededor mío, en una mirada más comprometida, positiva, más sincera y más auténtica que despierta alegría y compromiso comunitario. Creer en esta esperanza nos invita a transfórmanos a nosotros mismos, nuestra manera de pensar, de vivir y de ayudar a los demás. Morir a sí mismo en cierta manera y sentirse renacer con más fuerza todavía para poder ayudar a transformar el mundo. Sembrar la esperanza es también despertar y hacer ver en los jóvenes de hoy, lo mejor que tienen y hacer resucitar toda esa riqueza del fondo de su vida interior.

«El Espíritu del Señor esta sobre mí y me ha ungido para anunciar la Buena Nueva a los pobres ….» (Lc 4,18-22)

¡Somos jóvenes que venimos de África y Madagascar! Continente sufrido y explotado desde hace siglos. La fe en Jesús y su evangelio nos invitan a llevar a nuestros países la luz de Cristo. ¿Cómo hacerlo dirán muchos entre nosotros aquí presentes, viendo tanta miseria y pobreza alrededor suyo y por todas partes? ¡Nada es imposible al que cree en Jesús! San Vicente dijo: «que ser cristiano y ver al hermano afligido sin llorar con él, sin estar enfermo con él !Es no tener caridad , es ser cristiano en pintura, es no tener ninguna humanidad, es ser peor que las bestias » ! (30 de mayo 1959).

Un trabajo de evangelización al cual fuimos enviados como jóvenes en medio de los jóvenes, debemos sumergirnos e impregnarnos de la pobreza de los pobres, de sus sufrimientos, sus desilusiones y hay que tener más humildad, simplicidad, perseverancia y una visión a corto y largo plazo. San Vicente dijo: «la simplicidad, yo la llamo mi evangelio» (24 de febrero 1653).

No vengo, queridos jóvenes a enseñar, sólo a compartir como hermano mayor a mis amigos los jóvenes una experiencia de de vida entre los pobres, que ha cambiado el destino de miles de personas y sobre todo jóvenes que han descubierto el sentido de sus vidas , la responsabilidad y vocación misionera entre los jóvenes. Nosotros no exponemos teorías sino hablamos de la vida a tantos jóvenes en África que quieren vivir y tener un futuro digno y poder construir un futuro digno para sus propias familias. En África, vemos como los valores y la sabiduría de los antepasados está cayendo al olvido sin que alguien tome con coraje su defensa. ¡No se trata de imitar el Occidente y su manera de vivir! Se trata de vivir con dignidad guardando su identidad africana y cristiana.

«Un Dios de gracia, de un amor sin límites que ama a los malos como a los buenos…» (Mt. 5, 45)

Es el mensaje que debemos transmitir, jóvenes de JMV a los jóvenes a de África. Pienso que hay urgencia para despertarse a la realidad. Los jóvenes, siempre se ha dicho, que son por naturaleza idealistas y dinámicos. Los jóvenes de África tienen que comprender que atacándose a las causas de la pobreza que desfigura la imagen divina del hermano tirándolo en la extrema pobreza, están creando una nueva sociedad de solidaridad y de fraternidad. Les quiero decir, jóvenes del África, que ¡nada es imposible para los que tienen fe y amor por el hermano pobre en nombre de Jesús! La lucha contra la pobreza y la dignidad es un combate continuo, no es asistencialismo, no es pasar un rato agradable con los pobres y hacerse agradecer por la visita y los dones traídos. ¡Es obligación humana y evangélica extender nuestra mano a los pobres!

«Que será difícil a los que tienen riqueza entrar en el reino de Dios…» (Mc. 10,24)

Este compromiso es de por vida, por la verdad, la justicia y la dignidad del hermano que ha sido desfigurado por la pobreza, fruto del egoísmo de la sociedad a la cual pertenecemos. Fruto de la indiferencia frente al mal, fruto del miedo que nos paraliza y que nos atrevemos entrar mar adentro» para salvar a tantos seres humanaos y jóvenes que piden ayuda y se están hundiendo en el mar de la pobreza.

«Señor, enséñanos a rezar…» (Lc. 11,1)

¡Los jóvenes tienen que darse mutuamente fuerzas para resistir a las sirenas de la felicidad barata y fácil! Resistir a todo lo que quiere encerrar el espíritu del ser humano en una cajita mágica y dorada, alejándolos de sus responsabilidades y compromisos personales y comunitarios en la sociedad en que forman parte.

Los jóvenes pueden ser valientes en denunciar las injusticias y las estructuras que finalizan excluyendo de la sociedad un gran número de hermanos y compatriotas. Hay necesidad y urgencia de mensajeros para construir una comunidad más justa, fraterna y más compartida. Los jóvenes tienen que levantarse, caminar y realizar sus sueños siendo portadores de la esperanza de una comunidad donde haya más justicia para todos, más responsabilidad, más espíritu, porque solo la sincera búsqueda de la verdad y la justicia nos pueden traer una verdadera paz social.

¡Nada es perenne, ni felicidad ni pobreza! ¡Todo es frágil! Todo pasa y se transforma. En este trabajo de cambio social, nada es definitivo estamos como sobre un terreno movedizo. Por eso solo la búsqueda de la verdad con corazón sincero, con amor hacia el excluido, es digna de confianza y trae cambios de mentalidad y de estructuras que puedan traer frutos y durar en el tiempo.

El compromiso en el combate por la justicia es de por vida. ¡No se puede comprometer por algunos momentos por el hermano pobre! ¡Este combate dura toda una vida! Por eso tenemos necesidad de rezar y orar. Este empeño por el hermano excluido da un sentido a mi vida y a la sociedad toda entera. Siendo el ser humano individualista, esta lucha por el bien común no cesara nunca en la historia de la Humanidad. Cada generación tendrá que asumir su propio combate por la justicia, la solidaridad y la dignidad.

Estas luchas a lo largo de la historia humana tendrán otras formas, otras caras y otra manera de expresarse, vivir y actuar. Pero lo esencial, el núcleo del compromiso será siempre el mismo, vivir y luchar por la justicia, la dignidad, la solidaridad y el amor como lo ha hecho Cristo nuestro hermano mayor.

Los jóvenes tienen esa capacidad de leer los signos de los tiempos y de comprender el compromiso urgente para cambiar nuestras vidas haciéndolas más positivas ayudando a los olvidados. Mientras existan jóvenes con audacia y decididos en África y sobre nuestra Tierra, la esperanza estará siempre viva en nuestra Humanidad y el fuego del amor de Cristo contagiara a muchos jóvenes a vivir este compromiso renunciado a los privilegios para vivir en la libertad construyendo una civilización de respeto, de justicia de tolerancia y de amor como El, Creador del Universo, lo ha pensado desde el comienzo.

¡Estas ideas no son teorías son vida y acción que estamos viviendo en Akamasoa desde hace 20 anos día a día!

Queridos jóvenes, ¡el Espíritu Santo nos dará imaginación para poder abrir nuevos caminos para que haya más sembradores de esperanza en cada pueblo, en cada país, en cada Continente! En África, podemos aceptar este desafío y nuestro ideal es Cristo resucitado que nos ayudará a amar y liberar a todos los jóvenes de África y Madagascar. En la Familia Vicentina, con el carisma de San Vicente de Paúl, ¡luchamos por la dignidad de cada persona, de cada niño, de cada familia para que sea reconocida y se sienta defendida contra vientos y mareas a la manera de Jesús! ¡El dinamismo y la levadura del evangelio nunca mueren!

¡Levantémonos y seamos en todos los países aquí presentes sembradores de la esperanza y arraigados en Cristo que todo lo puede!

¡La esperanza de Cristo es más fuerte que la pobreza, la exclusión y la fatalidad!

Preguntas para el trabajo de grupo

  1. Comparte en el grupo las frases que te impactaron. ¿Por qué?
  2. ¿Qué significa para el joven de hoy arraigar su vida y su futuro en Cristo?
  3. ¿Por qué somos tan frágiles y miedosos para combatir por el Reino de Dios, por su justicia, por la solidaridad y por la paz?
  4. Establezcan un compromiso personal y un compromiso para nuestros grupos de JMV en África y Madagascar.

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