Apostolado De La Sociedad De San Vicente De Paúl

Francisco Javier Fernández ChentoFederico Ozanam, Sociedad de San Vicente de PaúlLeave a Comment

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Autor: Desconocido .
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Federico Ozanam

Federico Ozanam

El apostolado de la Sociedad de San Vicente de Paúl está encuadrado en el apostolado seglar católico, a que se refiere el Concilio Vaticano II: «Hay en la Iglesia muchas Obras apostólicas constituidas por la libre elección de los seglares y dirigidas por su prudente juicio. En determinadas circunstancias, la misión de la Iglesia puede cumplirse me­jor por estas Obras, y por ello no es raro que la Jerarquía las alabe y recomiende» (Dto. Ap. Segl., 24).

Las Conferencias de San Vicente de Paúl tienen un fun­damento eterno: la fe y la caridad sobrenaturales; el amor a Dios unitivo, a Dios en el pobre y a Jesucristo en el her­mano necesitado de ayuda espiritual o material, con el que El se identifica (Mat XXV, 40).

Caridad de cercanía, por el compromiso personal a im­pulsos del amor cristiano fraterno con trato personal, res­petuoso y servicial, conforme a los rasgos de la caridad de San Vicente de Paúl (dulzura, cordialidad, compasión, respeto y devoción), con sencillez y humildad, sin ostentación ni paternalismo.

Caridad, no de gabinete que calcula, programa y reparte fríamente, sino caridad caliente, por el amor y fervor evan­gélico que la inspiran y la alientan, en adaptación perma­nente a las nuevas situaciones y necesidades de los hom­bres, con acción caritativa-social, cumpliendo lo que la Se­guridad Social y la Beneficencia pública no dan, o lo dan deficientemente y sin el calor del amor fraterno cristiano, que se inspira y alimenta en el de Jesucristo.

Caridad que incorpora a la juventud, dando cauce a sus aspiraciones apostólicas de caridad y asistencia social, en su Comisión Nacional de Juventud, promoviendo y patro­cinando sus iniciativas y sus realizaciones.

Porque el apostolado específico de la Sociedad de San Vicente de Paúl está centrado, sin limitación de personas y lugares, en el amor fraterno preceptuado por Cristo en su Mandato nuevo (Jn XIII- 34), y que constituye el segundo Mandamiento mayor en importancia, del que penden ley y profetas (Mt XXII).

Apostolado sobre el que el Concilio Vaticano II ha de­clarado: «Por lo cual, la misericordia para con los necesita­dos y los enfermos y las llamadas obras de caridad y de ayuda mutua para aliviar todas las necesidades humanas son consideradas por la Iglesia con singular honor. Estas actividades y estas obras se han hecho hoy día mucho más urgentes y universales… Donde quiera que haya hombres carentes de alimento, vestidos, vivienda, medicinas, trabajo, instrucción, medios necesarios para llevar una vida verdade­ramente humana, o afligidos por la desgracia o por la falta de salud, o sufriendo el destierro y la cárcel, allí debe bus­carlos y encontrarlos la caridad cristiana, consolarlos con diligente cuidado y ayudarles con la prestación de auxilios» (Dto. Ap. Segl., 8).

El Reglamento primitivo (de diciembre de 1835) esta­blece: «El fin de nuestra Sociedad es: Primero, procurar que sus miembros observen una vida cristiana, ayudándose mutuamente con sus ejemplos y buenos consejos«. Y sobre el segundo objetivo, no menos importante, concreta: «Visi­tar a los pobres en sus casas; llevarles socorros en especie y darles los consuelos religiosos, instruir elemental y cris­tianamente, según las propias facultades y tiempo disponi­ble, a los niños pobres, a sus padres y a los presos; distri­buir libros morales y religiosos entre los socorridos y dedi­cación a toda clase de obras de caridad«. Ninguna obra de caridad, por tanto, es ajena a las Conferencias.

Para eso, la Sociedad y sus Conferencias son flexibles y adaptables a los cambios de los tiempos y las necesidades humanas, conforme advirtió ya el primer Consejo general: «Comprendamos que la diferencia de tiempos trae consigo la diferencia de necesidades, y que las obras de fe, que son siempre las mismas en sus principios, se han modificado siempre en sus actividades, según la índole de estas necesi­dades» (Cir. de 1 de marzo de 1844).

Respecto a los objetivos prioritarios, o más frecuentes en determinadas situaciones sociales y del acoplamiento del apostolado vicentino, don Santiago Masarnau, resu­miendo la tradición, dejó escrito: «Las obras que en mayor o menor escala ha planteado hasta ahora la Sociedad en Es­paña son: Primero, como fundamental, la visita a domicilio del pobre; segundo, y como accesorias: los asilos de uno u otro género, las bibliotecas, las cajas de ahorro, cocinas económicas, escuelas de niños y de adultos, patronatos de obreros, aprendices y estudiantes; obras de trabajo, la reha­bilitación de uniones ilícitas matrimoniales, los talleres, las visitas de cárceles y hospitales, y otras varias… Hay otras obras especiales con varios objetivos y diferentes denomina­ciones» («Boletín» 44).

El Reglamento actual (mayo de 1975) establece: «La Sociedad de San Vicente de Paúl, fiel a sus fundadores, tie­ne como preocupación constante, la de renovarse y adaptar­se a las condiciones cambiantes de los tiempos… Ninguna obra de caridad es ajena a la Sociedad. Su acción consiste en toda clase de ayuda que por un contacto de persona a persona trata de aliviar el sufrimiento, y de promover la in­tegridad y la dignidad humana. Busca no solamente deste­rrar la miseria, sino también el descubrir y remediar las si­tuaciones que son su causa… El vicentino está al servicio del pobre. No juzga. Siempre está disponible» (Reglamen­to, páginas 27-28).

Atenta a este fin, la Sociedad en España sigue con la tradicional visita a domicilio, la que realiza por todo el ámbito nacional, y actúa en múltiples obras asistenciales, bien promoviéndolas en centros propios, o colaborando con otras instituciones que atienden a los desheredados en este mundo.

Se pueden citar algunas a modo de ejemplo:

En Madrid dirige el Patronato de los Sagrados Corazo­nes, en el que asociada con las Hermandades del Trabajo atiende a 400 niños en un colegio, y a adultos de ambos se­xos, orientándoles y formándoles cultural y laboralmente.

Dirige también en Madrid, asociada a la Cofradía del Santo Refugio, la Fundación Mariano Lanuza, Sociedad Constructora benéfica, para procurar viviendas a trabajado­res cristianos.

Preside las Fundaciones Casares Bustamante y Quinta­nar, para sufragar camas a personas ancianas en residencias oficiales. , En colaboración con los Hermanos Franciscanos de Cruz Blanca tiene en muchas provincias españolas las lla­madas Casas Familiares, en las que se atienden, en número no superior a 30, a ancianos o enfermos de los que no ad­miten en otros centros asistenciales, Algunas de ellas, en edificios propiedad de la Sociedad.

En Madrid tiene, además, residencias y comedores, y ya está constituido el Patronato de Nuestra Señora de Montse­rrat, formado por los monjes Benedictinos, las Hijas de la Caridad del Cardenal Sancha y la Sociedad de San Vicente de Paúl, que ya está construyendo una residencia de más de cien camas, que tendrá, además, ambulatorio y salas de recuperación.

Sólo en Zaragoza tiene un colegio donde se instruyen 800 niñas, un comedor, residencias, una guardería, talleres para enseñar oficios y el Centro Federico Ozanam, donde hay un ambulatorio, sirve de gestaría para los necesitados y actúa de centro de instrucción y cultural para adultos.

Centro de rehabilitación de subnormales y escuela de oficios tiene también Barcelona (COSE).

Construyen viviendas para alquilarlas a personas nece­sitadas o cederlas temporalmente, en precario, en Huesca, Guadalajara, Don Benito (Badajoz), Benavente, etc.

Tiene comedores en Madrid, Zaragoza, San Fernando (Cádiz).

Centros hospitalarios en Sevilla, Caria (Cáceres).

Y, por fin, atienden a gitanos y a detenidos en prisio­nes.

Esto es un simple bosquejo de actividades de la Socie­dad de San Vicente de Paúl, en España, en la actualidad.

Autor anónimo.
Redacción del año 1983 (anterior a la beatificación de Federico Ozanam)
Tomado del folleto «Ozanam y la Sociedad de San Vicente de Paúl», sin autor ni editora.

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