22º Domingo de Tiempo Ordinario (reflexión de Julio César Villalobos, C.M.)

Francisco Javier Fernández ChentoHomilías y reflexiones, Año BLeave a Comment

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Author: Julio César Villalobos, C.M. .
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Las leyes de Dios, ¿me estorban o me hacen santo?

Una vez, estando en una charla con un buen grupo de fieles tocábamos el tema, a manera de reflexión, de la fe y de sus exigencias: cómo vivir de manera coherente con nuestra fe (cf.Stgo.2,14ss). Afirmábamos también, aquello que creemos por fe, que todo encuentro con Jesús produce: conversión, sanación, unidad, fidelidad, ganas de seguir adelante, y de proclamar su amor a otros, etc, aunque haya algunos que no quieran aceptarlo. No faltó por ahí en este encuentro cuando algunas personas dijeron: “Pero la Iglesia exige mucho dijo una señora, muchas normas hay en las parroquias que conozco dijo un señor, así deberían ser todas las parroquias exigentes para ser buenos cristianos dijo otra señora, etc, y el encuentro se volvió interesante. Dios nos iluminó para hablarles de aquel joven rico que tuvo su encuentro con Jesús (cf.Mc.10,17-24). El joven, como cualquier persona le pregunta a Jesús por los requisitos para “ser bueno”, “para ser buen cristiano”…Jesús le recuerda los mandamientos; pero el joven “se excusó de que ya los cumplió”, “de que ya fue al catecismo”, “de que ya pasó por una parroquia”…Jesús es grande, dice el texto: “LO MIRÓ CON CARIÑO”, esto para invitarle a ser santo, a ser feliz, a dejar de lado todo…”él puso mala cara y se alejó muy triste, porque poseía muchos bienes”.

Tiene razón Moisés, cuando en nombre de Dios habla con seriedad sobre cuál es la intención de Dios: “…escucha las leyes y decretos que yo les mando cumplir. Así vivirán…No añadan ni quiten nada a lo que yo les mande…” (Dt.4,1-2.6-8). ¿Realmente me estorban, me incomodan las leyes o mandatos de Dios?, ¿cuánta gente hoy en día vive sin un referente moral o sin parámetros éticos? Por eso es que el mundo está como está, porque no le hace caso a Dios. ¿No será que así queramos vivir dentro de la Iglesia?, ¿cuánta influencia hay de muchas tendencias filosóficas o seudo religiosas como la nueva era que quiere debilitar a la Iglesia?…

Hay, en el salmo 14 del día de hoy como una especie de “receta” o “requisitos” para ser un auténtico hijo(a) de Dios, antecedido por la pregunta: “¿Señor, ¿quién puede hospedarse en tu casa?”. Y el salmista termina diciendo: “El que así obra, NUNCA FALLARÁ”.

¿Sabemos cuáles son, entre otras cosas, las razones de por qué deberíamos aceptar las leyes de Dios?, Santiago en su carta nos la dice: “Todo beneficio y todo don perfecto VIENE DE ARRIBA…para que seamos como las primicias de la creación. Aceptemos dócilmente la palabra que ha sido sembrada en ustedes y es capaz de salvarlos” (Stgo.1,17-18,21b-22.27).

Qué sería este mundo sin Dios, qué serían nuestras parroquias, nuestra Iglesia sin Dios, qué serían nuestras relaciones fraternas sin Dios y sin sus leyes o mandatos, qué serían nuestras decisiones sin Dios y sin ser iluminadas por su Espíritu…

Los fariseos y los escriban, se caracterizaban por el estricto cumplimiento de las leyes mosaicas, y por hacer que otros las cumplan exactamente, cumplir por cumplir. Esto es lo que a Jesús “le incomodaba” cuando le preguntaron al ver que sus discípulos no se lavaban las manos, porque comían con manos impuras dijeron: “¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores?” (Mc.7,1-8.14-15.21-23). Hace recordar, Jesús, lo que para muchos hoy en día, puede estorbar, incomodar o tener esa actitud de rechazo: “este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí”, “nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre”.

Jesús le motivó al joven rico para que acepte las exigencias de Dios diciéndole: “…así tendrás un tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme” (Mc.10, 21).

Ya es hora de vivir de cara a Dios, a su amor y a sus exigencias, aunque estas al principio me puedan ser incómodas. No me puedo dar el lujo de vivir tanto tiempo de espaldas a Dios y a lo que él quiere de mí, de ti y de todos: católicos y no católicos, creyentes y no creyentes, ricos o pobres…

Mateo 24, 13 dirá: “El que persevere hasta el final, ESE SE SALVARÁ”.

Las leyes de Dios, ¿me estorban o me hacen santo? Escoge tú, ¿qué dices?

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