Vicente de Paúl, Carta 0252: A Roberto De Sergis, Sacerdote De La Misión

Francisco Javier Fernández ChentoEscritos de Vicente de PaúlLeave a Comment

CREDITS
Author: Vicente de Paúl · Year of first publication: 1972 · Source: Obras completas de san Vicente de Paúl.
Estimated Reading Time:

Padre

Bendito sea el santo nombre de Dios porque su Providencia le ha detenido, padre, al lado del señor canciller, después del pensamiento que él tuvo de pedirme que le enviara a alguien para seguirle. ¡Cuán adorables son, padre, y cuán admirables los consejos de Dios! José marchó a Egipto para sufrir allí las miserias que acompañan a la esclavitud, y encontró allí su felicidad y la de los suyos; usted iba a la guerra para sufrir sus calamidades, y Nuestro Señor ha hecho que se quede al lado del jefe de justicia del reino y de uno de los mejores hombres de bien que existen. ¡Quiera Nuestro Señor hacer que encuentre ahí el disgusto de las cosas del mundo, por el mayor conocimiento que adquirirá de sus vanidades, y que pueda hacernos partícipes a todos del mismo a su regreso, que es ciertamente un bien más estimable que todos los honores y todos los bienes de la tierra! Siga, pues, ahí en buena hora, ya que no ha sido usted el que ahí se ha metido, sino la pura Providencia que lo ha dispuesto de este modo.

No acabo de comprender bien en qué concepto va, si para servit en la ausencia del señor Peleus, su capellán, o para servir a los hombres de guerra que lo acompañan. Si es del primer modo, nada he de decirle sobre la confesión, la santa misa, y las gracias. Ya sabe lo que hay que hacer con los dos primeros, y le informaré de lo que hay que hacer respecto de la tercera. Si no es para eso, bástenos con lo que las personas de bien nos dicen, sin preocuparnos de más; pues quod supra nos nihil ad nos, dice un gran personaje. Hay algunas ceremonias al final de la misa que se dice delante de los grandes; hay que volverse y hacerles una inclinación al final de la misa, después de haberse quitado la casulla. He visto hacer este acto de reverencia a nuestro bienaventurado monseñor de Ginebra ante el señor General de las galeras. Su condición está infinitamente por debajo de la de ese grande y santo prelado. Me parece, además, que se les lleva a besar el corporal y que se les va a dar el agua bendita después de la misa. Yo no lo he hecho nunca y no sé nada de eso; ya le informaré. Si come a veces a la mesa del mayor, procure ocupar siempre el puesto más bajo. Los mayores no dejan nunca el suyo y los gentileshombres preceden a los capellanes en la mayor parte de los lugares, incluso en casa de los prelados. Yo tenía por máxima mirar al señor General en Dios y a Dios en él, y obedecerle lo mismo, y a su difunta esposa como a la Virgen, y no presentarme nunca ante ellos más que cuando me llamaban, o para algún asunto urgente y de importancia. En nombre de Dios, padre, haga usted lo mismo. En cuanto a los domésticos, hay que honrarles mucho y tratarles con mansedumbre, con cordialidad y muy respetuosamente, y sobre todo decirles algunas veces cosas de Dios, y hay que guardarse de preguntarles noticias de la casa o del Estado.

Y si es de la segunda manera, usted verá si puede hacer algunas exhortaciones catequísticas en la iglesia en determinados días de la semana. Acuérdese de lo que hacía San Francisco Javier en el barco, cuando iba a las Indias, y procure imitarle y hacer lo que piense delante de Dios que él haría si estuviese en su lugar. Tómelo, por favor, como su especial protector.

El señor párroco de la ciudad es el que vio en Bons-Enfants. Le escribirá al padre Grenu para confortarlo con frecuencía, y le enviará unos seis escudos; si me indica sus necesidades y su manera de vivir, yo ya proveeré a ello, con la ayuda de Dios, al que le ruego que le dé parte en el celo de las almas y en la humildad de su Hijo. Ya conoce las órdenes del señor Canciller a propósito de los enfermos, y sepa que nunca ha tenido tanta necesidad de ellas como al presente.

Soy en su amor, padre, su muy humilde servidor,

VICENTE DEPAUL

29 septiembre 1636.

He creído oportuno decirle todavía al dorso de esta carta estos dos proverbios: en relación con el amo, ut in igne sit cum príncipe; y en relación con los criados: nimia familiaritas parit contemptum.

Dirección: Al padre de Sergis, sacerdote de la Misión, en Roye.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *