Septiembre 1636
El padre de Coudray me ha indicado que no es necesario que vaya más que uno solo de la compañía al ejército con un caballo y un muchacho, para estar en la caballería junto al padre Lamberto, y que el padre Grenu piensa que Dios se podrá servir en esto de usted. Le suplico, padre, que lo haga y parta, una vez recibida ésta, con el hermano de Alejandro, que le envío para que le lleve algunas ropas, que me han dicho necesita, y tome el mulo del señor Callon o el nuestro y lleve con usted las cien libras que he dicho que les envíen.
El buen Dios que, de ordinario, le proporciona todas las cosas apenas pedidas, tampoco le abandonará en esta ocasión. Encontrará en la caballería de vanguardia al señor Moulan, a quien conoce; él le dará buenos consejos.
Cuando se encuentre con el padre Grenu, le saludará y se dirigirá a él para recibir las órdenes del señor d’Argenson y entregarle la adjunta. El vive con el mencionado señor d’Argenson y tiene unas cincuenta libras; pero si necesita más dinero, entrégueselo y yo le enviaré más. Animo, padre; la Providencia le ha llamado para el mayor acto de caridad que se puede hacer, ya que se trata de asistir a su prójimo en una necesidad extrema. Bien ve qué gran felicidad es que haya pensado en usted para esto, y la bendición que debe esperar. Vaya, pues, in nomine Domini, con el espíritu que San Francisco Javier llevó a las Indias, y recibirá, como él, la corona que Jesucristo le ha merecido por su preciosa sangre y que El le concederá si honra su caridad, su celo, su mortificación y su humildad.
Le abrazo con todo mi corazón con la ternura que se puede imaginar Tome ropa para usted y para el padre Grenu, de la que hay en Pont y que habían enviado para la compañía, y tome también el recado para usted. Ruego a Nuestro Señor que sea su consuelo, su fuerza, su ejemplo y su gloria.