A cargo de nuestra Congregación
En agosto—en su mitad, día 15, fiesta de la Asunción—de hace cincuenta años se inauguraba esta nuestra Parroquia. Desde aquella primera misa parroquial que celebró el P. Juan Dagés sigue la comunidad vicenciana al frente. No fue relevo a otros Párrocos diocesanos, no fue traspaso de una comunidad religiosa a otra. Fue promoción de una capellanía de Religiosas Mercedarias a Parroquia. ¡Bello símbolo y anticipo de lo que después el Cardenal Suenens llamó «promoción apostólica de la religiosa»! No sólo el templo adquirió la categoría de templo parroquial, sino que las Religiosas que en clausura vivían junto a él adquirían conciencia y responsabilidad de colaboradoras de la nueva Parroquia. Estaba este hecho en la línea del apostolado misionero que en este siglo distingue a las Mercedarias.
La Comunidad que ha tenido la suerte de cumplir debidamente la misión de celebrar las bodas de oro de la Parroquia está conformada así:
Otilio Monedero, Superior y Párroco.
Oscar Corbato, José Mendioroz, Amancio Varona, Vicarios cooperadores.
Merecido recuerdo.
«Hagamos ya el elogio de los hombres ilustres, de nuestros padres según su sucesión» (Eclo. 44, 1).
Así comienza el libro del Eclesiástico la parte que dedica a la historia de Israel, entresacando las figuras señeras.
«Guías del pueblo por sus consejos—sabias palabras había en su instrucción» (Eclo. 44, 3-4).
Podríamos imitar al hagiógrafo y seguir, si no párroco tras párroco de los que se han ido sucediendo, al menos década por década, ofreciendo las cinco décadas de esta cincuentena de años a la Virgen, recordando las cinco letras de su santo nombre. Pero en estos años de cambios y de rapidez resulta algo anacrónico el trabajo de investigación y de sondeo histórico. Un sencillo recuerdo del pasado, una entrevista con el Párroco del presente y la constancia de los bienes realizados y que son como garantía de persistencia en el quehacer cotidiano de la parroquia, forman los puntos para estas páginas que no dudamos han de ser acogidas en ANALES de la provincia de Madrid, a la que pertenecieron y en la que se formaron numerosos sacerdotes que aquí laboraron.
I. Recuerdo del pasado.
La más larga y mejor etapa.
Desde 1919 a 1951 van treinta y dos años. Es la primera etapa de la vida de esta Parroquia. Los Sacerdotes vicentinos de la provincia hermana de Barcelona regentan con acierto la Parroquia. Se inauguró oficialmente un día de fiesta de la Virgen, 15 de agosto de 1919, y se retiran treinta y dos años después.
Que sea la etapa más larga hasta el presente, lo enseñan las matemáticas, que tienen fama de no engañar.
Que sea la etapa más heroica y de mayor trabajo apostólico, es de justicia reconocerlo. Es así no sólo porque los comienzos en esta clase de obras es la más penosa, no solamente porque es más larga y durante un período mayor de años tuvieron que hacer frente a diversas causas, sino porque tuvieron un celo indesmayable, un interés apostólico que se continuó desde el primer Párroco, pasando por los PP. Gisbert, Payeras, Salvador, Pons. En los años 1954 y 1963 visité en España distintas comunidades de la provincia española de Barcelona y me fue grato observar los recuerdos que los PP. Coca, Pons, Bous, Bartolomé, Cañellas, Benimelis, Salvador, Nacenta, Turmo, Cirer, Ubach, Miserach, Sastre tenían del Perú y de la obra de apostolado que aquí realizaron. Es de justicia reconocer la estupenda obra sacerdotal que hicieron y que ha contribuido para mantener viva y operante la tradición religiosa en el Perú.
Las tres obras más salientes.
Durante los treinta y dos años de nuestros hermanos catalanes se distinguen estas realizaciones:
La iglesia y sus dependencias.
Se adaptó lo que se tenía, acomodándolo para el funcionamiento parroquial. Fue una difícil reconstrucción por lo que se refiere al templo y la edificación adjunta para las dependencias parroquiales. La sencilla iglesia monacal se transformó en un bello templo, en cuya obra no se escatimó ni trabajo, ni plata, ni sacrificio para que resultara amplio, elevado y asísmico. De hecho, ha resistido numerosos sismos. Mucho hierro se puso sobre todo en las bóvedas, que le dan resistencia ante las sacudidas sísmicas. Forman con el templo unidad arquitectónica el batisterio, unas salitas, la sacristía en la parte baja y largos salones en el segundo piso, todo esto al lado derecho y a lo largo de la calle Mainas. A la entrada se halla una explanadita cuadrangular que se ha cercado con airosa reja, baldosas en el suelo haciendo un hermoso vestíbulo. En el lado izquierdo se levanta un salón parroquial, que ha sido últimamente mejorado.
El ministerio parroquial.
La Parroquia no sólo es el templo y las dependencias del batisterio, sacristía, salones. Son las obras que se realizan. Son las instituciones que se erigen y se ponen en marcha. Es el movimiento apostólico, la catequesis, el culto, las realizaciones de caridad. Cuando se hicieron presentes nuestros Hermanos sucediendo al Capellán del monasterio, una sola asociación piadosa existía. Era el Apostolado de la oración, que había fundado un Canónigo de Lima en 1900. En aquellos años—aprovecho la oportunidad de consignarlo—en Lima y en Arequipa y en Trujillo nuestros cohermanos franceses, los Padres Lazaristas, y de un modo especial quizá el P. Duhamel, se dieron al apostolado de establecer y de ahondar la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Pero en 1919 no tenía mucha vida esta asociación en Mercedarias. Buen ejemplo nos dio aquella primera comunidad parroquial al respetar la asociación que existía, acrecentarla y después fundar otras. Al correr del tiempo van fundándose asociaciones que reflejan la época: Medalla Milagrosa, Cofradía de la Merced, Hijas de María, Conferencias de San Vicente de caballeros, Hermandad del Señor de las Caídas y de la Virgen de la Merced, catequistas, acólitos, Acción Católica, y desde 1951, Cruzada de Fátima, Legión de Mar fa, asistencia social, cooperativa parroquial de ahorro y crédito.
La casa parroquial.
Es una modesta vivienda, de poco frente y de bastante fondo, que termina en un desahogo para huertita o jardín. A continuación del zaguán, donde se halla la hornacina del Señor de las Caídas—imagen de Cristo camino del Calvario sufriendo una de las caídas, de donde se origina el nombre—y el despacho, un pequeño patio interior, al que sigue un salón para reuniones y después un pasillo amplio y a sus lados las dependencias y los cuartos-habitaciones. No hay segundo piso. Hicieron una cómoda casa parroquial. Después se han ido introduciendo mejoras.
A los veinticinco años de fundada la Parroquia.
En 1944, siendo Párroco el P. Angel Salvador, se editó profusamente un extraordinario boletín parroquial: Ecos de Mercedarias en el XXV aniversario de la Parroquia. Se hace en él un recorrido histórico y se da cuenta a los feligreses y amigos de la Parroquia de las actividades que se realizan.
En el plano de la Parroquia se aprecian las veinte calles que la forman. Sin duda que se ha ido mejorando mucho en cuanto al confort doméstico, al ornato urbano y que ha crecido la población. ¡Lástima que la obra realizada durante esos veinticinco años no lograra mayor moralización que terminara con la indiferencia religiosa, la desorganización familiar, la frivolidad de la vida! Pero se hizo mucho. Hay que reconocerlo. En 1944 se decía que había catorce mil feligreses y que unos tres mil en diversos templos cumplían el precepto dominical y que el cincuenta por ciento de los matrimonios estaban bien constituidos.
Continuidad progresiva.
La segunda etapa de esta parroquia va desde 1951 hasta el presente. Son los dieciocho años que en esta Parroquia se hallan los PP. Vicentinos de la provincia del Perú. Se ha dado una continuidad progresiva, creyendo sinceramente que no se ha estancado la marcha de la Parroquia. Si hubiera habido circunstancias más favorables, sin duda que se hubiese progresado más. Pero la acción del culto, de la evangelización y enseñanza, de la caridad, del apostolado ha seguido su marcha normal. El primer Sacerdote de la provincia del Perú que se incorporó a la comunidad parroquial de nuestros Hermanos catalanes fue el P. Javier Abadía, quien encomunidad con ellos pasó varios meses. La tesonera labor, la entrega al trabajo, la detallada dedicación a la Parroquia, muy en conformidad al carácter catalán, fue recogido como herencia sagrada por un joven aragonés. Un grato recuerdo consagro en estas líneas al P. Abadía, quien se ve actualmente desplazado de toda actividad a consecuencia de una alteración morbosa que le ha retrocedido a un estado de infancia. Recorría las calles de la Parroquia en visita a los enfermos, acudía a las escuelas y colegios, llevaba la catequesis, dirigía la Acción Católica de los jóvenes y de las señoritas, cumplía el horario del despacho cuando le tocaba el turno, pasaba horas de confesonario los domingos, primeros viernes y fiestas, predicaba las misiones populares de callejones y solares llevando la Virgen de Fátima…
Estaba escribiendo estas líneas, añorando la tarea sacerdotal a la que siempre se entregó el P. Abadía, cuando ingresan en mi cuarto unos visitantes y hube de interrumpir la escritura. Se enteran de lo que estoy haciendo y me lanzan la pregunta:
– ¿Y sabe usted esas actividades del P. Abadía o se las supone?
-.¡Cómo no he de saberlas, si el P. Abadía fue allá en Pamplona, en 1937, acólito de mis primeras misas, y en Lima, en Mercedarias, fue mi buen compañero, mi brazo derecho en aquellos años de 1952 a 19541
La continuidad progresiva que ha existido se puede notar en las asociaciones que se han continuado, en otras que se han establecido y en la curva ascendente del número de bautismos y de matrimonios.
Por lo que respecta a los bautismos, tenemos la siguiente estadística:
De 1919 a 1920: 215 bautismos realizados.
De 1929 a 1930: 240
De 1959 a 1960: 275
En 1968: 532.
Este año de 1969 se terminará alcanzando una cifra superior a los seiscientos. Con relación a los matrimonios, hemos hecho un sondeo por décadas, arrojando el siguiente resultado:
1919-1929: 716 matrimonios realizados.
1929-1939: 628
1939-1949: 729
1949-1959: 1.027
1959-1969: 560
En los diez años últimos se nota un descenso, muy explicable. Sin duda que el número de parejas de convivientes, que son los casos que con motivo de las misiones dan mayor porcentaje de matrimonios realizados, ha disminuido considerablemente. Por otra parte, en la actualidad son muchas las personas de esta Parroquia que realizan su matrimonio en otras Parroquias.
II. Entrevista con el Párroco.
En una conversación con el P. Monedero, el actual Párroco de Mercedarias, me propuso que redactara algo referente a la historia de esta Parroquia. Hablamos del caso y le dije:
—¿No se podría incluir una entrevista con usted como Párroco? —¡Cómo no! ¡Con mucho gusto!
Y le dejé redactadas unas preguntas para que las fuera pensando y estudiando. Las respuestas a estas preguntas han dado pie para algo de lo escrito y de lo que sigue.
Son veinte calles las que forman esta Parroquia y hay ciento cincuenta callejones y solares. Así se afirma en Ecos de Mercedarias de 1944. ¿Persiste esta cantidad o disminuyeron? ¿A qué Parroquia pertenecían antes de la erección de la de Mercedarias?
Desde hace años son grandes y frecuentes las promesas de mejorase de la antigua Lima de los virreyes, como son los barrios altos, pero todo esto se va quedando en promesas.
A la Parroquia pertenecen las mismas calles que el día que se fundó y son contados los corralones o solares que van desapareciendo para dar paso a lujosos edificios, como el hermoso hotel, que será uno de los más cómodos de Lima, a unos metros de la casa parroquial y en vísperas de inaugurarse. Todas estas calles antes pertenecían a la Parroquia de Santa Ana, hoy regida por Monseñor Huamán y una de las más populosas de ‘Lima.
En un censo del año 1944 se dice que Mercedarias contaba con catorce mil feligreses, que tres mit cumplían el precepto dominical y que los matrimonios bien constituidos eran el cincuenta por ciento. En 1960, el Padre Silvino, en la Revista del Tricentenario, dice que son unos treinta y cinco mil y que durante el domingo se tienen siete misas en el templo parroquial. ¿Se podrían tener detalles sobre este particular?
Según datos del archivo, son seis mil fichas las que se levantaron con motivo de la Misión Conciliar de Lima, y al parecer nuestra Parroquia cuenta una población superior a los treinta mil, de los cuales unos cinco mil cumplen con el precepto dominical y un treinta y cinco por ciento con el precepto pascual.
Las misas que actualmente se dicen los domingos y fiestas en el templo parroquial son ocho, más una en lo que antes se llamaba Huerta Perdida.
En 1953 existía la llamada Conferencia de las Madres de la Cruz. Muchas señoras y señoritas de modesta condición se reunían y eran instruidas. ¿Cuándo dejaron de existir?
Sin explicaciones de ninguna clase, abandonaron su trabajo el año 1967.
En ninguna de las revistas se habla de la Hermandad del Señor de las Caídas. ¿Cuándo comenzó a existir? ¿Cuántos socios empezaron y cuántos son en la actualidad?
Fue fundada esta Hermandad el 1 de octubre de 1950. Comenzó con quince socios y hoy cuenta con ciento cuatro inscritos, siendo activos solamente sesenta y dos.
¿Cuántos años lleva usted en esta Parroquia y quiénes componían la Comunidad Parroquial al incorporarse usted?
Tres años y medio, que son también todas mis experiencias directas en la vida parroquial. Después de siete años de profesor en Tarma, más cuatro años, en el hermoso Colegio San Vicente de lea, tuve que colgar los libros de profesor para incorporarme a la comunidad de Mercedarias. Exactamente el día 24 de marzo de 1966, el mismo día que salían los Padres Peramás y Félix Donado, ocupábamos los puestos el P. Rey y yo, quedando la comunidad completa con el P. Corbato, como decano, y el P. Sanz, que comenzaba su quinto año de superior.
¿Qué me dice de la reforma litúrgica en las misas? ¿Responde el pueblo?
Las distintas reformas por las que ha pasado la liturgia, y en particular la de la misa, ha creado cierta desconfianza y hasta me atrevería a decir que ha contribuido a esta crisis por la que hoy pasa la Iglesia en todos los niveles; pero no cabe la menor duda de que el pueblo, que ha sabido aceptarla, asiste con más personalidad a la misa. Hoy, en mi Parroquia, no solamente les gusta más, sino que una misa dominical que no se dialogara o que no entendieran lo que dice el celebrante, no la aguantarían.
Y ahora la última pregunta, algo indiscreta quizá. ¿De qué Párroco guardan mejores impresiones sus feligreses?
Durante las cinco décadas de vida de esta Parroquia han pasado varios Párrocos y muchos Vicarios cooperadores que han dejado recuerdos imborrables en esta querida Parroquia de Mercedarias, por lo cual me sería difícil señalar alguno en particular sin faltar a la justicia con los demás. Creo que a todos les recuerdan siempre con cariño y agradecimiento, comenzando por el P. Dagés, primer Párroco, incansable luchador por la reconstrucción de este hermoso templo, orgullo de los barrios altos.
A todos se los recuerda, como se les recordará también a los que tengan la suerte de continuar la obra de nuestros antecesores en esta parcela encomendada a los Hijos de San Vicente y tan acorde con su espíritu entre los pobres,
III. Las fiestas recordatorias.
Se planearon con anticipación y la Comunidad con la Hermandad del Señor de las Caídas confeccionaron el programa celebratorio.
Desde el 23 al 27 de septiembre se llevó a efecto un Quinario en la noche. El P. Javier del Olmo aceptó el honroso y responsable compromiso de llevarlo a efecto, dando cierta novedad de modo que atrajera mayor concurrencia y sembrara en las almas ideas para la recta renovación posconciliar en que está empeñada la arquidiócesis de Lima. Se hizo un programa en el que cada día intervenían distintas personas, y el P. Del Olmo desde el centro del presbiterio dirigía un comentario sobre la constitución dogmática de la Iglesia. El día último estuvo destinado a exponer la idea del Concilio sobre la Virgen comentando el capítulo octavo.
El pueblo respondió y se llenó el templo de un modo extraordinario la noche del sábado 27.
La misa concelebrada.
El número principal del programa era a las once del día, la misa con- celebrada. Monseñor Lorenzo León Alvarado, Obispo de Huacho, el más joven Obispo del Perú, perteneciente a la Orden Mercedaria, era el Prelado presidente. En torno a él, el Provincial de los Padres Mercedarios del Perú, un Sacerdote de la Comunidad de la Buena Muerte, y seis Sacerdotes vicentinos. Una nota simpática fue que se reunieron la Comunidad de las Madres Mercedarias, las asociaciones de la Parroquia y una buena representación de la feligresía. Los cantos de entrada—Los Caminos—eran coreados por todos al paso que los acólitos, los Hermanos de la Cofradía, las Religiosas Mercedarias, unas cincuenta, y los concelebrantes ingresaban al templo y por el centro se dirigían al altar.
La homilía la dirigió emocionado el Sr. Obispo. Dos razones—dijo al principio—nos congregan junto al altar. Una, la devoción a la Virgen en el simpático nombre de la Merced. Otra, recordar los cincuenta años que los Padres Paúles vienen dirigiendo esta Parroquia. Era en 1919 Arzobispo de Lima Monseñor Emilio Lissón, Hijo de San Vicente de Paúl. Tuvo el acierto de erigir esta Parroquia, en cuyo desarrollo han intervenido las Religiosas Mercedarias y los Padres Vicentinos.
Recogiendo el sentir del Episcopado Nacional, agradeció el celo desplegado por los Hijos de San Vicente en esta populosa zona de Lima.
En una entrevista con la Madre Rosa María Muente.
Así se llama la actual Provinciala de las Madres Mercedarias del Perú. Es conocida de todos los Sacerdotes que por aquí han pasado. En la tarde del día 28 de septiembre, a los que acompañamos al Obispo Mercedario en la visita que hizo a las Madres, hizo el recuento de la vida de su Parroquia. En 1919 el Arzobispo de Lima. Monseñor Lissón, un santo Obispo, quiso aquí, en los barrios altos, erigir una Parroquia. Había que hacer algo por esta gente alejada de los sacramentos. Por aquí, en esta zona, hay varios monasterios: Clarisas, Trinitarias, Carmelitas y el Convento de la Buena Muerte. Nuestras Madres ofrecieron al Sr. Arzobispo su capilla y sus terrenos para la nueva Parroquia. Los Padres tuvieron que sufrir mucho en un principio; pero siempre a su lado estuvo nuestra Comunidad. Con nuestro colegio, con nuestras obras y con el apostolado en lo que se llamaba Huerta Perdida ayudamos a la Parroquia y desarrollamos el espíritu misionero que caracteriza en este nuestro siglo xx a las Religiosas Mercedarias.
Conclusión.
Ignoramos cómo será esta Parroquia de aquí a diez o veinte años; pero sabemos que en los cincuenta años transcurridos ha sido protegida por la Virgen y ha sentido la acción <le Dios.
P. Ruiz, C. M
Tomado de Anales españoles, 1969.