CHALONS
Publica La Semana Religiosa de Chalons (S’Agosto 1903):
Al fin de los ejercicios del clero, monseñor agradece desde luego, en nombre de su clero, al predicador (señor Duez); alaba su gran espíritu de fe, la energía apostólica y generoso celo que han animado su palabra. Estos ejercicios han sido excelentes; bien se ha visto por el recogimiento, la piedad y el fervor con que se han hecho.
Nós nos hallamos tanto más conmovido—prosigue Monseñor,— por ser el último beneficio que tal vez podemos recibir de uno de esos admirables sacerdotes que llevan tan noblemente entre nosotros el nombre y gloriosa herencia de San Vicente de Paúl. Llegó por fin la hora temida, que nos llena de dolor y responsabilidad, en que nos vemos obligados, amados señores, a separarnos de ustedes ¿Será debida esta medida por no ser ustedes los modelos de nuestro clero, al mismo tiempo que sus profesores? ¿O porque a las dotes necesarias para enseñar la ciencia necesaria eclesiástica no juntaban las virtudes que constituyen el ornamento y la gloria del sacerdocio? ¿Se les ha encontrado a ustedes ó a algunos de sus hermanos de religión donde se tratan los negocios públicos? ¿Han sido jamás sorprendidos en ocupaciones extrañas a su benéfico apostolado? Enseñar en los Seminarios, dar misiones, he aquí siempre el único y grande objeto a que se consagra vuestro celo; de todas partes son ustedes llamados y deseados como excelentes auxiliares, en lo cual pueden reconocer la más sincera y segura de las aprobaciones.
Hace ya mucho tiempo que se hallan ustedes entre nosotros, y no han hecho otra cosa que edificarnos; hasta en este último año han sabido arreglar totalmente y con tan buen resultado los múltiples pormenores de una instalación en el monumento de Santa Cruz (el nuevo Seminario), y en la aplicación del programa destinado a renovar nuestros estudios. Nos siempre les hemos visto tan diligentes, tan buenos, tan modestos, tan dóciles hacia la autoridad del Obispo, tan afectos a los alumnos, tan benévolos para con todos… ¡Y ustedes se ven precisados a dejarnos!
Pero ¿adónde van a ir ustedes ahora? Mañana serán dispersados a los cuatro vientos, tan lejos y en tales países, que Nos no sabemos cómo podrán emplear sus grandes talentos. ¡Durísimo es el destierro!, más ustedes lo aceptan como un sacrificio, con el valor que Nos frecuentemente hemos admirado, con el corazón herido, pero con semblante sereno
Señores sacerdotes: saludemos a estos dignos educadores de nuestra juventud sacerdotal, saludémosles, Nos osamos decirlo, con toda la religión de nuestra alma de sacerdotes!…
LILA
Mons. Baunard, Rector de las Facultades católicas de Lila, escribió con ocasión de la partida de los sacerdotes de la Misión, encargados del Seminario de las Facultades católicas, la carta siguiente:
29 de Diciembre de 1902.
SR. SUPERIOR GENERAL:
No menos en mi nombre personalmente que en nombre de la administración de nuestra Universidad, siento un deber y una necesidad de expresar a usted, Muy Rvdo. Superior general, los sentimientos de profunda pena é imperecedero agradecimiento en que nos deja la partida inesperada, aunque necesaria, del Sr. Superior y de los Sres. Directores de nuestro Seminario académico de Lille, vuestros dignísimos hijos.
No puedo manifestar a usted las causas de esta resolución y la relación de esta separación, que ha sido la más dolorosa que se puede imaginar por parte de lo más escogido de nuestros 800 jóvenes y Nos mismo; así como también de la admirable virtud religiosa por parte de vuestros sacerdotes, que dieron gran testimonio de su prudencia, de su valor y del espíritu de Dios, que nos servirá de recuerdo imperecedero, de la más alta edificación.
El vacío que dejan estas partidas es inmenso. ¿Cómo podremos llenarle? Aunque no tenga derecho a ocuparme de ustedes, Muy Rvdo. Sr. Superior, pienso muchas veces en usted y en su doble y extensa familia religiosa, en sus solicitudes paternales por la una y por la otra. Pienso también en San Vicente, a quien acudiré después de ustedes, a nuestra Luisa de Marillac y a sus admirables hijas, de quienes espero alcanzarle de su caridad una invencible defensa. Nunquam excidit» .
16 Enero 1903.
«La Facultad de Teología tomó el siguiente acuerdo en su última sesión, del cual tengo el honor de enviar copia a usted y a los dos cooperadores del Seminario académico, Sres. Laux y Dillies:
Sacra Facultas Sacerdotes Missionis S. Vincentii a Paulo, qui ab annis viginti ac septem et ultra Academico nuestro Seminario diligenter ac pie praefuerant, a nobis dis»dere debuisse vehementer dolet. Eis ideo cual spe reditus, gratitudinis et amicitiae sensa necnon et sincerum desideHutu manifestare, unanimi consensu decernit.
A estos sentimientos, agradecimientos y votos de la Facultad de Teología, dígnese permitirme, Sr. Cornu, junte los míos personales, y dígnese también añadir la firme se-guridad de mi fiel y respetuosísimo afecto.
H. QUILLIET.
Decano de la Facultad de Teología.
MARSELLA
En /L’Echo de Notre-Dame-de-la-Garde se lee:
Reunidos en Montolivet los alumnos del Seminario mayor el sábado, con ocasión de los ejercicios del retiro mensual, el Ilmo. Sr. Obispo se aprovechó de esta circunstancia para instalar en sus nuevos cargos al Superior y Directores destinados a reemplazar a los Lazaristas, que se ven obligados a abandonar este puesto de honor y de abnegación. Hacia el medio día el mismo Sr. Obispo presidía la reunión, é hizo uso de la palabra, comenzando por dar cuenta de sus reiteradas y urgentes diligencias para impe-dir la partida de los Sres. Lazaristas. Las negociaciones se han prolongado durante todo el año pasado, y Su Excelencia no cedió hasta el último extremo ante la amenaza de que perdería el inmueble patrimonial ocupado actualmente por el Seminario, que sería confiscado por el Estado.
Ante esta amenaza—dice el Sr. Obispo,—y para evitar mayores males, hemos debido renunciar a la colaboración de los hijos de San Vicente de Paúl, que tanto bien habían merecido siempre de la Diócesis, y que jamás han perjudicado, que Nos sepamos, los derechos de nadie.
Mementote praepositorum qui vobis locuti suiit verburn Dei. No os olvidéis de mis enseñanzas ni de sus ejemplos, porque ellos fueron para vosotros, no sólo profesores, sino también modelos; cuán dulce nos era poder deciros, dirigiéndome hacia ellos: inspice et fac secunduin exemplar.»
Esperemos que la tempestad que los aleja de nosotros no será de larga duración, y que una vez restablecida la calma, podrán ellos volver a ocupar el lugar que por tanto tiempo y con tan felices resultados han desempeñado al frente de nuestras dos familias levíticas, (L’Univers, 19 Agosto 1903.)
NIZA
Entresacamos lo que sigue de la Semana Religiosa de Niza:
«El célebre día de la ordenación, el lunes último, no debía terminar sin una profunda tristeza para todos aquellos que estaban reunidos bajo las paredes benditas de nuestro Seminario mayor, alrededor de nuestros amados Lazaristas.
Después de la comida, el Sr. Obispo reunió a los sacerdotes y seminaristas en una gran sala del establecimiento, dirigiéndoles la palabra poco más o menos en los términos siguientes, con una voz que presagiaba la más viva emoción:
SEÑORES:
Por la tarde de este gran día, que al parecer no debía tener nubes, Nos tenemos que anunciaros una dolorosa nueva, dolorosa para vuestros corazones, pero mucho más dolorosa para el corazón de vuestro Obispo, y que repercutirá en todo el clero de la Diócesis, en toda alma sacerdotal, cristiana y hasta, osamos decirlo, en toda alma li-beral.
Cuando volváis al Seminario después de vuestras vacaciones, ya no hallaréis a vuestros buenos profesores esos hijos de San Vicente de Paúl que hace cuarenta años se consagran a comunicar su espíritu a las almas que los obispos de Niza les han confiado. Un gobierno francés en tiempo de la anexión les había llamado, y después de medio siglo de fidelidad a su doble tarea religiosa y patriótica, otro gobierno francés los expulsa
Nós no necesitamos deciros que hemos dicho y hecho cuanto Nos ha sido posible para defenderlos; día llegará en que podamos, según Nos esperamos, publicar la correspondencia que hemos cambiado con el Ministro de Cultos, y dar a conocer la nota que una alta intervención ha colocado ante los ojos del mismo Presidente de la República. Estas negociaciones, que han descargado a nuestra alma de Obispo y librado de la responsabilidad patriótica, han resultado inútiles y Nos nos hemos convencido una vez mas de que nadie es más difícil de ser defendido, ante ciertos jueces, que aquellos que no les dan motivo, ni aun pretexto para justificar su condenación.
Vuestro reconocimiento, amados hijos, seguirá a vuestros profesores, y les permanecerá fiel hasta el día en que ellos vuelvan juntamente con la desterrada libertad. Hasta entonces conservaréis el recuerdo de sus lecciones, esto es, e sus ejemplos y de sus palabras, del espíritu que ellos han comunicado y que os dejan para la salvación de la Diócesis.
Por lo demás, Dios nos concede en esta prueba un consuelo, quedándose entre nosotros vuestro eminente y amadísimo Superior, aunque a costa de un doloroso sacrificio que vosotros solos podéis mitigar. Él queda y con él todo lo pasado y la esperanza del porvenir.
Nos parece somos verdadero intérprete de vuestros corazones manifestando hacia aquéllos que nos dejan nuestra dolorosa simpatía y nuestro reconocimiento, y la firme esperanza de que nos volveremos a ver cuando pasada la tempestad venga el reparador que Nos pedimos a Dios y esperamos para la Francia de su poder y misericordia.
POITIERS
Llenos de satisfacción—dice la Semana Religiosa—nos vemos, al poder poner en conocimiento de nuestros lectores la carta que el Sr. Obispo de Poitiers considera como un deber dirigir al Superior general, en el momento de la partida de sus hijos los Lazaristas que dirigían su Seminario mayor:
Poitiers 24 Julio 1903.
SR. SUPER1OR GENERAL:
Nuestras esperanzas han resultado fallidas. Con grandísimo sentimiento Nos nos vemos obligado a separarnos de los miembros de vuestra Congregación que usted se había dignado concederme para la dirección de mi Seminario mayor.
Cuando usted los escogió, bien los conocía; Nos no podremos decirle cosa nueva, sino que plenamente han justificado su confianza y que han llenado su misión de una manera perfecta. Apenas llegados aquí, se conciliaron la estimación y simpatía de todos.
Los sacerdotes no han podido librarse del atractivo que ellos ejercen con su sencillez, su grandeza de espíritu de fe, su benevolencia y sus otras buenas cualidades. En cuanto a nuestros seminaristas, han sido también prontamente ganados, valiéndose de la suave influencia de sus profesores: tan versados en todas las cosas, que les aplicaron con ardor al trabajo incesante que reclamaba su inteligencia, al mismo tiempo que se dejaban fácilmente acostumbrar en la práctica de las virtudes propias del estado eclesiástico.
Esta es la causa de la profunda pena con que les veremos alejarse, Nos sobre todo, que podemos atestiguar particularmente el grande bien conseguido por su sabia y prudente dirección.
Permítame usted, Sr. Superior, que les manifieste sencillamente este testimonio de la más expresiva gratitud por su bondad al acceder hace tres años a mi petición.
Dígnese usted, Sr. Superior general, recibir mi respetuoso afecto.
HENRIQUE, Obispo de Poitiers.
En el mismo número de la Semana Religiosa de Poitiers hay un artículo que tiene por título: Los que se van, lleno de la más simpática emoción. No va firmado; pero los que conocen el Seminario mayor de Poitiers, en donde hay tres sacerdotes diocesanos que trabajan unidos a los Lazaristas, en calidad de profesores de Filosofía y Ciencias, conocerán sin dificultad a los que dan tan precioso testimonio.
SAINT- FLOUR
Publica la Semana Católica de Saint-Flour:
Si hay alguna costumbre a la que no renunciarán voluntariamente los alumnos del Seminario mayor, es seguramente la alocución siempre interesante que suele hacerles el primer pastor de la Diócesis en la víspera de las vacaciones.
En ella se expansiona enteramente el corazón del Obispo, dándoles saludables consejos, contestándoles con la mayor ternura. Su voz parece que adquiere entonces una entonación más penetrante, y consigue que sus alumnos pasen las vacaciones con más vigilancia y cuidado; el Obispo, les habla con más persuasión sobre el camino que conviene seguir, las múltiples formas del apostolado que pueden ejercer, la necesidad de hacerse una santa violencia para salir triunfantes de las muchas pruebas y luchas graves que tendrán que sostener en los tres meses de descanso.
Este año parecía encontrarse el alma del Obispo en una mortal angustia, «porque al mismo tiempo que los discípulos, se iban también los profesores», les dijo Su Excelencia muy conmovido y presa de inmenso dolor. Al mismo tiempo da elocuente testimonio de su virtud y de sus talentos.
Los alumnos aplauden a su pastor con entusiasmo.
Se levanta entonces el Superior, y, lleno de emoción, agradece al Sr. Obispo las fervientes exhortaciones y saludables consejos que acaba de dirigir elocuentemente a su auditorio. Estas exhortaciones y consejos caen sobre terreno bien preparado.
Después el Superior da a los alumnos excelente testimonio de su buen comportamiento:
«En este año, que ha sido para nosotros un año de angustia y de tristeza, nuestros alumnos han sido nuestro consuelo, por su constante buen espíritu, por su docilidad, piedad, y por su amor al estudio.—Mas ya llegó la hora en que vuestros profesores deben partir; esta es la que rompe con gran dolor lazos tan estrechos. No obstante, trabajarán constantemente el agradecimiento y afecto en volver a unir las almas separadas por el huracán de inevitables persecuciones.»
El Sr. Gobaud agradece al Sr. Obispo su gran benevolencia y afectuosa simpatía que siempre manifestó a los profesores de su Seminario: «Si como V. E. acaba de reconocer, la dirección del Seminario ha sido de tanta satisfacción para Su Excelencia, yo lo atribuyo a su constante apoyo.»
El Sr. Superior terminó con estas conmovedoras palabras:
«Señor, V. E. va a bendecir a sus amados hijos que le van a dejar momentáneamente; bendecid también, Señor, muy especialmente, a sus profesores, que le van a dejar, tal vez, definitivamente; pero siempre permanecerán vuestros hijos agradecidos y conservarán de su bondad imperecedero recuerdo.
Nuestros profesores eran unos sabios: circulaba por sus jóvenes inteligencias una larga vida intelectual que atraía la espléndida majestad del saber cristiano. Hace algunos altos que los Lazaristas habían tomado con constancia la delantera en los progresos intelectuales.
Su vida estudiosa y piadosa era un perpetuo ejemplo para los jóvenes que formaban. Nuestro dolor, como el de los alumnos de profesores tan profundamente amados, es verdaderamente inmenso.
Recomendamos encarecidamente se dirijan súplicas fervorosas a la divina Providencia por nuestros amados profesores que se marchan.»
TROYES
El Sr. Obispo de Troyes dirigió una carta al clero de su diócesis, de la igual entresacamos las siguientes líneas:
«Nós lo decimos abiertamente: si alguna Congregación religiosa debía juzgarse exenta del despotismo legal; si podía confiar en la justicia y en el reconocimiento del país, era seguramente la Congregación de Sacerdotes de la Misión, que siempre se ha distinguido por su patriotismo, por respeto a la autoridad, por su celo en propagar, a costa de los mayores sacrificios, el honor é influencia de nuestra bandera nacional.
Pero ¿de qué servirían hoy las recriminaciones y las quejas, sino para aumentar nuestros males y hacernos perder delante de Dios el premio del sufrimiento soportado cristianamente? Imitemos más bien la resignación llena de dignidad de aquellos a quienes hiere directamente la tempestad, la cual nos causa a nosotros, aunque de rechazo, tan doloroso golpe. Mientras su corta permanencia entre nosotros, han vivido modestos y silenciosos, no buscando dignidades ni honores, atendiendo solamente al fiel cumplimiento de sus deberes para formar el alma y corazón de aquellos que se les habían confiado. Con la misma abnegación nos devuelven al presente el difícil y glorioso encargo que nuestro venerado predecesor les había confiado; ellos se van, no digo sin ninguna pena, pero sin murmurar ni deseando aumentar la pena tan profunda que bien saben Nos experimentamos. Viéndoles alejarse de nuestra Diócesis, Nós, antes de darles el último adiós, les diremos: ¡hasta la vuelta! Porque Nos abrigamos la firme confianza de que Cristo, amigo de los franceses, hará suceder muy pronto la calma a la tempestad, y los desterrados de hoy volverán a ocupar su lugar entre nosotros, que les conservaremos, guardando un reconocimiento y fiel recuerdo.
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