¡En el nombre de Dios, pueda yo vivir así si me lo permiten!
18. Que esté siempre en mi corazón el deseo de la santa pobreza, para que libre de todo, siga a Jesucristo y sirva con toda humildad y mansedumbre a mi prójimo, viviendo en obediencia y castidad toda mi vida, honrando la pobreza de Jesucristo, que El guardó con tanta perfección.
Que mi primer pensamiento, después del descanso de la noche sea para Dios, haciendo un acto de adoración, de acción de gracias y de abandono de mi voluntad en la suya santísima y con la vista puesta en mi miseria e impotencia, pediré la gracia del Espíritu Santo, en la que he de tener una gran confianza, para que se cumpla en mí su santisima voluntad, que será el único deseo de mi corazón.
Que mientras me sea posible, desde Pascua hasta la fiesta de Todos los Santos, me levantaré a las cinco y media y desde la fiesta de Todos los Santos hasta Pascua a las seis.
Una vez levantada, haré inmediatamente la oración (por espacio) de una hora o tres cuartos; tomaré el tema de los Santos Evangelios y Epístolas 1. Es decir, probablemente, todo el tiempo de la oraciónuna hora entera 1 y con las Epístolas y Evangelios, la vida del Santo del día para que me sirva de instrucción el ejemplo del mérito del Santo.
19. Acabada la oración, rezaré pausadamente Prima y Tercia de Nuestra Señora, conservando los sentimientos de la oración. Y si hay que dar alguna orden para el gobierno de la casa, me ocuparé de ello mientras acabo de arreglarme.
A las ocho y media en verano y a las nueve en invierno iré a oír la Santa Misa; unas veces con la sola intención de la Iglesia y otras sirviéndome de los puntos para meditación durante ella en Filotea o en otro libro titulado Dositea.
Acabada la Santa Misa, rezaré lo que queda del oficio de la Virgen conservando en mi corazón el sentimiento del gran amor que Dios nos tuvo por nosotros en la institución de este Santo Sacrificio.
De vuelta a casa, a las nueve y media en verano y a las diez en invierno, coseré hasta las 11, hora a la que comeré, después de haber hecho lectura de2. Palabra dejada en blanco. un capítulo del… 2
20. A mediodía en punto, (haré) medio cuarto de hora de oración, para honrar el instante de la Encarnación del Verbo en el seno sagrado de la Santísima Virgen.
Procuraré no estar jamás ociosa, por lo cual, después de este medio cuarto de hora, volveré a tomar la labor, trabajando alegremente, ya para la Iglesia ya para los Pobres o bien para utilidad de la casa, y el trabajo durará hasta las cuatro.
Si me veo obligada a devolver algunas visitas o a recibirlas, emplearé en ello estas horas.
Al dar las cuatro, aunque me halle por la ciudad, si no estoy demasiado comprometida en una obra de caridad o alguna conveniencia social muy señalada, me retiraré a la iglesia más próxima para rezar vísperas de la Santísima Virgen y durante ellas recoger mi espíritu para hacer después media hora de oración y luego retirarme a casa permaneciendo allí lo más que pueda. Si me queda tiempo después de la oración, coseré hasta las seis.
Cenaré a las seis y media, teniendo antes un cuarto de hora largo o media hora de lectura, de cuyos pensamientos ocuparé mi espíritu o hablaré a las personas con quienes estuviere a la mesa 3. Manuscrito rasgado.sin… 3.
Después de cenar tendré media hora de expansión y después trabajaré otra media hora.
A las ocho me retiraré para hacer mi examen de conciencia, humillándome profundamente, tanto por las gracias que haya recibido de Dios durante el día, como por las faltas cometidas, confiando, no obstante, siempre en su misericordia y bondad divinas, que será toda mi esperanza. Después del examen rezaré Maitines de la Virgen para el día siguiente.
21. Rezaré todos los días la tercera parte del Rosario, meditando uno de los misterios, examinándome de vez en cuando de cómo vivo como cristiana y católica y como mujer que desea ser devota y observar fielmente los mandamientos de Dios.
Trataré de ponerme cada hora, al menos cuatro veces, en el recuerdo de la presencia de Dios, excitando cuanto pueda el deseo de su amor con frecuentes afectos en oraciones jaculatorias, sin fijar número, pero lo más a menudo posible.
Leeré una vez por semana las notas que escribí hace unos cinco años, para que me sirvan de recuerdo del propósito que entonces hice de servir a Dios toda mi vida.
Todos los primeros sábados de mes renovaré mis votos y buenas resoluciones, leyendo mi protestación antes o después de la Sagrada Comunión, y esto, precisamente en sábado, como testimonio de haber tomado a la Santísima Virgen por mi Protectora, a causa de mi debilidad e inconstancia, a fin de que por su intercesión pueda durante el resto de mis días honrar en Ella, la estima que Dios ha hecho de la Virginidad con preferencia al matrimonio.
Tendré pues, particular devoción a la Santísima Virgen, al Angel de mi Guarda, a los Santos Apóstoles, con el deseo de imitar su vida en cuanto me sea posible por haber sido ellos imitadores de Nuestro Señor.
Durante todo el año, el día (de la semana) en que cayere la fiesta de Navidad, rezaré el himno Jesu Nostri Redemptor y el día (del mes) en que cayere la de Pentecostés, la Secuencia Veni Sancte Spiritus et emit… 3.
La santa Comunión… 3 los domingos, martes… 3 a no ser que cayeran fiestas en la semana que me obligasen a escoger otros días, y esto para darme a conocer que no tendré el deseo de servir a Dios sino en la medida en que me atraiga su santo amor.
22. Trabajaré cuanto pueda en la mortificación de mis pasiones y principalmente en la de la vanidad y la precipitación y para ello y también para honrar los sufrimientos de Jesucristo, me disciplinaré dos o tres veces en espíritu de penitencia, mientras rezo un Pater en honor de Jesucristo, un Ave en honor de la Santísima Virgen y el De Profundis por las almas del Purgatorio; y todos los días de Comunión llevaré cilicio de cintura la mañana y los viernes todo el día.
Ayunaré todos los viernes del año, en el Adviento y la Cuaresma, todas las viseras de las fiestas de Nuestro Señor, de la Virgen, de los Apóstoles y todos los demás (días de) ayuno mandados por la Iglesia. En los días que no son de ayuno haré solamente dos comidas, a no ser que tuviera necesidad de obrar de otra manera o que a ello me obligará la condescendencia hacia el prójimo.
Desearía hacer ocho o diez días de Retiro dos veces al año, a saber, en los días entre la Ascensión y Pentecostés, para honrar la gracia que Dios hizo a su Iglesia, dándole su Santo Espíritu para conducirla, y la elección de los Apóstoles para anunciar su Santo Evangelio, y para llevarlo yo a la práctica pondré una particular atención en oírlo y tendré devoción a la Ley de Dios que son sus mandamientos. Los otros días de Ejercicios serán en Adviento… 3.
Te adoro, ¡oh mi buen Dios! y reconozco haber recibido de ti mi conservación; y por el amor que te debo, me abandono enteramente a las disposiciones de tu Santa Voluntad; y aunque llena de flaquezas y de motivos de humillación por mis pecados, me confío a tu misericordia y te suplico, por el amor que tienes a tus criaturas, la asistencia de tu Espíritu Santo, para el total cumplimiento del designio que, desde toda la eternidad, ha tenido tu Santa Voluntad sobre mi alma y sobre todas las que han sido redimidas por la sangre de Jesucristo tu Unico…







