Se me ha dado plena autoridad en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todas las naciones, bautizadlos para consagrárselos al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, y enseñadles a guardar todo lo que os he mandado; mirad que yo estoy con vosotros cada día, hasta el fin del mundo». (Mt 28,19-20).
«La Congregación de la Misión, desde los tiempos del Fundador y por inspiración suya, se reconoce llamada por Dios a llevar a cabo la obra de la evangelización de los pobres». (C 10).
El nacimiento de la Congregación obedece a este dato teológico: Dios es su autor, y Vicente de Paúl el inspirado por el mismo Dios para evangelizar a los pobres. Por consiguiente, la Congregación y cada uno de los llamados a esta Compañía cumplen con su misión evangelizando a los pobres, (misión que consiste en ser, testigos del Resucitado, de su presencia salvadora y de su mensaje, haciendo de todos los pueblos discípulos del Señor.
1. «Hemos sido llamados».
En muchas ocasiones, pero sobre todo cuando explica el fin de la Congregación, San Vicente es muy claro en esto: todos hemos sido llamados por Dios para evangelizar a los pobres según el modelo Jesucristo. En efecto:
«Hemos sido llamados a eso. Sí, nuestro Señor pide de nosotros que evangelicemos a los pobres: es lo que El hizo y quiere seguir haciendo por medio de nosotros. Tenemos muchos motivos para humillarnos en este punto, al ver que el Padre eterno nos destina a lo mismo que destinó a su Hijo, que vino a evangelizar a los pobres y que indicó esto como señal de que era el Hijo de Dios y de que había venido el Mesías que el mundo esperaba. Tenemos, pues, contraída una grave obligación con su bondad infinita, por habernos asociado a El en esta tarea divina y por habernos escogido entre tantos y tantos otros, más dignos de este honor y más capaces de responder a El que nosotros». (XI 386).
2. «Evangelizar es dar testimonio de Dios, revelado en Jesucristo».
La Constitución 10, objeto de nuestra reflexión, centra todo el interés en la obra propia de la Congregación, a saber, la evangelización de los pobres. De ahí se deduce la importancia que tiene el conocimiento de todos los elementos que implica el término evangelizar, teniendo en cuenta además, que:
«Hay un contenido esencial, una sustancia viva, que no se puede modificar ni pasar por alto sin desnaturalizar gravemente la evangelización misma. Por eso, no es superfluo recordarlo; evangelizar es, ante todo, dar testimonio, de una manera sencilla y directa, de Dios, revelado por Jesucristo mediante el Espíritu Santo. Testimoniar que ha amado al mundo en su Hijo; que en su Verbo Encarnado ha dado a todas las cosas el ser, y ha llamado a los hombres a la vida eterna. Para muchos, es posible que este testimonio de Dios evoque al Dios desconocido, a quien adoran sin darle un nombre concreto, o al que buscan por sentir una llamada secreta en el corazón, al experimentar la vacuidad de todos los ídolos. Pero este testimonio resulta plenamente evangelizador cuando pone de manifiesto que para el hombre el Creador no es un poder anónimo y lejano: es el Padre. «Nosotros somos llamados hijos de Dios y en verdad lo somos» (I Jn 3,1), y por tanto, somos hermanos los unos de los otros en Dios». (EN 25-26).
3. En Jesucristo se ofrece la salvación a todos los hombres».
La misma Exhortación Apostólica de Pablo VI continúa desarrollando el punto central de la evangelización tan grato a los Misioneros:
«La evangelización también debe contener siempre —como base, centro y a la vez cumbre de su dinamismo— una clara proclamación de que en Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado, se ofrece la salvación a todos los hombres, como don de la gracia y de la misericordia de Dios. No es una salvación puramente inmanente, a medida de las necesidades materiales o incluso espirituales que se agotan en el cuadro de la existencia temporal y se identifican totalmente con los deseos, las esperanzas, los asuntos y las luchas temporales, sino una salvación que desborda todos estos límites para realizarse en una comunión con el único Absoluto, Dios, salvación trascendente, escatológica, que comienza ciertamente en esta vida, pero que tiene su cumplimiento en la eternidad». (EN 27).
- ¿Respondo con prontitud a todas las llamadas de la evangelización de los pobres, cualesquiera que sean sus circunstancias materiales o espirituales?
- ¿Me esfuerzo en presentar el mensaje de la salvación de manera sencilla y directa?
- ¿Procuro hacer de todos los trabajos obra de evangelización?
Oración:
«Tú, Señor, has suscitado la Congregación de la Misión para evangelizar a los pobres; haz de todos y cada uno de nosotros testigos fieles de Jesucristo, que no tuvo otra misión en la tierra que salvar a los hombres, y ayuda a los que has llamado a esta Compañía a hacer de todas las naciones discípulos de tu Hijo. Te lo pedimos por el mismo Jesucristo».