4. Los Paúles y las primeras Misiones en los campos, cárceles y ciudades.
Mientras tanto los Padres Paúles continuaban su obra. Ya hemos visto que las primeras misiones que realizaron los Hijos de San Vicente en Cuba fueron las de La Habana, del 3 al 18 de marzo de 1864, como preparación a la fiesta de Nuestra Señora de los Dolores., y la de la Isla de Pinos, actualmente Isla de la Juventud, entre los días 10 y 17 del mismo mes y año. Durante la misión, todos los días se oficiaba la Misa a las 7:30 de la mañana seguida de una plática doctrinal. A las 6:00 de la tarde se rezaba el rosario seguido de otra plática doctrinal. Al final, el canto de la Letanía Lauretana y para terminar el sermón del P. Viladás., al que seguía el canto del «Miserere» o del «Stabat Mater». El último día de la misión tenía lugar la comunión general que solía ser repartida por el Obispo Fleix y Solans.
En diciembre de 1865, los Padres Jerónimo Viladás y Fausto Sisteró, que tuvieron a su cargo la misión en Isla de Pinos, dieron otra misión, esta vez en el pueblecito de Cárdenas, a solicitud del Obispo Fleix con motivo del Jubileo concedido por Su Santidad Pío IX.
Aparte de estas primeras actividades, las crónicas recogen como «la época de nuestras florecientes misiones la que comenzó en Noviembre de 1866 con el motivo de la Visita Pastoral». Esta Visita Pastoral fue la que efectuó Mons. Jacinto María Martínez, Obispo de La Habana, precedido y acompañado por los Padres Paúles que llegaban predicando antes de que se presentara el Prelado, desde el 17 de noviembre de 1866 hasta el 20 de marzo de 1867. El Obispo salió de La Habana rumbo a Batabanó después de pernoctar en el pueblo de Bejucal, y en Batabanó tomó el vapor «Nuevo Cubano» rumbo a Cienfuegos, ciudad elegida para comenzar la misión. Llegó el 23 de noviembre a las tres de la madrugada, y las crónicas recordaron el acontecimiento con estas palabras:
Aunque en hora tan temprana, pasaron á saludar á S. E. 1. las primeras autoridades civiles y militares, el párroco vicario foráneo y los PP. Misioneros que por mandato de S. E. I. le habían precedido ocho días antes para preparar al pueblo á la santa visita por medio de la regeneración de sus almas con la recepción de los santos sacramentos.
Así publicó el Boletín Eclesiástico de La Habana, la llegada de Mons. Jacinto María Martínez a Cienfuegos bajo el título «La Santa Visita del Excmo. e Illmo. Sr. Obispo Diocesano». A través del relato de las andanzas del prelado, vamos a seguir de forma resumida la ruta de los misioneros Paúles tal y como lo narra el P Pedro Vargas.
El 23 de noviembre de 1866 comenzó la «Santa Visita» empezando por Cienfuegos. El Obispo dedicó el día 26 a recorrer los cuarteles, el cementerio y los hospitales militar y de la caridad, administrando la confirmación a 2.150 personas. Mientras tanto, uno de los Padres Paúles dio tres días de ejercicios espirituales a los presos en la cárcel de la ciudad. Tal como dice el Boletín Eclesiástico, los Paúles que viajaron a Cienfuegos antes que el Obispo el 17 de marzo de 1866, eran
los Reverendos PP. Marcos y Sisteró en dirección a Cienfuegos para comenzar la Misión al día siguiente. Se comenzaba con el Santo Rosario; seguía la plática doctrinal, canto de letanías, sermón, y se daba fin con el Santo Dios.
Tan impresionados quedaron los vecinos de Cienfuegos con el trabajo de los Paúles, tanto en los barrios de la ciudad como en la cárcel, que el 27 de marzo los habitantes recogieron treinta mil pesos que donaron al prelado para ampliar la Parroquia de la ciudad. El 9 de noviembre salieron de Cienfuegos el Obispo y los PP. Paúles, pasaron por Cumanayagua, donde fueron confirmadas 200 personas, y al día siguiente llegaron a San Fernando de Camarones, donde la cifra de confirmados alcanzó 1.500. A continuación los misioneros partieron para Santa Isabel de las Lajas, pueblo donde lograron grandes frutos. El 21 de diciembre el Obispo puso la primera piedra para comenzar la ampliación de la Iglesia, a la que se agregaron dos naves laterales y un frontis con su torre,58 lo que alegró tanto a la población que
más de 60 jinetes acompañaron a S. E. 1. y a los Misioneros hasta los límites de la jurisdicción.
De Santa Isabel de las Lajas el Obispo y los Paúles pasaron a Cartagena, donde la población repitió las demostraciones de alegría y entusiasmo y luego se dirigieron a Cienfuegos vía Ciego Montero y Palmira, para celebrar allí las Pascuas de Navidad. Se cuenta que en las encrucijadas de los caminos salían a saludarlo masas compactas de ancianos, mujeres y niños que se arrodillaban para pedirle la bendición.6° El 1 de enero de 1867 tuvo lugar una solemnidad que emocionó grandemente a los Padres Paúles que iban con él y realizaban toda la actividad misionera:
Después de unos días de descanso en Cienfuegos… ordenó de sacerdotes con toda solemnidad, a dos diáconos de la Congregación de la Misión, Paúles.
En medio de la misión, el Obispo Jacinto María Martínez, con gran delicadeza no exenta de intención y simbolismo, ordenaba dos sacerdotes Paúles, dos nuevos misioneros. Al día siguiente, 2 de enero, partió el prelado rumbo a Yaguaramas pasando por el pueblo de Abreus. Desde el 29 de diciembre, o sea, cinco días antes, habían realizado el mismo viaje hacia Yaguaramas los PP. Paúles y llevaban cinco días practicando la misión que se prolongó hasta el día 4 de enero de 1867.62 Ese mismo día el prelado celebró la Eucaristía: se confirmaron 774 personas, se confesaron 120 y comulgaron 80. El 5 por la mañana regresaron a Abreus y luego la comitiva tomó el vapor para Cienfuegos, donde celebraron solemnemente la Epifanía. El 7 de enero partieron hacia Trinidad por la vía del puerto de Casilda: en Trinidad permanecieron 22 días, porque los Paúles tuvieron que realizar una intensa labor en la zona y antes de que Mons. Jacinto María Martínez visitara la cárcel el 22 de enero, llevaban cuatro días realizando una pequeña misión para preparar a los presos. El Obispo
celebró la misa en un altar preparado en el patio (de la cárcel) repartiendo el Pan Eucarístico a unas 70 personas y dando luego la confirmación a otras.
El 29 de enero se efectuó el regreso a Casilda. Luego el prelado pasó al pueblecito de Río de Ay, y el 2 de marzo
salió su S. E. 1 para el pueblo de Caracusey a donde llegó a las cuatro y media, siendo recibido por el párroco, PP. Misioneros Paúles, y el espíritu del partido.
Los Paúles siempre iban en primer lugar allanando el terreno, es decir, sensibilizar el espíritu de las personas, evangelizar y predicar, y enseñar la Buena Nueva a los vecinos. Al terminar la misión se habían confirmado 11.415 personas, se confesaron 6.721 y comulgaron 4.892, y los misioneros habían trabajado en 13 pueblos o lugares habitados rurales.
Mons. Jacinto María Martínez reanudó su Visita Pastoral a partir del 13 de febrero de 1868. En esta ocasión partieron con el prelado los Padres Fausto Sisteró y Aniceto José González, de la Congregación de la Misión, e hicieron rumbo a Cárdenas para marchar de inmediato a Sagüa la Grande y seguir viaje a Trinidad, Banao y Sancti Spíritus, donde se interrumpió la visita cuando el Obispo recibió un telegrama del Ministro de Ultramar «reclamando su presencia para conferenciar sobre asuntos urgentes que interesan a la Iglesia y el Estado». Antes de partir, el prelado y los misioneros visitaron el Asilo de la Caridad que las señoras de las Conferencias de San Vicente de Paúl abrieron en beneficio de las niñas desamparadas.
En mayo del año 1869 comenzó de nuevo la Misión. En esta ocasión partía de nuevo el incansable P. Fausto Sisteró con el P. Félix García, que en su momento sería el primer Visitador, en ruta por Santiago de las Vegas, bejucal, Guanajay, San Antonio de los Baños y Güines. El último pueblo que visitaron fue Madruga y desde allí regresaron a La Habana, prácticamente obligados por el comienzo de las grandes lluvias de verano que hacían intransitables los caminos, después de recorrer casi todos los lugares habitados del interior de la actual Provincia Habana.
Los Misioneros reanudaron su obra apostólica en 1871, cuando los Padres Pedro Sainz y Fausto Alejos dieron otra Misión en Cienfuegos a solicitud del Pbro. Francisco Piñera, cura interino de la ciudad.
El año 1872 marcó el auge de las Misiones en la ciudad de La Habana. Los Padres Cipriano Rojas y Francisco Robles realizaron la primera Misión en la Parroquia de Jesús, María y José del 18 al 25 de febrero, y después de esta fecha continuaron las prédicas del P. Eduardo Atienza, para dar continuidad al movimiento de las confesiones, que comenzaba a fortalecerse. A continuación, los misioneros fueron a la Parroquia del Santo Ángel, donde la misión, que tuvo mucha concurrencia, se prolongó hasta el 3 de marzo. Como de costumbre, vino de inmediato la gran Misión en la Iglesia de la Merced, y a continuación el P. Pedro Sainz efectuó unos ejercicios espirituales en la cárcel, y después otros en la Casa de Recogidas.
En el siguiente año 1873, los Paúles dieron misiones en la villa de Guanabacoa, cerca de La Habana, en el pueblo de Colón, Matanzas, y en la ciudad de Cienfuegos que en aquella época se subordinaba al territorio de Las Villas.
En la Cuaresma de 1874, el P. Pedro Sainz comenzó a dar la misión en la ciudad de Matanzas con muy buenos resultados. Los ejercicios espirituales para niñas tuvieron una duración de ocho días y otros tantos los que se dieron para los niños, y finalizaron con una comunión general seguida de procesión. Esta actividad con los jóvenes atrajo la atención de los mayores, que desbordaron con su presencia la Parroquia de Matanzas durante los ejercicios generales de la misión que se prolongaron hasta el Domingo de Ramos. Tan nutrida fue la concurrencia a la Iglesia ese domingo, que en la ciudad se comentó después que no tuvo antecedentes en la práctica religiosa.
Como en otras ocasiones, los misioneros Paúles se presentaron en la oscuridad de las cárceles para confortar a los hombres más solitarios durante la Semana Santa y terminó el Domingo de Ramos cuando los presos recibieron la comunión general. Inmediatamente el incansable P. Pedro Sainz dio otra misión, esta vez en Cienfuegos, acompañado por el P. Tomás Abella.
Al llegar el año 1875, el recorrido apostólico de los misioneros abarcó los pueblos de Colón, Cienfuegos y Cárdenas para regresar otra vez a Cienfuegos. En 1876, el P. Sainz continuó su ruta misionera en el Carmelo en el momento en que el Obispo Apolinar Serrano Diez, sucesor de Mons. Jacinto María Martínez, iba a realizar las confirmaciones. Después pasaron nuevamente por Cienfuegos, regresaron a Matanzas, pasaron por Cárdenas y de allí a La Habana para dar misiones en los barrios del Cerro y Jesús del Monte. A continuación, regresaron a Cárdenas y Cienfuegos.
Comenzaba 1897 cuando los Padres Pedro Sainz y Miguel López dieron un recorrido misionero que empezó en Sagüa la Grande, donde en tres semanas lograron buenos resultados con la fundación de las Conferencias de San Vicente de Paúl para señoras y caballeros, la puesta en marcha de escuelas dominicales, la celebración de matrimonios de parejas que vivían amancebadas, y los bautizos de muchos adultos, entre ellos de numerosos chinos. Durante la primera semana se efectuaron los ejercicios espirituales para niños y niñas, la segunda se destinó a la misión en la cárcel y en la tercera se confesaron los enfermos ingresados en los hospitales militar y civil.
Luego los Padres se dirigieron a los pueblos de Santo Domingo, Cárdenas, Cifuentes, Cienfuegos y Matanzas, donde las misiones se efectuaron en cada uno de los tres barrios en que se dividía la ciudad desde el 4 de junio hasta el 18 de julio, con muy buenos resultados:
En la Parroquia de San Carlos se instalaron la Asociación de los Luises y de las Hijas de María; arreglaron como sesenta matrimonios y bautizaron a chinos y a adultos. En Pueblo Nuevo fundaron la Conferencia de Señoras de San Vicente de Paúl y la Asociación del Sagrado Corazón de Jesús; arreglaron unos cincuenta matrimonios, siendo también bastantes los bautizados de adultos y de chinos. En Versalles hicieron una novena-misión a la Virgen del Carmen, con procesión solemnísima y arreglos de matrimonios y bautizos, como en las otras parroquias. Dirigieron además en el Asilo de San Vicente los Ejercicios que practicaron las Señoras de la Conferencia.
En 1878, año final de la guerra, los Paúles hicieron nuevos recorridos misioneros en los alrededores de la ciudad de La Habana, pasando por los pueblos de Bejucal, El Cano, Arroyo Arenas, Santiago de las Vegas y Marianao… como saldo final, durante los últimos diez años los Paúles dieron misiones en 20 pueblos y ciudades, y en muchos de ellos más de una vez como en Cienfuegos (8), Cárdenas (5), Sagüa la Grande, Colón, Matanzas, Santiago de las Vegas y Bejucal (2 en cada pueblo), para un total de 36 misiones en diversos pueblos a las que incorporar 2 en hospitales, 5 en cárceles, 5 en diferentes parroquias, 4 en los barrios de La Habana y 1 en la Casa de Recogidas, que sumaron 53 misiones durante la Guerra de los Diez Años en el territorio occidental de la Isla.
Los Padres Miguel López y Jenaro Alonso, de la Comunidad de La Merced, en La Habana, efectuaron recorridos misioneros durante 1879 en los pueblos de Remedios, Mayajigua, Placetas y Caibarien (de la provincia de Las Villas) y Guanajay (de Pinar del Río), logrando muy buenos resultados. La actividad misionera continuó en 1880 cuando los Padres Fausto Alejos y Jenaro Alonso tomaron a su cargo un nuevo trayecto misionero por los ingenios «Cristina» y «Asunción», propiedad del matrimonio de D. Juan Pedro y su esposa Da. Concha Baró.
Por esos años los Paúles también hacían sentir su presencia en el territorio oriental. En 1881, el Obispo Ramón Fernández de Piérola decidió realizar una Visita Pastoral y gestionó con la Comunidad de la Congregación de la Misión, con sede en la Iglesia de la Merced, que los Paúles salieran para preparar el terreno a la Santa Visita, como en otras ocasiones.
Los Padres Guillermo Vila y Jenaro Alonso dieron el paso al frente y comenzaron un largo recorrido por los pueblos de Santa Ana, Cidra, Cabezas, Unión de Reyes, Sancti Spíritus, Paredes, Guasimal, Arroyo Blanco y Morón. La crónica del trayecto misionero recogió de esta manera su presencia en la villa de Morón:
El 6 de Abril llegamos á la villa y Vicaría de Morón después de un viaje de 14 leguas, y ese mismo día comenzó la Misión, en la que instruimos á los niños, y al día siguiente comenzaron las confesiones, llegando á unas mil, y á unas setecientas las comuniones; pero ¡cuántos más hubieran confesado si hubiésemos podido disponer de tiempo!; esto no era posible, pues el Lunes Santo salimos con dirección á La Habana en compañía de los Padres Jesuítas y del Obispo, embarcándonos en el mismo día en el Júcaro, en un cañonero preparado para traernos á Cienfuegos, teniendo que dormir aquella noche vestidos en la cubierta, con la maleta por almohada, las tablas por cama y el cielo por techo.
Una vez que los Paúles desembarcaron en Cienfuegos, continuó la. Misión junto con la Visita Pastoral por el pueblo de Camarioca, al que llegaron el 23 de abril. En la pequeña villa los Paúles visitaron las casas, una por una, urgiendo a los niños para que fueran a recibir la doctrina, y por este medio captaron, simultáneamente, la asistencia de los mayores. Luego los Paúles continuaron su trayectoria por Lagunillas, Guacanayabo, Guamutas, Hato Nuevo y El Roque, con muy buenos resultados.
Los Padres Jenaro Alonso y Fausto Alejos, invitados más tarde por el Obispo Fernández de Piérola, continuaron trabajando en las misiones desde el 21 de diciembre en la provincia de Las Villas, siempre como heraldos de la Visita Pastoral que realizaba a continuación el Obispo. El recorrido fue muy largo y en esta ocasión fueron del sur al norte pasando por Trinidad, San Pedro de Palmarejo, Guinía de Miranda, Placetas, Las Vueltas, Caibarién, Yaguajay, Mayajigua, Cienfuegos y Corralillo. En el pueblo de Vueltas los resultados fueron notables. Se trataba de un lugar habitado por 13 ó 14 mil habitantes al que llegaron los misioneros el 23 de enero de 1882. Allí permanecieron durante 12 días, logrando tal concurrencia a la doctrina, los sermones y el confesionario, que los PP. Jesuitas que participaban en la Visita Pastoral, el hermano del Obispo y el propio Mons. Fernández de Piérola, tuvieron que acudir para asistir a los Paúles en las confesiones; tan grande era la multitud que deseaba reconciliarse con Dios. Para crear espacio tuvieron que sacar el púlpito y ponerlo en la puerta de la Iglesia, a pesar de que no era pequeña. A tal punto llegó la afluencia de público con ansias de confesarse, que la gente dormía en los soportales y en el atrio de la Iglesia para asegurar un turno en el confesionario, a pesar de que siete sacerdotes estuvieron oyendo las confesiones desde las cuatro y media de la mañana hasta las doce de la noche, durante cuatro días: más de cinco mil personas tuvieron acceso al sacramento, y el número hubiera sido mayor si el Obispo Fernández de Piérola no hubiera decidido, al finalizar el cuarto día, continuar el viaje rumbo a Caibarien.
Los mismos misioneros, Padres Alonso y Alejos, volvieron a realizar trayectos misioneros en abril de 1882, precediendo como siempre a la Visita Pastoral. Salieron cinco días antes que partiera el Señor Obispo con su comitiva e hicieron un largo camino por el centro y sur de la provincia de Las Villas pasando por Cienfuegos, Camarones, Cumanayagua, Cartagena, Yaguaramas, Las Cruces y Santa Clara. La crónica recogió en un detallado informe la actividad de los misioneros Paúles en Santa Clara con estas palabras:
Comenzamos la Misión con los niños de los colegios á las ocho de la mañana, y por la tarde á los adultos, llenándose todas las noches la iglesia. A diez mil y pico llegaron las confirmaciones, y como unas ocho mil las confesiones, y comulgaron unas siete mil personas. El quinto día llegó Su Ilustrísima con los PP. Jesuítas…; el P. Alonso, con el beneplácito del Sr. Obispo, fundó la Asociación de Hijas de María, entrando las primeras como unas 60 jóvenes de lo más escogido de la población.
El día 5 de diciembre continuó su marcha la Visita Pastoral pasando al territorio de la actual provincia de La Habana y siguiendo la ruta de los pueblos de San Francisco de Paula, San José de las Lajas, Santa Catalina, Pipián (a este pueblo arribaron en enero de 1883), Guara, Nueva Paz, San José de los Ramos, Aguacate, Arcos de Canasí, Bainoa, San Matías del Río y Llanes, donde el P. Jenaro Alonso fundó la Asociación de las Hijas de María, y por último Casiguas. Desde este pueblo los Padres Paúles regresaron a la Ciudad de La Habana, porque debían predicar la Misión de los Dolores en la Iglesia de la Merced.
El Obispo Ramón Fernández de Piérola y López de Luzuriaga decidió continuar al fin de año la Visita Pastoral, y los Padres Guillermo Vila y Jenaro Alonso salieron en la avanzada, según la práctica acostumbrada. Era el mes de noviembre de 1883 cuando comenzaron un extenso recorrido por la provincia de Pinar del Río pasando por Mariel, Cabañas, Bahía Honda, Palma, San Andrés, San Cayetano, Baja y Mantua. Al llegar el año 1884 continuaron su viaje rumbo a Lomas, Remates de Guane, Las Martinas, Grifa, Sábalo, San Luis, Pinar del Río, Alonso Rojas, Pilotos, Los Palacios, Santa Cruz y Las Mangas. Tuvo particular interés la Misión que tuvo por escenario Las Lomas. Los Paúles narraron tiempo después que dejaron al Sr. Obispo y salieron con el Teniente Cura para evangelizar en varios cuartones que distaban unas siete leguas del pueblo, o sea, casi 40 kilómetros. Cuando llegaron al cuartón de San Carlos, casi en el extremo occidental de la Isla, sitio sembrado de excelente tabaco y rodeado por las montañas, tuvieron la gloria de ser los primeros misioneros que llegaban al extremo occidental de Pinar del Río. Aquél pueblo diminuto, ubicado en un pintoresco valle, era el lugar habitado más remoto de Cuba y casi todos sus habitantes eran campesinos de origen canario. A las vegas de tabaco de ese valle se llegaba por un paso abierto entre las montañas o por el río Cuyaguateje.
Fernández de Piérola prosiguió aquella Visita Pastoral poco después de comenzar 1885. En el mes de febrero salieron los Padres Alonso y Rodríguez en un largo y minucioso recorrido por los campos de La Habana que abarcó los pueblos de San Antonio de los Baños, Vereda Nueva, El Cano, Quivicán y Marianao.
Después de 1885, las Misiones perdieron parte de su gran impulso inicial tal vez porque el Obispo Ramón Fernández de Piérola, que se encontraba preparando su partida, descontinuó las Visitas Pastorales, y porque el nuevo Obispo, Mons. Manuel Santander y Frutos, que llegó a la Isla el 5 de diciembre del año 1887 y se vio envuelto en pleitos y problemas eclesiales desde el primer momento, no atinó a materializarlas sino hasta bien entrado el año 1889, cuando salieron nuevamente los Paúles, en esta ocasión representados por los Padres Rodríguez y Vega. En esta misión recorrieron los pueblos de Güines, Calabazar, El Calvario, Guanabo, Casiguas, Marianao, Guatao y Hoyo Colorado, lugar al que llegaron en 1890 para continuar después por tierras de Pinar del Río, Guane, Mantua y Consolación del Sur.
En todos los pueblos en que se contaba con cárcel, como sucedía en los que eran cabecera de municipio o de provincia, y en casos aislados por tratarse de lugares con gran densidad de población, se dieron misiones a los presos. De esta forma, y en algunas ocasiones más de una vez, llegaron los misioneros Paúles a las cárceles de Cienfuegos, La Habana, Guanabacoa, Matanzas, Sagüa la Grande, Colón, Sancti Spíritus, Morón, Trinidad, Caibarién, Santa Clara y Pinar del Río. Durante más de veinte años, y por las vastas extensiones que van desde la provincia de Las Villas hasta la de Pinar del Río, los misioneros de la Congregación, que fundara San Vicente de Paúl, recorrieron prácticamente todos los pueblos y lugares habitados. En ocasiones alcanzaron los lugares más recónditos de los campos y se presentaron en los pueblos de Güane y Mantua, los últimos pueblos del escabroso y poco habitado extremo occidental de la Isla de Cuba.
En el capítulo VIII trataremos más a fondo el tema de las misiones en sus dos facetas más importantes, a saber, La Obra de las Misiones Parroquiales y la Obra de San Vicente de Paúl al servicio del preso, ambas obras maestras del saber organizativo del P. Hilario Chaurrondo.