3. Tercera fundación de los Padres Paúles. El Colegio del Sagrado Corazón de Jesús. Matanzas, 1892.
El golpe que sin lugar a dudas representó para los Padres Paúles dejar la dirección del Seminario de San Carlos y San Ambrosio no impidió, en ningún momento, que sus planes continuaran, y en 1892 llevaron adelante la tarea de fundar una Casa de la Congregación de la Misión en Matanzas y un Colegio en la misma ciudad, que pusieron bajo la advocación del Sagrado Corazón de Jesús, y que llegó a ser la mejor escuela que fundaron los Hijos de San Vicente en la Isla de Cuba.
Desde hacía varios años los Paúles venían pensando en fundar un colegio que completase su labor misionera. La formación de los jóvenes era un proyecto que llevaban estudiando y madurando durante bastante tiempo. La ocasión no se hizo más de esperar. Vivía en La Habana un anciano y virtuoso sacerdote. Este hombre, Francisco Gisbert, tenía mucha amistad con los Padres de la Merced desde los tiempos del P. Viladás. Cuando murió, nombró albacea testamentario al P. Güell. Tenía el P. Gisbert 10.000 pesos puestos en una hipoteca en una casa de la calle de Riela en La Habana, y estos 10.000 pesos fueron el principio que deparó la Divina Providencia para dar comienzo al Colegio de Matanzas. Con ellos se compró la primera casa que sirvió para instalar el Colegio, que después se ampliaría con la compra de otra casa. Se inauguró en Septiembre de 1892 con 23 alumnos, y cosa curiosa, casi todos despedidos de otros colegios por indisciplinados. Pero la paciencia de aquellos Padres y su saber pedagógico, dio muy buenos resultados, por lo que a los tres meses ya contaban con 100 alumnos.
El paso previo a la fundación del colegio fue el de erigir la Casa de la Congregación de la Misión en Matanzas, y con este objetivo el P. Félix García, Superior de la Comunidad de los Paúles en Cuba, escribió estas líneas al Obispo Manuel Santander el 8 de febrero de 1892:
Con objeto de dar principio a la fundación de una Casa en Matanzas, pongo a la disposición de &SI dos Sacerdotes y un Hermano Coadjutor de la Congregación de la Misión, esperando se les de ocupación propia en su Instituto y posesión necesaria para su subsistencia, y ellos obedecerán a S.S.I humilde y constantemente en todo aquello que sea conforme a su Instituto, según lo requiera la Santa Regla.
Manuel Santander no demoró la cuestión por lo que la respuesta llegó con mucha rapidez al Vicario Foráneo y Párroco de la Iglesia de San Carlos de Matanzas. El 20 de febrero del mismo año ya estaba en sus manos la respuesta firmada por el Pbro. Braulio Orne y Vivanco, Vicario Foráneo de Matanzas, párroco de término, que después de instaurada la República en 1902 sería Obispo de la nueva Diócesis de Pinar del Río, por el P. Romeu, párroco de la Iglesia de San Juan Bautista de Pueblo Nuevo y por el P. Martínez, párroco de la de San Pablo Apóstol sita en el barrio de Versalles. La respuesta fue dada en términos muy favorables, ya que desde hacía mucho tiempo existía el propósito de que se establecieran en Matanzas los Padres Carmelitas, los Paúles y los Pasionistas, aunque estos últimos desistieron del empeño y se marcharon para fundar casa en Santa Clara. El informe agregaba que los Paúles podrían optar por las capellanías de los Asilos de Beneficencia de la ciudad.
Después de estudiar los informes que presentaron los párrocos, el Obispo Santander trasladó el asunto con su visto bueno, según la práctica usual, al Gobernador Eclesiástico Sede Plena, P. Juan Bautista Casas, quien dictó con fecha 1 de marzo de 1892 un Decreto por el que autorizaba al P. Félix García, Superior de la Comunidad de la Congregación de la Misión, para fundar una casa de su Instituto religioso en la ciudad de Matanzas.
Poco tiempo después, con fecha 14 de abril de 1892, el Obispo Manuel Santander y Frutos recibía un oficio procedente de Matanzas y firmado por el Pbro. Sebastián Estero, por el cual este sacerdote renunciaba a su cargo de Capellán de la Casa de Beneficencia de Matanzas y manifestaba que iba a trasladarse para La Habana, razón por la cual el prelado designó para cubrir la vacante a uno de los Padres Paúles que ya se encontraban residiendo en el pueblo. Como es lógico suponer, este suceso facilitó grandemente el establecimiento de los Padres en la ciudad. Una vez fundada la casa de la Comunidad los Padres Paúles pusieron todo su empeño en hacer realidad el sueño de tantos años.
Desde su llegada a Matanzas, los Padres Paúles llevaban el empeño de fundar un centro de enseñanza según el carisma de los Vicentinos. En seguida iniciaron los trámites necesarios y después de cubrir los requerimientos del caso, abrieron en septiembre de 1892, el que se llamó Colegio del Sagrado Corazón de Jesús, con una matrícula inicial de 124 niños que fue creciendo rápidamente año tras año hasta llegar a la cifra de 300. El Colegio fue provisto con una excelente biblioteca, dotada con libros seleccionados cuidadosamente. Su fundador y primer Rector fue el P. Leonardo González Villanueva, que lo dirigió desde 1892 hasta 1897.
El Colegio del Sagrado Corazón de Jesús, fue una de las más prestigiosas fundaciones realizadas por los Padres Paúles, Auguraba para la ciudad las mejores esperanzas y para los Paúles un futuro esperanzador. El Colegio era una misión continua y una lluvia pertinaz que calaba hasta los corazones de los jóvenes. Muy pocos años después, ya instaurada la República de Cuba y sobre todo desde los comienzos de la segunda década del siglo XX cuando comenzó a desarrollarse con rapidez la economía de la Isla, el Colegio llegó a alcanzar una matrícula de 300 estudiantes.
Dice el P. Chaurrondo, al efecto, «que los Paúles tienen el mejor de sus colegios en Matanzas, la ciudad pedagógica por excelencia en la República.»
La calidad de la enseñanza que se impartía en el Colegio del Sagrado Corazón de Jesús y la capacidad y pedagogía de los Padres Paúles que ejercían como profesores en sus aulas, hicieron posible que el ilustre publicista Adolfo Dollero, autor de la impresionante obra titulada Cultura Cubana impresa en el año 1919 y en el tomo dedicado a la provincia de Matanzas, elogiara con mucha justicia la enseñanza que se brindaba en la institución.
Dollero dedicaba párrafos muy halagadores a las clases de Gramática que estaban a cargo del P. Nieto, a la gran calidad de la enseñanza de la Contabilidad y del Comercio, cuyas prácticas eran realizadas por los alumnos en el pequeño Banco Yucayo de Matanzas, a las clases de Inglés que impartía el P. Romero con los mejores textos y métodos, a la calidad de las de Ciencias Naturales, el alto valor docente del museo que albergaba una Sala de Historia Natural, así como el magnífico equipamiento del Gabinete de Física y Química, la amplia biblioteca que estaba a disposición de los alumnos, el proyector cinematográfico que servía de complemento audiovisual de la enseñanza y como entretenimiento, y la práctica del deporte. Adolfo Dollero, dejó estas líneas para la posteridad:
En la Sala de Historia Natural, hay un pequeño museo, con una regular colección de minerales, y algunas más reducidas de peces, de mamíferos, de ofidios, de lepidópteros…
El Gabinete de Física y Química posee los aparatos para todos los experimentos fundamentales. No se necesita más, porque en el Colegio «Sagrado Corazón de Jesús», los alumnos generalmente no permanecen más allá de los 15 años de edad.
Al concluir mi visita a las clases, pasé a los dormitorios limpios y ventilados, como los baños y demás servicios higiénicos.
Muy digno de ser mencionado es el cuarto de aseo personal, en el que los lavabos modernos, elegantes y muy prácticos pregonan su procedencia norteamericana.
La Biblioteca cuenta con más de 1,000 volúmenes: entre ellos varias enciclopedias valiosas, varios tratados de Historia y libros, en fin, que pertenecen a los varios campos de la intelectualidad humana.
Los alumnos no están autorizados a disponer libremente de cualquier libro, pero pueden solicitar, para su lectura, alguno de los que los profesores juzguen a propósito para la edad y los conocimientos de cada uno: disposición ésta muy acertada.
Por último, el Colegio dispone de un aparato de películas cinematográficas y proyecciones, que atrae no sólo a los alumnos internos sino a los demás también.
Los deportes no han sido descuidados: ciclismo, juego de pelota, lucha, gimnasia sueca.
Los PP. Paúles organizan jiras campestres y juegos, para que los niños encuentren diversiones modernas y propias de su edad. Acaban de adquirir un gran terreno en el Paseo Martí en donde los alumnos, los jueves y los domingos, irán a jugar foot-ball y base-ball.
Sobre la calidad de la enseñanza que impartían los Hijos de San Vicente y sobre otros aspectos fundamentales de la vida del Colegio, Dollero añadía que
De acuerdo con las exigencias de la época, en cuanto a la Pedagogía, Disciplina Escolar e Higiene se refiere, ellos siempre emplean los métodos más modernos. Y así podemos asegurar, sin temor a equivocarnos, que el Colegio «El Sagrado Corazón de Jesús», de los PP. Paúles, en Matanzas, es un plantel modelo en su género, no sólo en esa Provincia, sino en toda la República de Cuba.
Otra opinión autorizada sobre el Colegio del Sagrado Corazón de Jesús se publicó en 1917 en The Blue Book of Cuba, que le dedicó entre otros los párrafos siguientes:
«Penetrados los PP. Paúles de esta necesidad (de la educación) sentida ha tiempo ya en Cuba; atentos a su ministerio y a la honrosa misión que ellos se han impuesto como educadores de la juventud; hace veinticuatro años que fundaron el Colegio de que nos ocupamos, y en él vienen laborando en silencio, con fe, porque están seguros de que «el premio es la virtud misma», y así lo graban en el alma de sus discípulos.
Casi simultáneamente y en la misma ciudad, el magazine La Lucha comentaba que el Colegio fundado por los Padres Paúles en Matanzas era «el colegio por antonomasia», y el único centro de estudios para varones que había heredado «los grandes métodos de educación, la Pedagogía completa desarrollada en la formación del niño y (el lugar) donde aprendían la moral, la religión y la honradez para que cada uno de los alumnos fuera en la infancia «un niño bueno, obediente y aplicado y para más tarde ser un ciudadano y después un católico declarado«.
El citado magazine terminaba sus palabras sobre el Colegio del Sagrado Corazón de Jesús con los pronunciamientos siguientes:
La vida del colegio «El Sagrado Corazón de Jesús» ha sido sobremanera exuberante y las arduas labores de sus Directores y Profesores han sido coronadas con el verde laurel del triunfo, con la cosecha abundante de hombres de ciencia y honradez cívica que se precian de haber sido alumnos de dicho plantel y que son la honra de su colegio y hoy día forman la crema del elemento social y científico de la Atenas de Cuba.
Si volvemos a la monumental obra Cultura Cubana, podemos apreciar la opinión que declaraba Adolfo Dollero:
Los grandes colegios modernos de los PP. Paúles han adoptado en la actualidad los sistemas de enseñanza aceptados universalmente, manteniendo solamente fijo e inquebrantable el principio religioso, que es un medio de disciplina. El Colegio «El Sagrado Corazón de Jesús», de los Rdos. Padres de San Vicente de Paúl, es una prueba de mi aseveración: lo he visitado detenidamente, permaneciendo en él algunas horas, asistiendo a las clases, preguntándolo todo, examinando los libros de texto.
Aparte del P. Leonardo González, que fundó el Colegio en el año 1892 y le señaló sus rumbos definitivos, merecen especial mención por su desempeño los Padres Juan Álvarez Crespo, Visitador de la Provincia de las Antillas (1914-1925) quien por su elevada espiritualidad, su cultura inmensa, su corazón bondadoso y su trato exquisito, era una de las figuras más descollantes de la Congregación de la Misión en la Cuba de entonces, Así mismo los Padres Saturnino Ayerra, tan destacado por su bondad y sencillez, y bajo cuya dirección el Colegio del Sagrado Corazón de Jesús alcanzó la matrícula más numerosa, y el P. Juan Rodríguez, competente matemático que mejoró e implantó procedimientos que hicieron innecesarios los logaritmos para los cálculos de interés y descuento compuestos.
Para los futuros historiadores, aquí quedan los nombres de los superiores del Colegio que escribieron esa gloriosa gesta.
- Leonardo Gonzáles Villanueva, 1892-1897
- Juan José Soriano 1897-1899
- Pedro Pastor 1899-1910
- Juan Álvarez 1910-1914
- Saturnino Ayerra 1916-1920
- Juan Rodríguez Cabrera 1920-1925
El curso 1925-1926 fue el que daba fin a las tareas colegiales llevadas a cabo en un cuarto de siglo glorioso. La dirección del Colegio se hacía cada día más difícil. Estamos en el año 1926 y tanto la Isla de Cuba, como la iglesia Católica, atraviesan por una situación escabrosa. Es un momento de crisis económica mundial que se refleja en una Isla que depende sobre todo del comercio exterior y que funciona con las importaciones. Todas las obras de los Paúles se resentían por falta de recursos y entre ellas, el Colegio del Sagrado Corazón de Matanzas. En el caso particular de este colegio, se notaba además la escasez de profesores porque los Paúles, al ir ampliando sus casas o establecer nuevas fundaciones, había que repartirlos entre todas ellas. Fue en el año 1926 cuando el Colegio hizo crisis y se comenzó a hablar de arrendarlo o venderlo a los Hermanos Maristas.
Ese año 1926 pasó por Cuba el P. Joaquín Atienza, quien después de valorar la situación y reflexionar cuidadosamente, comenzó a sopesar la posibilidad de que los Paúles no continuaran a cargo del Colegio. Resultaba dificil para todos los Misioneros cerrar una institución que había ganado tanto prestigio sin hablar del problema que representaría para los alumnos el cese del colegio, por lo que se decidió que lo más adecuado sería ceder el centro de estudios a los Hermanos Maristas.
Se llegó a un acuerdo. Ellos tomaron la decisión de alquilar el colegio, quedándose los Paúles con el primitivo edificio de tres pisos que daba a la calle de Pío. El contrato se cerró estando el P. Atienza en Cuba, de suerte que el curso de 1926 ya se abrió con los Hermanos Maristas. Los Paúles, al dejar la dirección del colegio, siguieron dedicándose a las capellanías y al cuidado de la catequesis. Por supuesto que se cuidó el culto de la Capilla. La concurrencia del pueblo a la Capilla se multiplicó, pues el culto era la principal labor, de tal manera, que tuvieron que añadir una capilla lateral con bancos para acomodar al público, sobre todo los domingos.
En el año 1962, por miedo a las circunstancias políticas y ante la expulsión de muchos de los Misioneros Paúles, se destruyeron todos los libros de contabilidad y las actas de los Consejos Domésticos del Colegio, por lo que no nos es posible trazar la marcha económica y de otros asuntos de importancia relacionados con el Colegio. Ante la carencia de esas fuentes de información no nos es posible poner en tela de juicio la decisión del cierre del colegio, que por otra parte, de no haberlo cerrado en el año 1926, nos hubiéramos visto obligados a hacerlo años más tarde con el triunfo de la Revolución ante la confiscación, por parte del Gobierno revolucionario, de todos los colegios privados.
Ante los hechos históricos, solo nos queda por añadir, que el paso de los Padres Paúles por Matanzas será, para siempre, una de las páginas más brillantes de los Padres Paúles en Cuba.