«Vida del Venerable siervo de Dios Vicente de Paúl, fundador y primer superior general de la Congregación de la Misión», escrita por Fray Juan del Santísimo Sacramento, del Órden de San Agustín. En Nápoles: por el De Bonis, 1701
Nuestra Web se alegra de poder mostrar esta joya literaria dedicada a Vicente de Paúl, escrita sólo cuarenta años después de la desaparición del Fundador y Primer Superior General de la Congregación de la Misión. Primera biografía de nuestro santo escrita en español, este magnífico ejemplar del recién estrenado siglo XVIII consta de un Primer Libro que a través de sus treinta y cuatro capítulos narra con elegancia la biografía y el testimonio vital del protagonista. En su Libro Segundo, vertebrado en veintitrés capítulos, el autor Fray Juan del Santísimo Sacramento, miembro de la Orden de San Agustín, ensalza las cualidades espirituales apreciadas en el ejercicio de la Caridad, la Oración y la continua e infrenable expansión de sus Asociaciones, Cofradías de la Caridad y Fundaciones más importantes, la Congregación de la Misión y la Compañía de las Hijas de las Caridad.
Basamos nuestra transcripción en un ejemplar publicado en México en el año 1844, una edición corregida y aumentada, adaptando la grafía a los usos actuales.
Capítulo primero: Patria, nacimiento y educación de Vicente.
NACIÓ Vicente de Paúl en el reino de Francia, en una oscura aldea llamada Pui, cerca de la ciudad de Acqs. Mayor grandeza y excelencia es ennoblecer la patria que ennoblecerse con ella. Fue su nacimiento a 24 de Abril de 1576, gobernando la Iglesia el Señor Gregorio XIII: su padre se llamó Juan Guillermo de Paúl y su madre Bertranda de Moras; apellido que no corresponde a la lengua francesa, sino que parece propio de la española, lo que fácilmente se puede creer, porque la aldea donde vivían estos dichosos casados está muy cerca de la raya de Cataluña. Aunque eran pobres de bienes de fortuna, no lo eran de bendiciones del cielo, pues lograron en Vicente una larga prosperidad de glorias y un hijo que hiciese eterna la memoria de sus padres. Conservaron en su matrimonio con mutuo afecto la paz y unión, y fueron ejemplo de virtud para sus hijos: agregábase a esto la inocencia y pureza de costumbres que formaba el vínculo más dichoso y más digno de tan singular y hermoso fruto, pues la virtud y santidad de los casados la premia el cielo con hijos virtuosos. Sus posesiones se reducían a una estrecha y pobre casa, y a una pequeña heredad, que cultivaban con sus manos para sacar el corto sustento a que los reducía su estado humilde; de modo que siempre vivían con el sudor de su rostro, pero contentos con su suerte, recibiendo todo con placer de la mano divina. Era Vicente el tercer hijo; los primeros años de su infancia los pasó cuidando un rebaño de ovejas, como si en ese rústico empleo se ensayase para conducir después otras muchas al aprisco del Pastor divino.
En aquella tierna edad y en tan humilde ocupación ya daba señas Vicente de que Dios le tenía destinado para ejercicio más noble, manifestando un talento y disposiciones poco comunes, que parece se complacía el cielo en ocultar bajo un exterior despreciable. Tales disposiciones determinaron a su pobre padre, aunque falto de recursos, a que siguiese Vicente la carrera de los estudios para llegar a ordenarse, pareciéndole que los talentos de su hijo podrían después hacerlo afortunado, y que la carrera de la Iglesia daría más tarde nombradía y honores a su familia; como había sucedido a un vecino suyo, que siendo pobre y de baja esfera como él, lo había sacado de la miseria y oscuridad un hijo sacerdote que consiguió y empleó en ello una buena renta eclesiástica, que en verdad no era suya. Este ejemplo que tenía a la vista el padre de Vicente, lo llenó de esperanzas, pues en el corazón más tibio la emulación sabe despertar deseos. Mas como los designios de Dios son tan diversos de los que ordinariamente tienen los hombres, lacarrera de Vicente, como después veremos, no sirvió para sacar a su familia del abatimiento, sino para engrandecer el reino de Cristo.
El humilde linaje de Vicente y el tiempo que ha transcurrido desde su nacimiento, son causa de que ignoremos muchos acontecimientos de los primeros años de su vida, que suelen ser pronóstico del curso de toda ella. Sabemos sin embargo que desde muy temprano ardía la caridad en el corazón de Vicente: ocupábalo continuamente el cuidado de los pobres, hasta el punto de olvidarse de sí mismo; y muchas veces si encontraba algún mendigo al volver del molino, le obligaba a que tomase una parte de la harina que llevaba, como si él mismo no fuese necesitado. Verdad es que en esto no temía disgustar a su padre, porque era muy caritativo, y gustaba mucho de que su hijo lo fuese.
Manifestóse bien el amor que tenía Vicente a los pobres en una acción cuya historia debe transmitirse a la posteridad, y es la siguiente. Había adquirido el inocente mancebo y guardaba como un tesoro un medio escudo,1 que aunque en sí es pequeña moneda, pero considerado el estado humilde de Vicente y la pobreza del país en que vivía, debía parecerle cantidad considerable, pues el que no sabe lo que es riqueza, estima en mucho lo que vale poco. Sucedió, pues, que viendo un día a un pobre que pedía limosna, movido su corazón por el sentimiento de la caridad, y sin atender a su propia pobreza, le dio aquel dinero que tenía; prueba clara de una piedad extraordinaria, pues darlo todo sin guardar nada, es prodigalidad de caridad nada común, y parece acción impracticable en quien se ve, como él estaba, rodeado de miseria. Este acto en tan tierna edad manifiesta que el amor del prójimo y el desprecio de las cosas del mundo tenía profundas raíces en el corazón de Vicente.