Vicente de Paúl, Documento 135: Bula De Erección De La Congregación De La Misión

Francisco Javier Fernández ChentoEscritos de Vicente de PaúlLeave a Comment

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12 de enero de 1633

Urbano, obispo, siervo de los siervos de Dios, a nuestro querido hijo secretario de nuestro venerable hermano el arzobispo de París, salud y bendición apostólica.

Por hacer las veces en la tierra, aunque indigno, de nuestro señor y salvador Jesucristo, autor de nuestra salvación y maestro de toda la doctrina de salvación, y por tener que atender a las obligaciones del ministerio pastoral, el aumento del culto divino, a la propagación de la religión y a la salvación de las almas, hemos de abrazar con afecto de padre los piadosos y santos deseos de todos los fieles, especialmente de los que son nobles por su estirpe, que entregan generosamente sus bienes para ello, y los de los piadosos varones eclesiásticos que se consagran al servicio de Dios y a la salvación de las almas, a fin de instituir congregaciones religiosas para instruir a los ignorantes en la doctrina divina, sembrar sus consejos y preceptos saludables y llevar a cabo el ejercicio de obras piadosas que tiendan a promover el culto divino y el bien de las almas, concediendo especiales gracias y favores, junto con nuestra aprobación e institución, a dichas congregaciones, tal como creamos conveniente en el Señor.

Hace poco nuestros amados hijos Vicente de Paúl, presbítero de la diócesis de Dax, en la Aquitania, superior general, y todos los clérigos, presbíteros y compañeros suyos de la congregación llamada de la Misión, de la ciudad de París, nos han presentado una petición en la que se contenía lo siguiente que nuestro querido hijo y noble varón Manuel de Gondi, conde de Joigny y general de las galeras de todo el reino de Francia, y nuestra querida hija en Cristo su esposa Francisca Margarita de la Rochepot, considerando que tiene gran importancia para la salvación de todos los cristianos la instrucción en los divinos preceptos y en las enseñanzas de la fe católica, la asidua predicación y audición de la palabra de Dios, la frecuencia de la confesión sacramental y la digna recepción del santísimo sacramento de la eucaristía, y sabiendo que a los que habitan en las principales ciudades no les faltan predicadores y animadores, insignes por su doctrina y su piedad, que los edifican con sus sermones y les enseñan todo lo necesario para la salvación con gran alabanza y fruto de sus almas, mientras que los que habitan en las villas, aldeas, cortijos y lugares más pequeños, y especialmente los campesinos, no reciben estos mismos cuidados e ignoran los preceptos de la fe católica, la forma de confesar debidamente sus pecados y las demás cosas que pertenecen a la salvación, por lo que necesitan mayores auxilios y apenas pueden lo.s párrocos atender a tanto trabajo, de lo que se sigue un daño muy lamentable para las almas por cuya redención nuestro Dios y Señor Jesucristo, después de encarnarse, se dignó padecer muerte de cruz, creyeron que sería de gran provecho para la salvación de las almas y una obra muy agradable a Dios instituir una piadosa congregación de varones rectos e idóneos que se encargasen de la instrucción de los campesinos y de los habitantes de las aldeas, pueblos y lugares humildes y donaron la cantidad de cuarenta y cinco mil libras turonesas para la institución o fundación de esta casa o congregación en la ciudad de París.

Una vez tomada esta santa resolución, dicho padre Vicente, a quien le había también inspirado Dios, autor de todos los bienes, esta misma idea, emprendió con unos pocos esta obra tan útil a la cristiandad, dando principio a una congregación. Luego, con la ayuda de Dios, encontró a otros muchos varones eclesiásticos, piadosos y de buen corazón, deseosos de abrazar su género de vida, que se retiraron a una casa debidamente acondicionada para morar en ella en la ciudad de París, con el permiso de nuestro venerable hermano Juan Francisco de Gondi, actual arzobispo de París, que en conformidad con su misión de pastor vigilante y piadoso, solícito de la salvación de su grey, con la esperanza de que se seguirían grandes frutos para provecho de las de tan útil instituto, aceptó con paternal benevolencia a sus fundadores y encomendó mucho al Señor su piadoso propósito; allí siguieron viviendo y viven actualmente en común bajo el gobierno y dirección del padre Vicente, elegido y designado como superior general vitalicio de dicha casa y congregación, llamada congregación de la Misión, que ha prescrito los siguientes capítulos y reglas para su debida observancia:

A saber, que el fin principal y el objetivo especial de esta congregación y de sus miembros ha de ser, con la ayuda de Dios, buscar junto con su propia salvación la de las almas que residen en los pueblos, aldeas, tierras y lugares más humildes. Pero en las ciudades donde hay arzobispo, obispo, concejo o bailío, los clérigos y sacerdotes de esta congregación no desempeñarán públicamente ninguna de las f unciones de su instituto, aunque privadamente habrán de instruir a los que hayan de ser promovidos a las sagradas órdenes, procurando que hagan ejercicios espirituales y confesión general de toda su vida durante quince días antes del tiempo de la promoción a fin de recibir dignamente dichas órdenes. Promoverán también el culto especial a la santísima Trinidad, al sagrado misterio de la encarnación y a la bienaventurada Virgen María, Madre de Dios.

Los miembros de esta congregación, aunque sujetos en cuanto a la disciplina y a la dirección a sus superiores y a su general, estarán también sometidos a los ordinarios del lugar solamente en lo que se refiere a las misiones, de forma que dichos ordinarios podrán enviar a los lugares de su diócesis que creyeran conveniente a los que designen sus superiores.

En los lugares adonde sean enviados enseñarán a los ignorantes los divinos preceptos, los instruirán en los rudimentos de la doctrina cristiana, escucharán sus confesiones generales y les administrarán el santísimo sacramento de la eucaristía, le dirigirán al pueblo alocuciones familiares acomodadas a su comprensión y le enseñarán el catecismo, aunque siempre después de haber obtenido la licencia del párroco para ello, sin la cual no emprenderán los mencionados ejercicios.

En los lugares en que desempeñen las funciones de catequesis y de predicación procurarán fundar, bajo la autoridad del ordinario, las llamadas Cofradías de la Caridad para auxilio de los pobres enfermos. Se esforzarán también en aplacar las riñas, disensiones y discordias, componiéndolas con mucha caridad.

Recibirán en las casas de dicha congregación a los rectores de las iglesias parroquiales y a cuantos deseen prepararse para regir sus iglesias, para hacer ejercicios espirituales.

Finalmente procurarán que dichos rectores se reúnan todos los meses para tratar de los casos de conciencia y la administración de los sacramentos, siempre que pueda hacerse esto oportunamente, atendida la proximidad de los lugares y sin detrimento de sus cuidado,s. Todo ello se realizará gratuitamente, sin esperanza alguna en premios humanos, sino esperando únicamente los divinos.

Finalmente, esta congregación constará de legos, clérigos y presbíteros. Los legos, contentos con el oficio de Marta, atenderán a los asuntos domésticos. Los clérigos podrán ser recibidos a los diecisiete o dieciocho años, y no antes, terminado el año de probación, si fueren juzgados idóneos y desean permanecer en la congregación todo el tiempo de su vida, quedarán agregados al cuerpo de la congregación y admitidos como miembros suyos, asistirán todos los días al santo sacrificio de la misa harán cada ocho días su confesión sacramental y recibirán dicho sacramento de la eucaristía, los sacerdotes celebrarán todos los días la santa misa. Y todos, tanto los sacerdotes como los demás, dedicarán una hora entera a la meditación y harán además el examen de conciencia.

Después del fallecimiento del padre Vicente será elegido por la misma congregación otro superior general de entre sus miembros. Este superior general tendrá la facultad de nombrar y retirar cambiar y trasladar a todos los demás superiores de cualquier casa de dicha congregación y a los demás ministros inferiores, de visitar y corregir las casas, asuntos y personas de su congregación, y en una palabra toda la autoridad y superioridad que tienen, pueden tener y tendrán los superiores generales de las demás congregaciones sobre las casas, asuntos y personas de sus respectivas congregaciones.

Así pues, desde el comienzo mismo de esta congregación de la Misión sus presbíteros se han ocupado en recorrer la diócesis de París con un incansable afán por el bien de los cuerpos y de las almas, permaneciendo uno o dos meses en cada aldea o lugar, dedicados a la debida instrucción de los ignorantes aldeanos, enseñándoles la manera de confesar bien sus pecados, catequizándolos, hablándoles muchas veces de los misterios de la fe y administrándoles los sacramentos de la penitencia y de la eucaristía; además han formado a los rectores de las iglesias parroquiales y a otros presbíteros en las cosas referentes a su cargo y han reunido a los que estaban cerca para que se juntasen a tratar y a disputar sobre los casos de conciencia y la administración de los sacramentos, ayudando con su presencia, con su intervención, con su esfuerzo e interés a estas conferencias o discursos; han fomentado finalmente la creación de las Cofradías de la Caridad, el arreglo de las discordias y de los pleitos y la superación de los mismos y enemistades.

Añádase a esto el que con diversos ejercicios que han dirigido y dirigen continuamente han preparado a los clérigos que iban a ser promovidos a las sagradas órdenes, recibiéndolos en su casa de París según el orden establecido e instruyéndolos en la importancia de las órdenes que iban a recibir, en la caridad y diligencia y en otras obras espirituales según lo establecido.

De todos estos felices resultados se deduce con evidencia que este piadoso instituto es muy agradable a Dios, muy útil a los hombres y absolutamente necesario. Efectivamente, aunque en un tiempo muy breve, gracias a su esfuerzo, la práctica anteriormente tan rara de las confesiones sacramentales, e incluso generales, y de la sagrada eucaristía se ha hecho muy frecuente, se han erigido Cofradías de la Caridad para ayuda de los enfermos en muchos lugares, se han legalizado los matrimonios clandestinos, se han corregido los pecados públicos, se han restituido muchos de los bienes robados; se nota que los tem plos están mucho mejor adornados, se observan con más cuidado las ceremonias eclesiásticas, se reza y se escucha con más piedad el oficio divino y se palpan otros muchos bienes espirituales.

Por ello se ha difundido por toda Francia la fama de este instituto, de modo que muchos prelados de diversas ciudades y provincias se han visto movidos a llamar a sus diócesis a algunos presbíteros y miembros de esta congregación de la Misión, usando de ellos con gran provecho para excitar a sus súbditos a los ejercicios de virtud y de piedad; y se proyectaron en otros muchos lugares otras fundaciones de casas de dicha congregación, para las que se solicita nuestra aprobación y la de la Sede Apostólica, a fin de que quede satisfecho tan piadoso y tan laudable deseo y pueda continuar e intensificarse la propagación de tan útil instituto. Así pues, como la experiencia haya demostrado  tal como se indica en la mencionada solicitud que de este piadoso instituto han brotado tan abundantes frutos y quepa la esperanza de que tan felices comienzos habrán de tener cada día mayo res éxitos, y teniendo en cuenta que subsisten con mayor firmeza todas las obras que se apoyan en la protección de la Santa Sede, se nos ha pedido humildemente por parte del padre Vicente y de los clérigos, presbíteros y miembros de dicha congregación que nos dignemos aprobarla y apoyar con nuestra benignidad apostólica todas las demás cosas que oportunamente se nos señalan en su petición.

Y Nos, que deseamos sinceramente ver crecer el culto divino, propagarse la religión, aumentar los ministros de la iglesia y fomentar el celo por la salvación de las almas y el ejercicio de las obras piadosas, absolviendo por la presente y considerando absueltos a dicho padre Vicente y a los clérigos, presbíteros y miembros, a todas y a cada una de las personas de dicha congregación, de toda sentencia eclesiástica de excomunión, suspensión y entredicho eclesiástico y de todas las censuras y penas impuestas por el derecho o por alguna persona por cualquier motivo u ocasión, aunque sólo para efecto de las presentes, e inclinándonos a sus súplicas, tras el voto de nuestros venerables hermanos los cardenales de la santa iglesia romana encargados de los negocios de los regulares, encomendamos a tu discreción por este escrito apostólico que apruebes y confirmes perpetuamente con nuestra autoridad, dándoles todo el vigor y fuerza de nuestra firmeza apostólica inviolable, la congregación de la Misión, su instituto y sus reglas, todo lo que en ellas se contiene y lo que se siga legítimamente de ellas, todo lo que hagan sus miembros y personas para la observancia y el vigor de dicho instituto, así como también la elección o nombramiento de la persona del padre Vicente como superior general de dicha congregación de la Misión para toda su vida, tal como se indica; y además que suplas todos los defectos, si los hubiere, tanto de derecho como de hecho, y de las solemnidades, aunque sean substanciales y requeridas por el derecho.

Igualmente, para mayor cautela, reconocemos en dicha ciudad de París, en la casa en que se nos dice que fue fundada la congregación de la Misión, a dicha congregación que habrá de llamarse de la Misión y que constará de legos, clérigos y presbíteros, obligados a observar y a cumplir las normas instituidas y todo lo que se contiene en las mencionadas reglas y capítulos, y nombramos de nuevo, por la presente y en virtud de nuestra autoridad apostólica, al citado padre Vicente como superior general de la congregación de la Misión para que se sometan a él en cuanto a la disciplina y dirección mientras el viviere, debiendo elegirse después de su muerte otro superior general por la misma congregación de entre sus miembros, y en cuanto se refiere únicamente a las misiones, se someterá a los ordinarios del lugar, tal como se ha dicho, mientras que en todo lo demás el mencionado.superior general tendrá plena autoridad y superioridad sobre todas las casas de la congregación de la Misión, que se hayan fundado o se funden en cualquier sitio, sobre sus cosas, superiores, ministros y personas. Y así de nuevo, para siempre y con nuestra autoridad, sin perjuicio de los párrocos y de cualesquiera otros derechos parroquiales, habrás de erigirla e constituirla, e igualmente apliques y destines perpetuamente por nuestra autoridad a dicha institución y congregación, para su dote, todos y cada uno de los bienes que en adelante y de cualquier forma se le donen y asignen y todo lo que se le haya entregado, dejado y asignado, de forma que pueda su superior general o la persona o personas delegadas por él, por sí mismo o por otros, recibir libremente su posesión corporal, en nombre de la congregación de la Misión y por propia autoridad, así como retener perpetuamente lo recibido, percibir los frutos que de allí se derivan, exigirlos, cobrarlos y aplicarlos al uso y provecho de dicha congregación de la Misión, sin requerirse para ello la licencia de ninguna otra persona.

Por consiguiente, llevando a cabo, tal como se indica en las presentes, la confirmación, la aprobación, la nueva erección e institución, así como la aplicación y cumplimiento y todo lo que se indica, le concederás perpetuamente con nuestra autoridad apostólica, licencia y facultad a la congregación de la Misión, a sus casas, al superior general y a los demás superiores y personas y a sus bienes y propiedades el dere cho de usar, gozar, disfrutar y utilizar libre y lícitamente todos y cada uno de los privilegios, prerrogativas, distinciones, favores, indultos, gracias e indulgencias que otras congregaciones semejantes o distintas, sus casas, sus generales y demás superiores, sus ministros y personas, sus cosas, bienes y propiedades, usan, gozan, disfrutan y utilizan o pueden usar, gozar, disfrutar y utilizar en el futuro de la misma forma y manera y sin diferencia alguna, con tal que estén en uso y no hayan quedado revocados o comprendidos en alguna revocación por los sagrados cánones y decretos del concilio tridentino y demás constituciones apostólicas, y no repugnen a los objetivos regulares de dicha congregación de la Misión, todo ello como si se les hubiere concedido específica y particularmente. Igualmente con la autoridad apostólica dicha le concedemos licencia y facultad al padre Vicente y al superior general que en su tiempo se nombre, para que, siempre que lo crea conveniente, pueda dar y publicar normas y estatutos para el feliz régimen y gobierno, dirección y ordenación de la congrega ción de la Misión y para el bien de sus casas, personas y bienes, con tal que sean lícitos y honestos y no contrarios a los decretos y normas del concilio tridentino, a los sagrados cánones y constituciones apostólicas ni a la regla de dicha congregación de la Misión, y que habrán de ser aprobados por el arzobispo de París, pudiendo además revocarlos, alterarlos y modificarlos y dar otras normas de nuevo, siempre que lo aconsejen las circunstancias de tiempo o de lugar, previo el examen y la aprobación anteriormente mencionada. Declaramos que la presente es y será válida siempre y perpetuamente, que no está comprendida en ninguna revocación, suspensión, limitación o cualquier otra disposición en contrario de gracias semejantes o distintas, sino que queda exceptuada y que, siempre que se emanen estas disposiciones en contrario, la presente quedará restituida, renovada y reintegrada plenamente a su estado primitivo y siempre válido, así como lo que se conceda de nuevo en adelante, por medio del actual superior general de la Misión, miembros y personas. Así mandamos que lo juzguen y defina cualquier juez ordinario o delegado, que goce de cualquier autoridad, declarando írrito todo lo que pudiera atentarse por cualquier persona en contra de lo establecido, no obstante los decretos apostólicos, provinciales, sinodales o de otra clase que se hayan dictado o se dicten o cualquier otra constitución, ordenación o norma en contrario.

Dado en Roma, junto a san Pedro, el año de la encarnación del Señor 1632, el día antes de los idus de enero, décimo de nuestro pontificado.

Urbanus, episcopus, servus servorum Dei, dilecto filio officiali venerabilis fratris nostri Archiepiscopi Parisiensis, salutem et apostolicam benedictionem.

Salvatoris Nostri Domini Jesu Christi, salutis nostrae auctoris et omnis salutaris doctrinae magistri, vices, licet immeriti, gerentes in terris, pro pastoralis officii debito, divini cultus augmento, religionis propagationi et animarum saluti intendentes, pia et salubria fidelium quorumlibet, praesertim generis nobilitate praeditorum, suas facultates ad ea liberaliter erogantium, et piorum ecclesiasticorum virorum, Dei servitio et saluti animarum quaerendae se addicentium, vota, ad institutionem religiosarum congregationum, per quas rudes in Dei doctrina excoli, salutaria monita et praecepta seminari, et piorum operum exercitium fieri et procurari valeant, ut inde Deo cultus auctior et animabus salus proveniat, tendentia, pii patris affectione amplectimur, ac in easdem congregationis, nostrae approbationis el novae institutionis, aliisque specialibus favoribus et gratiis prosequimur, prout in Domino conspicimus salubriter expedire.

Exhibita siquidem nobis nuper, pro parte dilectorum filiorum Vincentii de Paul, presbyteri Aquensis dioecesis, Provinciae Auxitaniae, superioris generalis, et universorum clericorum presbyterorum ac sociorum congregationis Missionis nuncupatae, civitatis Parisiensis, petitio continebat: quod di]ectus filius nobilis vir Emmanuel de Gondy, comes de Joigny et praefectus generalis triremium totius regni Galliae, ac dilecta in Christo fília, nobilis mulier Francisca Margarita de la Rochepot, conjuges, secum ipsi reputantes ad christianorum omnium salutem maxime conducere, divinorum praeceptorum et rerum fidei catholicae instructionem, assiduam verbi Dei praedicationen et auditionem, confessionis sacramentalis frequentationem et Sanctissimi Eucharistiae Sacramenti condignam susceptionem; et iis quidem qui civitates urbesque praecipuas incolunt, praedicatores, adhortatores et monitores non deesse, insigni doctrina et pietate viros qui praedicationibus suis aedificent eos, ac omnia que ad salutem sunt necessaria, summa cum laude et fructu animarum eos edoceant; eorum vero qui in villis, terris, pagis, oppidulis et locis humilioribus habitant, et praesertim ruricolarum non parem curam haberi, eosque fidei catholicae praecepta, modum rite et recte peccata sua confitendi, denique omnia ea quae ad salutem pertinent, ignorare, et ideo majori auxilio indigere, cum eorum parochi vix possint tanto muneri satisfacere; hincque deplorandam animarum, quarum tamen redimendarum gratia Christus Deus et Dominus noster, humana carne assumpta, mortem crucis subire dignatus est, jacturam feri; cogitarunt ad salutem animarum utilissimum Deoque optimo maximo gratissimum fore, si aliqua pia proborum et idoneorum virorum congregatio institueretur, qui rusticorum et habitatorum pagorum, oppidulorum et locorum humilium hujusmodi instructionis curam haberent, et de propriis eorum bonis ad hanc congregationem, seu ejus domum, in dicta civitate Parisiensi instituendam, quadraginta quinque millia librarum turonensium erogarunt.

Hocque salutari consilio inito, dictus Vincentius, cui etiam hanc eamdem mentem, bonorum omnium auctor, Deus induxerat, hanc, a paucis susceptam, reipublicae tamen christianae utilissimam provinciam, huic congregationi prmcipium daturus suscepit. Et mox, divino favente numine, quamplurimos pios et cordatos hujusce instituti amplectendi cupidos, ecclesiasticos viros, invenit, qui in quamdam domum ad eorum habitationem aptam et commodam in dicta civitate Parisiensi existentem, de licentia venerabilis fratris nostri Joannis Francisci de Gondi, moderni Archiepiscopi Parisiensis, qui, uti pium et vigilem pastorem decet, de commissi sibi gregis salute sollicitus, et sperans ex tam utili instituto maximos fructus in beneficium animarum proventuros, illius institutores paterna benevolentia commendans, pium eorum propositum plurimum in Domino commendavit, se receperunt, atque inibi in communi vixerunt et vivunt sub gubernio et directione dicti Vincentii, qui ejusdem domus et congregationis, quae congregatio Missionis nuncupatur, superior generalis ad ejus vitam electus seu deputatus fuit, eisque infrascripto capitula et regulas observanda praescripsit; videlicet quod praecipuus hujusmodi congregationis illiusque personarum finis et peculiare institutum sit, divina favente gratia, cum propria salute, in eorum salutem incumbere qui in villis, pagis, terris, locis et oppidis humilioribus commorantur. In civitatibus autem et urbibus quae archiepiscopatuum, espiscopatuum, parlamentorum et bajulatuum titulis insignitae sunt, clerici et sacerdotes dictae congregationis nulla publica eorum instituti munera obeant, privatim tamen eos qui ad ordines promovendi fuerint, et ad eos, spatio quindecim dierum ante promotionis tempus, ad spiritualia exercitia et confessionem generalem totius vitae faciendam mittentur, ad eosdem ordines digne suscipiendos instituant, cultusque peculiaris sit Sanctissimam Trinitatem, sacrum Incarnationis mysterium et Beatisssimam Virginem Dei Matrem Mariam venerari.

Hujus congregationis socii, licet illius superioribus et Generali quoad disciplinam et directionem subsint, subjaceant etiam locorum Ordinariis, quoad missiones tantum, ita ut ipsi Ordinarii ab ipsis superioribus designatos ad suarum dioecesum partes sibi bene visas mittere possint.

In iis locis ad quae missi fuerint, ignorantes Dei praecepta doceant, eosque christianae doctrinae rudimentis informent, confessiones etiam generales audiant, ac eis Santissimum Eucharistiae Sacramentum ministrent, conciones familiares ad populi captum habeant, catechismi munus exerceant, obtenta tamen prius a parochis licentia, sine qua praefatis exercitiis se non immisceant.  ln locis ubi catechismi etpraedicationis munus exercuerint, confraternitates quas vocant Charitatis, ordinaria auctoritate, institui procurent, ut pauperibus aegrotis subveniatur; lites, discordias atque dissidia sedare ac componere summa charitate nitantur.

Parochialium ecclesiarum rectores ad spiritualia exercitia et ecclesias suas regendas instrui volentes in domibus dictae congregationis recipiant.

Denique operam dent ut ipsi rectores de casibus conscientiae et sacramentorum administratione tractaturi, semel quolibet mense insimul conveniant, quando id pro locorum vicinitate commode et absque eorum curae detrimento fieri possit; haecque omnia gratuito el absque ulla spe praemii humani, divinum expectantes, praestent.

Porro dicta congregatio laicis, clericis et presbyteris constet. Laici, Marthae officio contenti, domesticas res curent. Clerici decem et septem, seu decem et octo annis, non minores, recipiantur, et, anno probationis exacto, si idonei juridicati fuerint, et animum habeant toto vltae suae tempore in dicta congregatione permanendi, corpori congregationis inserantur et in illius socios admittantur. Quotidie sacrosanctae missae sacrificio intersint, et singulis octo diebus sacramentalem confessionem frequentent as dictum Eucharistiae Sacramentum sumant; sacerdotes vero quotidie missam celebrent. Omnes vero, tam sacerdotes quam alii, horam integram mediationi impendant, et praetera conscientiae examine utantur.

Post obitum dicti Vincentii, alius superior generalis ex corpore congregationis ab ipsa congregatione eligatur; idemque superior generalis omnes alios quarumcumque domorum dictae congregationis superiores aliosque ministros inferiores instituendi eosque amovendi, mutandi et transferendi, domos, res et personas ipsius congregationis visitandi et corrigendi, omnem denique auctoritatem et superioritatem quam similium et aliarum congregationum superiores generales in suarum congregationum domos, res et personas habent aut habere possunt vel poterunt, habeat.

Ab ipso itaque ejusdem congregationis Missionis primordio, illus presbyteri in perlustranda dioecesi Parisiensi sese indefesso animorum et corporum studio occuparunt, unum aut alterum mensem in singulis pagis et locis manentes, propositae rusticorum et ignorantium instructioni vacantes eos Dei praecepta et fidei catholicae rudimenta, modumque rite et recte peccata confitendi edocentes, catechizantes, crebras ad eos de mysteriis fldei conciones habentes, eis Poenitentiae et Eucharistiae sacramenta administrantes, rectore parochialium ecclesiarum aliosque presbyteros de rebus ad eorum munus spectantibus plenissime informantes, eos qui non longe ab invicem distant, ad insimul interdum conveniendum et de casibus conscientiae et administratione sacramentorum disserendum et disceptandum adhortantes, eorumque discursus et disceptationes sua praesentia, interventu ac opere et opera adjuvantes, confraternitatum Charitatis institutiones, litium et discordiarum compositiones atque earum depositiones procurantes.

Ad hoc, clerici ad Sacros Ordines promovendi, in eorum domo Parisiensi juxta modum praescriptum recepti, de ordinum ab eis recipiendorum praescriptum recepti, de ordinum ab eis recipiendorum importantia et de modo illos digne suscipiendi, in charitate et diligentia instructi, aliaque spiritualia opera ab ipsius congregationis sociis, juxta praefatum institutum, diversimode exercitata fuerunt et incessanter exercentur.

Ex quorum felicibus successibus evidenter apparet hoc pium institutum Deo acceptissimum, hominibus vero utilissimum prorsusque necessarium esse. Ex eo enim, licet non multo adhuc tempore, rarus antea confessionum sacramentalium etiam generalium et Sanctissimae Eucharistiae usus, per Dei gratiam frequens factus est, confraternitates Charitatis quamplurimis in locis in subventiones aegrotorum institutae, matrimonia clandestina sublata, publica peccata correcta, bona rapta restituta fuisse constat; sacra templa longe melius ornata visuntur, caeremoniae ecclesiasticae accuratius observantur, officium divinum cum majoris pietatis sensu peragi et audiri aliaque plurima spiritualia bona provenisse cernuntur.

Adeo ut pii hujus instituti fama per Galliam diffusa, multos diversarum civitatum et provinciarum antistites excitarit ad aliquos dictae congregationis Missionis presbyteros et socios ad suas dioeceses accersendos, quorum opera ad subditos suos ad virtutis et pietatis studium excitandos utilissime utuntur; multique jam variis in locis novas ipsius congregationis domorum institutiones efflagitarunt, quorum pio el laudabili desiderio ut satisfiat, et sit tam utilis instituti propagatio summopere expetenda, quin etiam procuranda videatur, nostra et Sedis Apostolicae approbatio expectanda visa est.

Cum autem, sicut eadem petitio subjungebat, ex hoc pio instituto maximos fructus provenisse experientia docuerit, spereturque adeo felicia initia feliciores in dies progressus habitura, firmius vero subsistant ea quae Sedis praefatae munimine roborantur, nobis proptera, pro parte Vincentii ac clericorum, presbyterorum et sociorum praedictorum fuit humiliter supplicatum, quatenus congregationem praefatam approbare aliasque in praemissis opportune providere de benignitate apostolica dignaremur.

Nos igitur qui divinum cultum crescere, religionem propagari, Ecclesiae ministros augeri, salutis animarum studium ac piorum operum exercitium vigere ubique sinceris desideramus affectibus, Vincentium ac clericos, presbyteros et socios praedictos, eorumque et congregationis praefatae singulares personas a quibusvis excommunicationis supensionis et interdicti aliisque ecclesiasticis sententiis, censuris et poenis a Jure vel ab homine, quavis occasione vel causa latis, si quibus quomodolibet innodati existunt, ad effectum praesentium duntaxat consequendum harum serie absolventes et absolutos fore censentes, hujusmodi supplicationibus inclinati, ex voto venerabilium fratrum nostrorum Sanctae Romanae Ecclesiae cardinalium negotiis Regularium praepositorum, discretioni tuae per apostolica scripta mandamus quatenus congregationem Missionis hujusmodi illiusque institutum et regulas, ac in eis contenta, indeque legitime secuta quacumque, nec non omnia et singula per dictam congregationem, seu illius socios et personas in observantiam et vim dicti instituti facta, necnon electionem seu deputationem de persona dicti Vincentii in superiorem generalem dictae congregationis Missionis ad vitam, ut praefertur, factam, auctoritate nostra perpetuo approbes et confirmes, illisque inviolabilis apostolicae firmitatis robur adjicias; ac omnes et singulos tam juris quam facti, ac solemnitatum, etiam quantumvis substantialium et de jure requisitarum, et quosvis alios defectus, si qui in illis intervenerint, suppleas.

Et insuper, ad majorem cautelam, in dicta civitate Parisiensi, et domo in qua dicta congregatio Missionis, ut praefertur, instituta fuit, unam praedicti instituti congregationem, Missionis nuncupandam, quae laicis, clericis et presbyteris constet, qui institutum praefatum omniaque in praedictis regulis et capitulis contenta observare et adimplere teneantur, et quoad discipuli nam et directionem, praefato Vincentio, quem in superiorem generalem ejusdem congregationis Missionis quamdiu vixerit, de novo harum serie, apostolica auctoritate deputamus, ac pro tempore existenti ejusdem congregationis Missionis superiori generali qui, post obitum dicti Vincentii, ab ipsa congregatione ex ejus corpore eligi debeat; quo vero ad mlssiones tantum, etiam Ordinariis locorum, ut supradictum est, subesse debeat; adeo ut in reliquis dictus superior generalis in omnes domos ejusdem congregationis Missionis, ubicumque forsan institutas et instituendas, illarumque res, superiores, ministros et personas omnimodam superioritatem et auctoritatem habcat, de novo, perpetuo, eadem auctoritate nostra, etiam sine parochorum et jurium parochialium et aliorum quorumcumque praejudicio, erigas et instituas, illique sic erectae et institutae, pro ejus dote, omnia et singula illi deinceps et quandocumque donanda et assignanda bona es nunc, prout postquam donata, relicta et assignata fuerint, ita quod liceat illius superiori generali, seu ab eo deputato veldeputatis, per se vel per alium seu alios, illorum omnium corporalem possessionem, ipsius congregationis Missionis nomine, propria auctoritate, libere apprehendere et apprehensam perpetuo retinere, fructusque et emolumenta exinde provenientia percipere, exigere et levare ac in dictae congregationis Missionis usus et utilitatem convertere, cujusvis licentia desuper minime requisita, similiter perpetuo auctoritate nostra praefata applices et appropries.

Nos enim, si confirmationem, approbationem, novas erectionem et institutionem, necnon applicationem et appropriationem aliaque praemissa, per te, vigore praesentium, fieri contigerit, ut praefertur, ipsi congregationi Missionis illiusque domibus ac Generali allisque superioribus et personis ipsorumque bonis et rebus, ut omnibus et singulis privilegiis, praerogativis, antelationibus, favoribus, indultis, indulgentiis et gratiis quibus quaecumque aliae similes vel dissimiles congregationes, earumque domus ac Generales et alii superiores et ministri ac personae, eorumque res, proprietates et bona quaecumque utuntur fruuntur, potiuntur et gaudent, ac uti, frui, potiri et gaudere possunt et poterunt quomodolibet in futurum pariter et pariformiter et absque ulla prorsus differentia, dummodo tamen sint in usu, et non revocata, neque sub aliqua revocatione comprehensa, sacrisque canonibus et Concilii Tridentini decretis et aliis apostolicis constitutionibus, dictaeque congregatlonis Missionis regularibus institutis non repugnent, uti, frui, potiri et gaudere libere et licite possint et valeant, perinde ac si illa eis specifice et particulariter concessa fuissent, apostolica auctoritate praefata, earumdem tenore praesentium, pariter perpetuo concedimus et approbamus, nec non dicto Vincentio, et pro tempore existenti superiori generali dictae congregationis Missionis, et, quotiescumque sibi expedire videbitur, quaecumque statuta et ordinationes, felix regimen et gubernium, directionem et ordinationem dictae congregationis Missionis, illiusque domorum, personarum ac bonorum concernentia, licita tamen et honesta, sacrisque canonibus et constitutionibus apostolicis, Conciliique Tridentini decretis et instituto, et regulae supradictae congregationis Missionis hujusmodi minime contraria, et ab Archiepiscopo Parisiensi approbanda, edere et condere, illaque, quoties pro rerum et temporum qualitate expediens videbitur, revocare, alterare, mutare modificare et alia de novo, praeviis tamen examine et approbatione hujusmodi, condere possit et valeat, licentiam et facultatem itidem perpetuo impartimur; nec non easdem praesentes litteras semper et perpetuo validas esse et fore nec sub quibusvis similium vel dissimilium gratiarum revocationibus, suspensionibus, limitanionibus, aut aliis contrariis dispositionibus comprehendi, sed semper ab illis excipi, et quoties emanabunt, toties in pristinum et validissimum statum restitutas, repositas et plenarie redintegratas, ac de novo etiam sub quacumque posterlori data, per modernum et pro tempore existentem dictae congregationis Missionis superiorem generalem, socios et personas quandocumque eligenda, concessas esse; sicque per quoscumque judices, ordinarios et delagatos, quavis auctoritate fungentes, judicari et definiri debere, ac quidquid secus super his a quoquam quavis auctoritate attentari contigerit, irritum decernimus, non obstantibus apostolicis ac in provincialibus, synodalibus universalibusque conciliis editis et edendis specialibus vel generalibus constitutionibus et ordinationibus, caeterisque contrariis quibuscumque.

Datum Romae, apud Sanctum Petrum, anno Incarnationis Dominicae millesimo sexcentesimo trigesimo secundo, pridie idus januarii, pontificatus nostri anno decimo.

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