El padre Le Vacher, que está en Túnez, ha conseguido allí grandes frutos, aunque siempre ha tenido que soportar afrentas; pero así es cómo la virtud se robustece, cómo Dios da fuerza y cómo aumenta los ánimos para no disminuir el celo por cualquier sufrimiento. Cuando un corazón se encuentra en esas situaciones, se siente especialmente robustecido por Dios; Dios da una fe, una claridad, una evidencia de fe tan grandes que se desprecia todo; no se asusta uno entonces ante la muerte. En aquel sitio hay muchos peligros y mucho que sufrir todos los días. Pero él no quiere salir de allí, deja pasar todas las ocasiones de descanso y prefiere correr todos los riesgos. Demos gracias a Dios por todo esto y pidámosle que nos dé ese espíritu de ir a todas partes, de sufrir, de pasar por todo para salvar al prójimo.
Vicente de Paúl, Conferencia 032: Elogio de Juan Le Vacher







