Puesto que en conciencia puede hacer [que se plantee el asunto sin temor alguno] y ve que, si no lo hace, pone usted en peligro un asunto que todo el mundo [quiere], ruegue al señor Clichun que cumpla con ese oficio, como con gusto cumplirá; y si duda en poder utilizarlo para este asunto, y está confusa, tranquilícese y no piense más en ello; pero si es por el trato que recibe de sus auditores de cuentas, piense en el temor de los que han de rendir cuentas a Dios después de su muerte, y procuremos obrar bien y tener motivos de confianza en la bondad infinita del auditor de cuentas de nuestra vida y nuestro soberano juez.
Le doy las gracias por el libro que me ha enviado y le ruego que cuide de su salud, que no es suya, ya que la destina para Dios; y mi corazón ya no es mi corazón, sino el suyo, en el de Nuestro Señor, que deseo sea el objeto de nuestro único amor Acuérdese de presentar a Dios un asunto que nos interesa, por favor.







