Aquí está esa buena joven, que ha venido para servir a usted, si le parece oportuno. Se encuentra bien, gracias a Dios; tiene un poquito de fiebre, casi siempre a la misma hora en que solía tenerla. Creo que quedará con ella bien servida. Si le parece bien, la podrá enviar a su casa durante siete u ocho días.
En cuanto al agua, beba sin cuidado; no ha hecho nunca daño a nadie y muchos se han curado con ella. La señora de Portnal empieza a sentirse bien. Le haré decir al señor Deure que se la envíe, o bien dígale usted a la señorita que se lo mande decir.
Marcharé mañana deprisa. Si puedo, iré a verla. Espero estar fuera solamente diez o doce días. Ayúdenos usted con sus oraciones y consuélese en el objeto de su amor, que es Nuestro Señor paciente; y yo seré, en el amor de Nuestro Señor y de su santa Madre, su servidor,
V. D.
Repito de nuevo que no deje de beber esa agua.






