4 septiembre 1631
Un gran personaje en doctrina y piedad me decía ayer que es de la opinión de santo Tomás: que el que ignora el misterio de la Trinidad y el de la Encarnación, y muere en ese estado, muere en estado de condenación, y sostiene que eso es la base de la doctrina cristiana. Esto me impresionó y me impresiona todavía tanto que tengo miedo de verme yo mismo condenado, por no estar ocupado incesantemente en la instrucción del pobre pueblo. ¡Qué motivo de compasión! ¿Quién nos excusará delante de Dios de la pérdida de tan gran número de hombres que podrían salvarse con la pequeña ayuda que les podríamos proporcionar? ¡Quiera Dios que tantos buenos eclesiásticos como podrían asistirles en todo el mundo, lo hagan! Ruegue a Dios, señor, que nos conceda la gracia de redoblar el celo por la salvación de esas pobres almas.







