Señorita:
La gracia de Nuestro Señor sea siempre con nosotros.
Es usted una mujer valiente por haber acomodado de esta forma el reglamento de la Caridad, y me parece bien. Al señor procurador general no sé si será peligroso decirle que se trata de la misma que yo establecí adonde vamos a misionar, y la que él mismo me ha indicado otras veces que deseaba que se estableciese en París, mandándome que buscara los medios para hacerlo con el señor de san Nicolás y el fallecido señor de san Salvador; pero aquello no dio resultado.
No me ha dicho usted si el señor de san Nicolás ha estado en el obispado.
Me gustaría saber si hay contagio en los alrededores de esa parroquia o dentro de ella, y si tienen miedo sus damas. Me voy enseguida a beber el agua del señor Deure; quiera Dios que, si me aprovecha, use bien de sus efectos.
Me olvidaba decir a usted sobre el procurador general que, si él dice que me hablará del asunto, le dé a entender que no salgo. Si él no pone dificultades en el asunto, tampoco usted las tendrá en hablarle de mí, que soy, en el amor de Nuestro Señor y de su santa Madre, su muy humilde y obediente servidor,
VICENTE







