Diciembre 1627
Estoy de regreso de un gran viaje que he hecho a través de cuatro provincias. Ya le he comunicado el buen olor que derrama por las provincias donde he estado, la institución de vuestra santa compañía, que trabaja por la instrucción y por la edificación de los pobres del campo. En verdad, no creo que haya en la Iglesia de Dios nada más edificante ni más digno de los que llevan en sí el carácter y el orden de Jesucristo. Es menester rogar a Dios que conceda la infusión de su espíritu de perseverancia a un designio tan provechoso para el bien de las almas, a las que muy pocos de los que se dedican al servicio de Dios se consagran como deben.







