Le doy gracias, señorita, por la noticia que me da del ofrecimiento de la buena señorita du Fay, y le ruego que la conserve hasta que haya oportunidad, a no ser que a ella le parezca bien reservarla y destinarla para ir a ganar a esas pobres almas para Dios en estas aldeas de Poitou y de Cévennes. Mas si ella no lo quiere así y desea que sea aplicada a esas pobres gentes de ahí, me hará usted el favor de comunicármelo y de enviar dos o tres camisas a la señorita Lamy en Gentilly para la Caridad de aquella localidad.
Le escribo cerca de la media noche, un poco aprisa. Perdone a mi corazón el que no se explaye un poco más en la presente. Sea fiel a su fiel amante, que es Nuestro Señor. Sea cada vez más humilde y sencilla. Y yo seré, en el amor de Nuestro Señor y de su santa Madre…







