30 de octubre 1626
Señorita:
La gracia de Nuestro Señor sea siempre con nosotros.
He recibido la suya en este lugar de Loisy-en-Brie, a veintiocho leguas de París, donde estamos misionando. No le di aviso de mi partida, porque fue más repentina de lo que me imaginaba, y tenía miedo de darle un disgusto al comunicársela. Pero, en fin, Nuestro Señor le tendrá en cuenta esa pequeña mortificación, si lo tiene a bien, y él mismo desempeñará el oficio de director; ciertamente que lo hará, y de forma que le hará ver que se trata de EL mismo. Sea, pues, su hija querida, muy humilde, muy sumisa y muy llena de confianza, y espere siempre con paciencia la manifestación de su santa y adorable voluntad.
Estamos aquí en un lugar donde la tercera parte de los habitantes son herejes. Ruegue por nosotros, que tenemos gran necesidad de ello, y sobre todo yo, que no contesto a todas sus cartas, por no estar en disposición de hacer todo lo que me indica.







