Pierre-Hyacinthe Sliwicki (1705-1774)

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Author: Desconocido · Translator: Máximo Agustín, C.M.. · Year of first publication: 1903 · Source: Notices, IV.
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Una obra polaca, publicada en Varsovia en 1850, y titulada «Retratos de los hombres célebres en diferentes carreras», contiene una biografía  del Sr. Sliwicki, cuya tradución damos aquí.

«El Sr.  Pierre-Hyacinthe Sliwicki, visitador de la Congregación de los padres de la misión y párroco de la parroquia de la santa Cruz en Varsovia, nació en la diócesis de Posen, el 3 de julio de 1705. Su padre, Jean Sliwicki, era copero (título de nobleza) del palatinado de Culm, y secretario del tesoro de la corona. Viendo en su hijo un juicio extraordinario y un atractivo por el estudio, así como una voluntad determinada de dedicarse al estado eclesiástico, no puso ningún obstáculo a una vocación tan clara, y le llevó él mismo a Varsovia.

«El 15 de junio de 1721, el joven entró en la Congregación de los Padres de la Misión. Al acabar los estudios necesarios a sus funciones, fue ordenado sacerdote y destinado a la enseñanza de la filosofía y de la teología en el seminario. Tomó parte también en el ministerio parroquial y en él dio ejemplos de una aptitud  y de un talento fuera de serie, de un celo infatigable. Nombrado procurador de la Congregación, fue, en esta condición, enviado, en 1737, ante la sede apostólica, y en diferentes  países extranjeros para tratar los asuntos de la Congregación. Durante sus viajes, predicaba fácilmente en francés, en alemán y en italiano. En Roma, fue acogido favorablemente, y de vuelta a Varsovia, en 1740, fue nombrado visitador general de la Congregación de los Padres de la Misión para Polonia y Lituania, al mismo tiempo que recibía el título de párroco de Santa Cruz en Varsovia.

«Durante sus viajes por Italia, Fancia, y Alemania, entró en conocimiento con muchos sabios; en Lorena se lió con la amistad del célebre abate de dom Calmet, y mantuvo luego con él  una correspondencia muy seguida.

«El hospital de las Hijas de la Caridad, bajo el título de Saint-Roch, en Varsovia, fue sobre todo deudor a sus cuidados para el agrandamiento del local y la mejora de las salas de enfermos. Puso igual solicitud por sostener el hospital del Niño Jesús, después de la muerte de su fundador, el Sr. Baudoin, de santa memoria. Dio a este primer superior del hospital del Niño Jesús un sucesor digno, de su celo y de su caridad, en la persona del Sr. Ignace Brzozowski.

«El Sr. Sliwicki era honrado con la amistad y la estima de los obispos  y de los senadores que le visitaban a menudo. Varias veces, le ofrecieron el obispado, pero él declinó siempre este honor, asegurando que estaba contento con su estado, rodeado como estaba del afecto y de la confianza de sus cohermanos. Aceptó no obstante el csrgo de confesor del rey y, desde el comienzo de su reinado, Stanislas Auguste le tuvo constantemente de confesor.

El Sr. Sliwicki es conocido en la literatura como predicador, pero nosotros no tenemos más que dos discursos de él que se hayan impreso. Son: 1º una Oración fúnebre del príncipe Paul-Charles Lubartowicz Sangusko, mariscal del gran ducado de Lituania, Lublin, 1747; 2º el Discurso por la inauguración de la Orden de San Stanislas, Varsovia, 1765.

«Tenemos también de él el relato de la piadosa vida y de la muerte ejemplar del Sr. Pierre-Gabriel Baudoin, misionero, fundador del hospital general de Varsovia, bajo el título del Niño Jesús, quien murió el 10 de febrero de 1758, a la edad de setenta y nueve años.

«El Sr. Sliwicki era el séptimo visitador de la Congregación de la Misión en Polonia, y desempeñó esta función durante treinta y cuatro años, es decir hasta su muerte, que ocurrió el 5 de mayo de 1774.

«En las obras bibliográficas, se hace mención del Sr. Sliwicki al mismo tiempo que de varios más Misioneros y se habla de la parte que ha tenido  en la extensión de las luces a las regiones polacas. Se ve cómo, bajo su dirección, se formó un gran número de hombres que han sido el honor de Polonia y de su Congregación, tales como los Srs. Michel Karpowicz, Guillaume Kalinski, Thomas Hussarzewski, André Pohl, Sebastien Wolinski, Jean-Clement Golaszewski, Mathieu Mozdzeniewski. En la obra de Golanski, titulada : Recuerdo de Thomas Hussarzewski y de François Smuglewicz, impresa en Vilna en 1808, encontramos, en la página54, el pasaje siguiente sobre el Sr. Sliwicki: «Fue un gran hombre bajo más de un aspecto, no solo a los ojos de la Congregación a la cabeza de la cual él se encontraba, pero también del país entero y sobre todo de la capital, donde tenía para observarle, a los personajes más ilustres y más distinguidos, y a los reyes de Polonia mismos, Auguste III y Stanislas-Auguste . Es suficiente decir que la opinión pública le colocaba en el mismo rango que a Stanislas Konarski».

Bartoszewicz, a su vez, en su Descripción de las iglesias de Varsovia, nos da algunos detalles sobre el Sr. Sliwicki: «Sliwicki, dice él, construyó la segunda torre de la iglesia  Santa Cruz. La primera, la de la derecha, había sido construida de 1726 a 1730; la de la izquierda lo fue  de 1753 a 1754.

«Puso su reloj a la de la derecha, en 1765, con cuatro campanas.

«El cardenal Radziejowski había dejado un fondo por testamento para hacer una cúpula, pero habiendo declarado los arquitectos que las murallas eran demasiado débiles para soportarla, se obtuvo en Roma el permiso de emplear el fondo en otros ornamentos; así fue terminada, en 1757, esta iglesia comenzada en 1682.  «Sliwicki se ocupó mucho del hospital de Saint-Roch e incrementó sus edificios para admitir a un número mayor de enfermos. Su solicitud se extendió también al hospital del Niño Jesús que se levantó a sus ojos. Después de la muerte del Sr. Baudoin, escribió el relato de su vida y de su muerte edificante, y le imprimió (1768). El príncipe palatino de Rusia Czartoryski y su hija Lubomirska dieron mucho para el hospital de Saint-Roch. Sliwicki trabajó ante el rey para una nueva erección del hospital general de los pobres  de Varsovia (21 de mayo 1761).

«En su tiempo, los piadosos habitantes Stanislas y Sofia Wenderlichow queriendo fundar la Cofradía de la caridad de la Santa Trinidad para la asistencia de los pobres, y queriendo unirla  la Cofradía de Saint-Roch, dieron a este efecto 3.000 florines de Polonia. Al año siguiente, el príncipe Czartoryski, obispo de Posen, erigió esta nueva Cofradía, pero esta medida no se cumplió, aunque un nuevo bienhechor  Michel Wyszynski quiso unir el Mont-de-Piété, Dio, para esto, 5 000 florines polacos. Con la ayuda de nuevas liberalidades esta institución acabó por realizarse (1743-53).

El día del Corpus Christi, se hacían las procesiones  de Santa Cruz y desde entonces, el 8 de mayo de cada año, los caballeros de la Orden Saint-Stanislas, al que pertenecían el rey y todos los primeros del reino hacían cantar una misa.

«Sliwicki se ocupó mucho del hospital de Saint-Roch y aumentó las construcciones para admitir a un mayor número de enfermos. Su solicitud se extendió también al hospital del Niño Jesús, que se levantó a sus ojos. Después de la muerte del sr. Baudoin, escribió el relato de su vida y de su muerte edificante y le imprimió (1768). El príncipe palatino de Rusia Czartoryski y su hija Lubomirska dieron mucho para el hospital de Saint-Roch. Sliwicki trabajó ante el rey para una nueva erección del hospital general de los pobres de Varsovia (21 de mayo 1761).

«En su tiempo, los piadosos habitantes  Satnislas y Sofía Wenderlichow queriendo fundar la Cofradía de la caridad de la Santa Trinidad para la asistencia de los pobres, y queriendo unirla a la Cofradía de Saint-Roch, dieron a este efecto 3 000 florines polacos. Al año siguiente, el príncipe Czartoryski, obispo de Posen,  erigió esta nueva cofradía, pero esta medida no se realizó, aunque un nuevo bienhechor Michel Wyszyinski hubiera querido unirle el Mont-de-Piété. Él dio, para este fin, 5.000 florines polacos. Con la ayuda de nuevas liberalidades, esta institución acabó por establecerse (1743-53).

El día del Corpus Christi, se hacían las procesiones de Santa Cruz en el barrio; el rey Auguste II y su hijo asistían a ella.

«Stanislas-Auguste fue coronado en Santa Cruz.  Desde entonces, el 8 de mayo de cada año, los caballeros de la Orden Saint-Stanislas, a la que pertenecían el rey y los primeros del reino, hacían cantar una misa, y se hacía una colecta para el Hospital del Niño Jesús. A menudo había consagración de obispos en esta iglesia majestuosa».

En su Historia del pontificado de Cemnte XIV, t. I, p. 441, el P. Theiner, por el año 1770, hablando de las medidas del obispo de Posen para disponer los espíritus en favor de Rusia, ha acusado también al Sr. Sliwicki. Se equivocó.

Ello no prueba más que una cosa, y es que ignora, como le es bien permitido ignorarlo, cuáles son las recomendaciones  hechas por san Vicente de Paúl a aquellos de sus discípulos que se encontraran en semejante importante posición. Por lo demás, Bartozewicz, que ha escrito al detalle todas las intrigas y las maniobras que han preparado las desdichas de Polonia, nunca se ha visto en su camino el nombre de Sliwicki.

Los documentos que la Congregación nos ha conservado sobre el Sr. Sliwicki son suficientes para que cada uno pueda apreciar los talentos  y las virtudes de este hombre de mérito. Son estos documentos que ya es hora de producir.

El Sr. Couty, Superior general, en su Circular del 1º de enero de 1746, se expresaba en estos términos: «Nuestra Congregación continúa sosteniéndose con valor en Polonia, bajo la prudente dirección del Sr. Sliwicki. Desde 1740, se han fundado allí cinco nuevos establecimientos, y Dios que concede estos progresos al celo de nuestros cohermanos que, por su virtuosa dirección,  se adquieren la estima y la confianza del, público, tiene otra vez la bondad de proveer a esta provincia  del número de sujetos necesarios para cumplir todas estas fundaciones».

En 1751, el mismo Superior general prestaba todavía el testimonio siguiente: «Polonia sigue disfrutando de la tranquilidad y de la paz, bajo la dirección de su sabio visitador, atento a mantenerla en la regularidad y la subordinación, disponiendo tan prudentemente de sus sujetos, según los talentos de cada uno y las necesidades de su provincia, que todo el mundo se siente contento».

Esta prosperidad de la provincia de Polonia fue siempre creciendo y permitió al Sr. Sliwicki doblar en número de los establecimientos que comprendía; quince casa fueron fundadas durante el tiempo que fue visitador. Mientras buscaba la salvación de las almas wentre tantos pueblos abandonados a la ignorancia. A la herejía y al cisma, él no se olvidaba de los pobres que le rodeaban. No contento con secundar los trabajos del Sr. Baudoin dn la fundación de un hospital para los niños abandonados, se entregó, como ya hemos visto, a hacer instituir un hospital general en la ciudad de Varsovia.

El Sr. Debras añade también  en su circular del 1º de enero de 1759: Nos enteramos  de otro rasgo de benevolencia pública. Un señor Al ver al Sr. Sliwicki en una asamblea le cumplimentó por una magnifica escalera que había mandado hacer delante de la iglesia de Santa Cruz; luego preguntó si no se pensaba en dar un mejor pavimento a esta iglesia, que es hermosa y espaciosa. La respuesta fue que faltaban los medios. A lo que el señor replicó: «Nosotros, caballeros, nos cotizamos tan fácilmente para para tener bailes, ¿por qué no nos cotizaríamos para acabar un edificio tan bello consagrado al culto de Dios? » Habiendo aplaudido la compañía la propuesta, un segundo caballero del mismo mérito asociándose al primero, los dos han hecho una colecta que asciende a cerca de 6 000 libras de Francia, que son el precio de la obra».   El bien que hacía el Sr. Sliwicki había inspirado a toda Congregación el mayor interés por su persona, y vemos al Sr. Jacquier, recientemente elegido Superior general, dar noticias de su salud a la Congregación, en la circular del 1º de enero de 1763:

«La inquietud, dice, que nos había producido la seria indisposición del Sr. Sliwicki, visitador de Polonia, se ha disipado por completo. Su restablecimiento es tan perfecto que ha podido  durante el verano hacer visitas en varias casas «.

El Sr. Sliwicki, que había visto la prosperidad creciente de la provincia de Polonia, fue también testigo del comienzo de las desdichas de su patria y de los tristes resultados que trajeron a la Congregación.

A favor de las discordias que armaban a unos contra otros los señores del país, los rusos ocuparon Polonia en 1764, y la emperatriz Catalina II hizo proclamar rey [590] a Stanislas Poniatowski, su antiguo amante, quien reinó con el nombre de Stanislas-Auguste.  Se formó contra la influencia rusa un partido de patriotas, conel nombre de confederación de Bar (1768). Louis XV y la Puerta otomana prestaron su apoyo a los confederados, pero la caída del mknistro Choiseul, en Francia, y las derrotas de los turcos hicieron vano el heroismo de los patriotas, y se decidió el primer desmembramiento de Polonia.

Este desmembramiento tuvo lugar en 1772. La Galicia oriental fue dada a  Austria; todas las antiguas conquistas de los lituanos sobre los rusos (Rusia blanca, Rusia negra, Livonia polaca) fueron entregadas a Rusia; Prusia real y sus anexas fueron el lote de la casa de Brandeburgo. Lo que quedaba conservó el título de reino de Polonia, pero fue de hecho provincia rusa.

Se puede comprender cuál fue el dolor del Sr. Sliwiski, a la vista de estas desgracias y del estado de sufrimiento en el que iba a encontrarse la Congregación en este país.

«Las casas de Polonia, dice el Sr. Jacquier,  en su circular del 1º de enero de 1768, están en un estado de sufrimiento de parte de lo temporal. Las tropas extranjeras  que están hoy extendidas por el reino no perdonan los dominios eclesiásticos. No es sin embargo lo que más importa  en el corazón de nuestros cohermanos. Están contentos y muy contentos, con tal que la religión católica no reciba  ningún ataque funesto».

El mismo año, se celebró, en París, una asamblea sexenal de la Congregación. El Superior general, en su discurso de apertura, dio a conocer a la asamblea que, de acuerdo con sus asistentes, había dado la más entera aprobación a los motivos que impedían a la provincia de Polonia enviar a un diputado. Añadió que se conocía la rara prudencia  del visitador, el sr. Sliwicki, en la dirección que había empleado, y que el estado triste del reino, desolado por las tropas extranjeras y por las discordias intestinas, no había permitido la reunión de una asamblea provincial. –Acta conventuum Congregationis Missionis.

Al año siguiente (1769), el mismo Superior general señalaba también al interés de  la Congregación la triste posición de los Misioneros de Polonia : «El estado afligido de Polonia, entregada como presa al furor de una guerra intestina, y tal vez en la víspera  de experimentar mayores calamidades todavía de parte de dos potencias formidables, me oprime el corazón sobre la suerte de nuestros  queridos cohermanos que están establecidos  en las diferentes partes  de este desafortunado reino, y que comparten todos los males de su patria».

El último año de su vida, el Sr. Sliwicki fue testigo del triste resultado que tuvo para su provincia el primer desmembramiento de Polonia. El Sr. Jacquier se expresa así en esto, en su circular del 1º de enero 1773:

«El Sr. Sliwicki, cuya salud aguanta a pesar de los jaleos en que se haya metido y el dolor que le causan las desdichas demasiado duraderas de su patria, me escribe que por el reparto que tres potencias vecinas se han hecho de  una parte de Polonia, once de nuestras casas pasan bajo las nuevas dominaciones. Hay dos en la parte rusa, tres en la de Prusia, seis en Austria o Hungría. La emperatriz de Rusia y el rey de Prusia habiendo declarado expresamente que no querían estorbar en nada el libre ejercicio de la religión católica romana, nuestros cohermanos esperan continuar sus funciones como antes. No sucederá tal vez lo mismo en la parte austriaca, si se lleva a cabo el tenor de un escrito titulado. Puncta reformationis ckeri. Ya que dice. 1º que en cada casa de comunidad eclesiástica secular y regular, habrá trece sujetos; 2º  que serán todos indígenas; 3º que cada Congregación tendrá en el país un vicario general, que será solamente aprobado por el Superior general, residente en Roma o en otra parte, y que este vicario general tendrá un poder absoluto e ilimitado de gobernar,  establecer, cambiar, destruir todo lo que juzgue conveniente  a voluntad del primado del nuevo Estado. Aunque no se tratara más que de la ejecución del primer artículo, nos sería no solamente imposible dar el número exigido, sino también alimentarlos  y mantenerlos con los ingresos que van unidos a estas casas. El Sr. Sliwicki ha hecho y enviado una memoria relativa a este asunto, espera la respuesta de la corte de Viena».

El Sr. Sliwicki no tuvo el dolor de ver ejecutar las medidas de las que se acaba de hablar; pero doce años más tarde fueron despiadadamente aplicadas bajo su sucesor. En cuanto a él, él se durmió en el Señor, el 5 de mayo de 1774.

Sus cohermanos nos han dejado un relato de sus virtudes. Estas son algunas líneas: «Conociendo los talentos y la virtud de este hombre venerable, no había por qué extrañarse si, desde el momento en que el Sr. Sliwicki fue encargado del empleo de visitador (vacante en 1739 por la dimisión del Sr. Aumont), y durante todo el tiempo que lo ejerció, es decir hasta su último suspiro, la Congregación ha visto tal auge en casas y en sujetos en esta provincia.

«Por eso Dios permitió que tales dones de naturaleza y de gracia fueran conocidos, no solo en la Congregación, sino también en toda Polonia y en los países extranjeros. Los hombres más distinguidos y los más encumbrados lo proclamaban en todas partes como un modelo de sabiduría y de virtud, se pirraban por el honor de conversar con él, buscaban sus consejos en los asuntos más embarazosos y se conducían por sus consejos. Muchos de entre ellos venían a confiarselos secretos de su conciencia y ponerse bajo su dirección; los obispos venían a pedirle luces para la dirección de su diócesis, le enviaban sus casos de conciencia, le confiaban la censura de los libros sometidos a su juicio, el examen de sus ordenandos; los mismos reyes le honraban con su favor y se complacían en hablar con él sobre las ciencias o en consultarle sobre los asuntos eclesiásticos. El rey actual (Satanislas-Auguste), en el momento de su elección le eligió como confesor, y el año pasado, en tiempo de Pascua, como el Sr. Sliwicki, a causa de sus debilidades,  no podía ya ir a palacio, el rey vino en persona a verle en su habitación para confesarse. Todos los grandes del reino, llenos de interés por su salud, durante el tiempo de su enfermedad, enviaban todos los días a pedir noticias suyas; el rey, más interesado que todos, preguntaba dos veces al día.

«Su muerte llegó en efecto el 5 del mes de mayo (1774).

«Ese día, el enfermo tuvo el pecho tan oprimido que sin perder conocimiento, le fue imposible hablar. Le administraron el sacramento de la extrema unción. Ya, mientras tenía la palabra libre, se había confesado y había recibido el santo viático ; y, hacia las siete de la tarde, esta alma, adornada de tantas virtudes, dejó su cuerpo agotado por tantos trabajos y se fue a recibir de su Creador la recompensa prometida, dejando la Congregación sumida en el duelo y en el dolor. «El levantamiento del cuerpo lo hizo Mons. Hilsen, obispo de Smolensk, y el absolutorio por Mons. Mlodziejowski, obispo de Posen y gran canciller del reino, quien no pudo contener los suspiros y sus lágrimas; la Congregación, en efecto,  no estaba sola en duelo en esta gran pérdida que interesaba en un punto tan alto a la Iglesia y al reino entero».

Mémoires ; Pologne, p. 274 et suiv.

 

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