Hija de la Caridad Sierva de los Pobres Enfermos,
Montmirail
Hoy, 4 de mayo de 16591
Mi querida Hermana2:
Le devolvemos a Isabel a quien, por bien suyo, no nos ha parecido conveniente recibir como Hermana, ya que es muy niña de cuerpo y espíritu. Le hago el mismo ruego que he hecho a Sor Luisa3, y es el de que la consideren como a las demás muchachas, que no se acostumbre a estar con ustedes ni menos a vivir con ustedes. Le escribo por esta ocasión tan segura, pensando que no se perderán mis cartas, para congratularme con usted, dando gracias a Dios por las mercedes que su bondad les otorga, conservándoles el amor de su servicio en la práctica de sus reglas, sobre todo, la cordialidad y tolerancia que tienen una con otra, lo que es para mi un consuelo que no le podría expresar. Mientras se mantengan entre ustedes estas santas prácticas, pueden estar seguras de que Dios está con ustedes. Así se lo suplico con todo mi corazón, como el que siga otorgándoles sus gracias, y soy en su santísimo amor, mi querida Hermana, su muy humilde y afectísima hermana y servidora.