CONCLUSIONES U OBJETIVOS
Pienso que ya he desarrollado suficientemente el tema que se me había pedido. Pero como se me sugirió que ofreciera al final algunas conclusiones voy a formularlas. Ahora bien, yo no las designaría conclusiones. Lo que aquí aparece es, más bien, un elenco de objetivos que convendría alcanzar a corto y largo plazo, más que unas conclusiones claras y precisas. No son ni totalmente novedosos ni totalmente revolucionarios. Pero al hilo de lo que he venido diciendo hasta este momento, me atrevo a presentar los siguientes, de manera escueta y sin comentarios al respecto.
Primero. En la actualidad, los misioneros paúles tendríamos que analizar con precisión y coherencia la realidad social, humana y religiosa de la sociedad en la que trabajamos, ser lo suficientemente sagaces para descubrir los lugares en los que se encuentran los más pobres y necesitados, tanto en lo material mito en lo religioso, y diseñar un campo de acción válido para poder «hacer efectivo el evangelio» entre ellos.
Segundo. En estos precisos momentos, los misioneros paúles deberíamos realizar una nueva relectura de los orígenes de la Iglesia y de la Congregación de la Misión para volver a encontrar la espiritualidad que nos es propia y para acertar con los ministerios más aptos que nos permitan ser totalmente fieles al espíritu de Vicente de Paúl.
Tercero. Por otra parte, los misioneros paúles hoy necesitamos volver al espíritu de misión (evangelización) y llegar a ser auténticos misioneros de nuestro tiempo, ofreciendo a la sociedad y a las comunidades cristianas actuales una formación bíblica y cristiana conveniente y suficiente, creando catecumenados de adultos que desemboquen en comunidades cristianas vivas, coherentes y consecuentes con el evangelio de Jesucristo. Habría tener en cuenta, además, otros aspectos valiosos para dar correctamente una misión y que tienen que ver con la creación de escuelas, talleres de formación catequética, moral y dogmática, nuevos catecumenados y comunidades de adultos, plataformas de iniciación familiar cristiana, etc.
Cuarto. Además, los misioneros paúles, por ningún motivo, podemos dejar de organizar la caridad en los lugares en donde damos misiones en la actualidad o las demos en el futuro, para que —en la caridad, desde la caridad y con la caridad— las comunidades cristianas renovadas por la misión den verdadero testimonio de su fe cristiana y hagan creíble y fiable dicho testimonio.
Quinto. Finalmente, los misioneros paúles tendremos que preocuparnos, fundamental y prioritariamente, de formar agentes laicos locales en las comunidades misionadas, y para ellas, a fin de que sean ellos los que recojan el testigo de la misión y lo mantengan con continuidad y fidelidad al espíritu del evangelio.
Congregación de la Misión, vuelve a tus raíces, dedícate a lo que es únicamente necesario para que puedas cumplir fielmente tu vocación y pueda contribuir a su desarrollo y realización. Olvídate de todo lo demás; abandónalo sin miedo y sin reparos, pues te aparta de todo aquello para la que fuiste instituida. Ponte en las manos del Señor, camina por donde te guíe su voluntad, déjate impulsar por su Espíritu y sé fiel hasta el final.
Tendrás futuro y sentido si vuelves a recuperar tu misión y tu espiritualidad, si te pones a la escucha de la voluntad de Dios y, después, la vives y la encarnas. El tiempo apremia, y las necesidades de las gentes, de los pobres, son muchas y variopintas. No puedes ni debes seguir defraudando a Dios, a los pobres, a la Iglesia, a la humanidad, por más tiempo. Tienes una necesidad primordial, recuperar la cordura y la fidelidad a la vocación que un día se te dio. ¡Ponte en marcha, y camina!
Santiago Barquín
CEME, 2008