Vicente de Paúl, Carta 0204: A Luisa De Marillac, en Liancourt

Francisco Javier Fernández ChentoEscritos de Vicente de PaúlLeave a Comment

CRÉDITOS
Autor: Vicente de Paúl · Año publicación original: 1972 · Fuente: Obras completas de san Vicente de Paúl.
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Bendito sea Dios, señorita, por la bendición que le ha concedido en Beauvais y en Bulles, y por la que ruego a su bondad siga concediendo donde esté usted.

Me parece bien la propuesta del establecimiento de la Caridad; pero tengo miedo de que la casa lo arruine todo. Las hermanas de la Caridad se descargarán entonces de la preocupación de ir a ver a los enfermos en sus casas y se contentarán con el mantenimiento en el hospital, y las encargadas de los enfermos contribuirán a ello para descargarse de este mismo esfuerzo; de forma que, si las unas y las otras contribuyen a este desorden, pronto vendrá todo abajo. La experiencia que tenemos de Joigny me lo hace temer, y con motivo. Lo que por ahora puede hacerse es establecerla y procurar tener muchachas. Yo aprobaría que dejase a María para comenzar, si no fuese por la necesidad que de ella tiene usted. Si la señora pudiese dar alguna persona apropiada, o la señorita Pavillon, podría dejarla y formar aquí a las que ella diese, o a la hermana del alumno que mantienen las que cuidan de los enfermos de san Nicolás, que me ha venido a ver y que se ha ofrecido a venir todas las veces que se quiera. Me parece una buena muchacha. Enviaré al padre de la Salle que podrá llegar a Liancourt el sábado por la tarde o el domingo por la mañana. Vea usted, junto con la señora, lo que sea mejor; pero no hay que olvidar el permiso de monseñor de Beauvais para hacer el establecimiento, si es que no lo ha dado todavía. Si le ha dicho a la señora que le parece bien, ya basta. Y si la señora no tiene este permiso y le escribe al señor de Beauvais, y él quiere enviar al padre Duchesne para predicar el domingo, el padre de la Salle hará lo demás, y también la predicación, en el caso de que dicho padre Duchesne haya comenzado sus remedios; pero como el padre de la Salle tiene una especie de ciática en el muslo, que le impide caminar, la señora le hará el favor, si quiere, de enviarle un caballo que esté’ aquí mañana por la tarde.

En cuanto a lo que queda por hacer en Beauvais, creo que es necesario que vuelva a pasar por allí y que pida al señor Teologal la carta que la escribí por medio de él el pasado domingo, si es que no la ha enviado. Y esto es todo lo que tengo que decirle de momento, a no ser que el padre de la Salle lleve noticias de su hijo de usted.

Entre tanto, señorita, soy en el amor de Nuestro Señor su muy humilde servidor,

V. D.

San Lázaro, viernes a las dos.

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