Señorita:
La gracia de Nuestro Señor sea siempre con nosotros.
¡Dios mío, señorita! ¡Cuántas faltas he cometido con usted! Ayer le aseguré que iría hoy a ver su hermoso y devoto paraíso y que vería a la señora presidenta Goussault y a la señorita Poulaillon; sin embargo, no he hecho ni lo uno ni lo otro, y me he ido a los pueblos, de donde acabo de volver. Ha sido para trabajar en la Caridad de Champigny, donde se requiere su presencia. Le suplico muy humildemente que me lo perdone y que vaya mañana a Villeneuve, si la llevan allá la señora Goussault y la señorita Poulaillon, y para ello le ruego que les escriba esta mañana; si no pueden ir ni la una ni la otra, no sé si le incomodará ir en el barco de Joigny, que parte el sábado a las ocho. Pero creo que no se incomodará, porque va cubierto. Cuando esté en Villeneuve, convendrá que se retire a casa de la señorita Tranchot y que entregue al señor párroco la que he escrito para él, y cuyo tenor puede ver usted. No hay peligro en que instruya solamente a las niñas. Esto le facilitará el medio de ganar a sus madres para Dios. De la Caridad, solamente encontrará nueve hermanas de la cofradía; procure conseguir algunas más. Si podemos, enviaremos al señor Pavillon para predicar algún domingo. No diré nada más. Nuestro Señor le aconsejará lo que hay que hacer; tenga, por favor, cuidado de su salud y de honrar la alegría del corazón de Nuestro Señor. Yo le ruego a Dios que la devuelva con perfecta salud, llena de mérito y cargada de los despojos del enemigo del imperio de Dios, en cuyo amor soy s. s.,
V. D. P.
Dirección: A la señorita Le Gras.