Este año, la reunión de la Familia Vicenciana1 se centrará en las estrategias de cambio sistémico. En un reciente artículo en famvin.org2, un lector comentó: «Me pregunto, ¿cuál es la diferencia entre cambio sistémico y Teología de la Liberación, que lleva más tiempo funcionando?» Quisiera abordar la cuestión, pues es importante hacer puntualizaciones en nuestros esfuerzos por servir a los pobres desde una perspectiva Católica y Vicenciana.
La definición de Cambio Sistémico con la que trabajamos la podemos encontrar en la Enciclopedia Vicenciana de FamVin. Se lo describe ahí como un patrón o construcción social que tiene implicaciones prácticas. No está, por sí mismo, relacionado con ningún sistema teológico o conjunto de doctrinas. Se podría fácilmente deducir de la filosofía de la ley natural. Su aplicación, y el énfasis particular evidenciado en un programa específico de cambio sistémico, está sin duda relacionada con la teología subyacente de las personas que participan en él. Recomiendo una lectura completa de la sección de cambio sistémico de la Enciclopedia Vicenciana y los artículos archivados en la etiqueta «cambio sistémico» en famvin.org.
«Teología de la Liberación» es un término general para un amplio espectro de teologías orientadas a la praxis, cuyo objetivo es identificar las huellas del Dios de Jesucristo, cuando ese Dios se mueve para levantar la opresión de los hombros de un grupo o clase de personas. Una de las tareas de esta teología es la identificación de los «actos de Dios» entre la raza humana, que llamamos, en sus diversas acepciones, salvación, reconciliación y liberación. En particular, el «hacer teología» en las teologías de la liberación (de América Latina, África, teología negra, feminista, etc) se hace por y al nivel de los que sufren la opresión. Estas «comunidades de base» enseñan al resto del mundo el trabajo de Dios entre ellos. Las consecuencias de esta comunicación a los demás, especialmente a cristianos (ya que suele ser, aunque no sólo, un método teológico cristiano), es que todos estamos llamados a colaborar con Dios y los oprimidos en su liberación integral de la opresión, opresión que es resultado del pecado, tanto a nivel personal como sistémico.
Como dice la «Instrucción sobre algunos aspectos de la Teología de la Liberación» (Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, 6 de agosto 1984):
La liberación es ante todo y principalmente liberación de la esclavitud radical del pecado. Su fin y su término es la libertad de los hijos de Dios, don de la gracia. Lógicamente reclama la liberación de múltiples esclavitudes de orden cultural, económico, social y político, que, en definitiva, derivan del pecado, y constituyen tantos obstáculos que impiden a los hombres vivir según su dignidad. Discernir claramente lo que es fundamental y lo que pertenece a las consecuencias es una condición indispensable para una reflexión teológica sobre la liberación.
Es en el punto de vista de la llamada o el grito de los pobres donde se entrecruzan un método teológico de liberación particular y las iniciativas de cambio sistémico. Para los vicencianos, los económicamente pobres y marginados siempre son los que identifican los lugares donde el cambio (el cambio de un patrón o estructura sistémica que mantiene una condición de opresión) tiene que ponerse en marcha para avanzar hacia el objetivo de la liberación integral. Nuestro pensamiento teológico, en conjunto, nos ayuda a comprender la naturaleza y los efectos del pecado presente en cualquier situación en particular. La comunicación (llamada, grito) de los pueblos oprimidos a la familia Vicenciana nos lleva a colaborar con ellos. Las estrategias de cambio sistémico son los medios por los que llevamos a cabo los objetivos identificados por nuestros hermanos y hermanas oprimidos, mientras nosotros, juntos, buscamos identificar las huellas de los movimientos de Dios en nuestro tiempo. «Hacemos» una teología de la liberación JUNTOS y actuamos sistémicamente, sobre la base de nuestra tradición y experiencia Vicenciana, como resultado de este hacer teológico (una «praxis» teológica). Los resultados de nuestras comunes acciones nos llevan a volver a hacer teología (un «círculo hermenéutico» de liberación Vicenciana).
Indudablemente hay mucho más que decir. Pero, claramente, un cambio sistémico Vicenciano es un conjunto de estrategias que pueden emplearse en una praxis que comienza y termina en la vida de los pobres, a medida que avanzamos juntos en el camino que conduce a la liberación integral, la salvación traída por Dios en Jesús. Nuestra meta llena de esperanza: la liberación del pecado y de la opresión a todos los niveles.