1662. En el castillo de Joigny, el P. Felipe Emmanuel de Gondi, sacerdote del Oratorio, muere con ochenta y un años. Hasta su entrada en la vida religiosa, en 1627, el General de las Galeras había acumulado títulos y cargos que desempeño con gran dignidad. Muy ligado a Vicente de Paúl, cuando este se fue de la residencia de los Gondi, declaró, deseando tanto como su esposa el regreso de Vicente, que no podía vivir como hombre de bien sin él. Secundo generosamente a la Sra. de Gondi en sus empresas caritativas, firmando con ella el contrato de fundación de la Congregación de la Misión. Su bella presencia, su carácter alegre, su habilidad en el manejo de la espada e incluso su pluma le deparaban un futuro halagüeño, pero renunció a todo tras la muerte de su esposa, ocurrida el 23 de junio de 1625. Durante treinta y cinco años edificó a sus compañeros del Oratorio por su piedad y austeridad. En París, residió en el Seminario Saint-Magloire, que más tarde se transformará en la Institución de los Sordomudos, en la calle Saint-Jaques. Su vida religiosa se vio turbada por la política: Richelieu lo exilió a Lyón por pronunciar algunas palabras imprudentes al ver como el todopoderoso Cardenal privaba de sus cargos a sus dos hijos. Por el contrario, Ana de Austria le ofreció el cargo de primer ministro, que rechazó. Roma hablaba de elevarle al Cardenalato, que también rechazó, El P. de Gondi conoció de nuevo el exilio cuando el Cardenal Mazarino se vengó en él por la sonada evasión de su hijo, el Cardenal de Retz. Esta vez, se refugió con un compañero del Oratorio, en el castillo de Joigny, donde vivió en el más santo de los retiros hasta su muerte. Sus restos serán trasladados a París, para proceder a su inhumación en la iglesia del Seminario de Saint-Magloire.