1650. Carta de Vicente de Paúl al obispo de Périgueux, Filiberto de Brandon, que quiere que dos paúles atiendan el seminario, mientras que Vicente dice que se necesitan cuatro para no desatender las misiones: «Usted tiene ante la vista el seminario, mientras que nosotros tenemos la obligación de las misiones; nuestro fin principal es la instrucción del pueblo del campo, mientras que el servicio que le hacemos al estado eclesiástico es algo accesorio. Sabemos por experiencia que los frutos de las misiones son muy grandes, ya que las necesidades de las pobres gentes campesinas son extremas; pero, como ordinariamente sus espíritus son groseros y están mal cultivados, fácilmente se olvidan de los conocimientos que se les han dado y de las buenas resoluciones que han tomado, si no tienen buenos pastores que les mantengan en el estado en que se les ha puesto. Por eso procuramos también contribuir a la formación de buenos eclesiásticos por medio de los ejercicios de los ordenandos y de los seminarios, no ya para abandonar las misiones, sino para conservar los frutos que se consiguen por ellas». Vicente explica que, aunque en el seminario de Cahors no atienden misiones, se trata de una excepción y propone soluciones para la financiación.
1872. En Folleville, el Obispo de Amiens, Mons. Santiago Boudinet que, desde su ascenso a la sede en 1856, ha querido perpetuar con obras duraderas el recuerdo de san Vicente de Paúl en la pequeña parroquia, tiene la alegría de inaugurar lo que llama «la continuación de las peregrinaciones». Para facilitarlas, la Compañía de Ferrocarriles del Norte ha creado, a dos kilómetros de la Iglesia de San Vicente, la estación de La Faloise. El obispo, que se regocijará por haber sido acompañado en este día por «nobles y eminentes visitantes», desea que «el número de peregrinos crezca de día en día». Estas palabras las escribirá en su última carta pastoral, pues morirá el siguiente primero de abril.