A las Hermanas que van a emitir los Votos por primera vez
Hermanas, mañana conmemora la Iglesia la más perfecta ofrenda que jamás se haya hecho en la tierra: la del Hijo de Dios presentado a su Padre como oblación a su gloria y por la salvación del mundo, por manos de la Virgen llena de gracia. Oblación que se presentó ese día, se realizó en el calvario y se perpetúa en el Santo Sacrificio del Altar.
Mañana, con su Hijo, por El y en El, la Virgen va a ofrecerlas a ustedes también; van a ser en sus manos como una prolongación y un complemento del sacrificio de Cristo. Y si nuestro Padre del cielo recibe y acepta la ofrenda de ustedes, es porque en ella habrá reconocido el rostro de su Hijo amado, objeto de sus complacencias y porque la recibirá de manos de la Virgen, Madre de Jesús y Madre de todo el Cuerpo Místico?
No olviden que se consagran ustedes al amor y a la gloria de Dios: tal es el fin primordial y esencial del acto que las unirá a El desligándolas de lo creado.
Como alabanza y homenaje a Dios,van ustedes a pronunciar, primero, y a vivir después, su vida de pobreza, dando con ello testimonio de que todos los bienes materiales son efímeros y no merecen la pena de ser poseídos ni deseados. Se mantendrán ustedes en una estricta pobreza material y en la imitación de la vida de Cristo pobre, no esperando nada de ustedes mismas, de su saber, de su habilidad, de su virtud, sino poniendo en Dios sólo toda su esperanza. De la riqueza de su gracia, que confían obtener, esperarán ustedes su propia conversión, la de los demás y cualquier otra cosa de la tierra o del cielo.
Como alabanza y homenaje a Dios, buscarán ustedes y situarán su amor y su gozo en el cielo. Los que las contemplen, tendrán que convencerse de que Cristo basta a los que El mismo se ha escogido. Es un Esposo absoluto y exigente, que quiere reinar El solo en nosotros. Alguna hora de oración al día y la ausencia de apegos legítimos no le bastan. El está presente en toda su vida, las espera, por supuesto, en la oradón y en la Eucaristía, pero también es El quien se presenta a ustedes en cada uno de los que se les acercan. Cualquier prueba de desamor iría dirigida a El.
Como alabanza y homenaje a Dios, van ustedes a buscar la voluntad divina en toda manifestación de la autoridad. Dios no es glorificado por sus acciones, sino por sus intenciones. La santa obediencia es la única garantía de la voluntad divina acerca de nuestros actos, grandes o pequeños. Obedecer es el acto de fe más meritorio y más verdadero; es el acto de esperanza más perfecto, que abandona a la palabra de Dios el éxito de nuestra vida; es el acto de caridad absoluta, puesto que es consentir en buscar a Dios según sus planes y no según los nuestros. En una palabra, es optar por Dios.
También es alabanza y homenaje a Dios pasar la vida al servicio de los Pobres, es decir, de todos los que carecen de los bienes del cuerpo, de los del corazón o de los deld alma. En ellos se prolonga la Pasión de Cristo, y en ustedes y por ustedes deben descubrir a Cristo.
Sólo una unión perfecta con Dios les permitirá elevar a tal nivel una vida como la suya, lo más frecuentemente tejida de acciones muy sencillas, pero que el voto de servicio de los Pobres, servicio corporal y espiritual, transformará en Dios.
Que la Virgen de a Purificación, que es también la Virgen de la Ofrenda y ya desde ese momento la Virgen Dolorosa, las guarde hasta su último aliento, queridas Hermanas, por medio de sus cuatro Votos, en una vida sin cesar purificada por el contacto de Cristo, en una ofrenda continua en unión con El, en una comunión consciente en la Pasión Redentora.