Me da usted las gracias, Sor Directora, por haber concedido a las Hermanas el Santo Hábito que es el signo de su pertenencia a la Comunidad, y pienso que también yo tendría que manifestar a usted agradecimiento en nombre de ellas —y estoy segura de que no me desmentirán— por todo lo que han recibido aquí durante su estancia en el Seminario; lo que han recibido como enseñanza oral y sobre todo lo que han recibido como ejemplos. Son cosas que recordarán y vivirán toda su vida.
El Seminario es quizá la gracia más preciada de todas las que recibirán en la Comunidad. Ya verán ustedes, Hermanas, a medída que este tiempo bendito del Seminario vaya cayendo en la lejanía del pasado, cómo lo van a apreciar cada vez más, porque deja una huella en el alma, casí imperceptible, pero duradera. Recordarán lo que se les ha dicho, lo que se les ha enseñado, lo que se les ha mostrado.
Podemos añadir que esta Toma de Hábito lleva consigo el sello de una gracia especial: es una Toma de Hábito Universal. Hay entre ustedes Hermanas de todos los Continentes. Y pienso que es no sólo una gracia, síno también una lección,
Al marchar ahora, cada una a donde la Obediencia la envíe, al país en que el Señor las ha hecho nacer y donde, por consiguiente, les ha asignado un puesto apostólico, van a conservar, cada una en ese país que es el suyo, el mismo espíritu que todas han recibido en el mismo Seminario, la misma manera de vivir nuestra vida de Hija de la Caridad. Y es preciso que esa unión que reina entre ustedes, en los corazones de las que han estado aquí juntas, se comunique, por su medio, a todas sus Provincias. Esta es una gracia, tenemos que recordarlo, propia de la Compañía de las Hijas de la Caridad, gracia que causa la admiración de todos los que se relacionan con nosotras: esa gracia de unidad, de unión entre las diferentes Provincias, entre los diferentes miembros y con los Superiores, permanece y dura porque cada una de ustedes la vive. Y seguirá siendo, si Dios quiere, la característica de la Compañía.
En cuanto a ustedes, no se les borrará ese recuerdo de universalidad que ha sellado su Toma de Hábito, y por todas partes por donde el Señor las envía han de ser Llamas de Caridad y Fermentos de Unidad.