Seguidores de Cristo evangelizador de los pobres

Francisco Javier Fernández ChentoEspiritualidad vicencianaLeave a Comment

CRÉDITOS
Autor: Flores-Orcajo · Año publicación original: 1985 · Fuente: CEME.
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espiritualidadEl Espíritu del Señor sobre mí, porque El me ha ungido para que dé la Buena Noticia a los pobres». Lc. 4,18).
«El fin de la Congregación es seguir a Cristo evangelizador de los pobres…». (C. 1).
Vocación y misión son dos ideas que se complementan mutuamente. El «ven y sígueme» se completa con el «id y predicad a las gentes». La Congregación de la Misión, toda ella, centra su vocación y misión en el seguimiento de Cristo evangelizador de los pobres.
1. «Seguir fielmente las huellas de Cristo».
El término «seguir», teológicamente considerado, está lleno de sentido espiritual: «seguir» es dejarlo todo por Cristo, por su misión; es asumir el estilo de vida de Jesús. (Mt 9,9).
«El propósito de la Compañía es imitar a nuestro Señor en la medida en que pueden hacerlo unas personas pobres y ruines. ¿Qué quiere decir esto? Que se ha propuesto conformarse a él en su comportamiento, en sus acciones, en sus tareas y en sus fines. ¿Cómo puede una persona representar a otra si no tiene los mismos rasgos, las mismas líneas, proporciones, modales, y forma de mirar? Es imposible. Por tanto, si nos hemos propuesto hacernos semejantes a este divino modelo y sentimos en nuestros corazones este deseo y esta afición, es menester procurar conformar nuestros pensamientos, nuestras obras y nuestras intenciones a las suyas. El no es solamente el Deus virtutum, sino que ha venido a practicar todas las virtudes; y como sus acciones y no acciones eran otras tantas virtudes, nosotros hemos de conformarnos con ellas procurando ser hombres de virtud, no sólo en nuestro interior sino obrando exteriormente por virtud, de modo que todo lo que hagamos y no hagamos se acomode a este principio». (XI 383).
2. «He sido enviado a evangelizar a los pobres».
La evangelización de los pobres está en el corazón de la misión de Jesús. No es posible disociar el anuncio del Evangelio de los pobres, sus destinatarios preferidos. Así la Congregación de la Misión, sus miembros, sus estructuras no pueden disociarse del propósito de seguir a Cristo evangelizador de los pobres.
«En esta vocación vivimos de modo muy conforme a nuestro Señor Jesucristo que, al parecer, cuando vino a este mundo, escogió como principal quehacer el de asistir y cuidar a los pobres: Misit me evangelizare pau-peribus. Y si se le pregunta a nuestro Señor: ¿Oué es lo que has venido a hacer en la tierra? A asistir a los pobres. ¿A algo más? A asistir a los pobres, etc. En su compañía no tenía más que pobres y se detenía poco en las ciudades, conversando siempre con los campesinos e instruyéndolos. ¿No nos sentiremos felices nosotros por estar en la Misión con el mismo fin que comprometió a Dios al hacerse hombre? Y si se le preguntase a un misionero, ¿no sería para él un gran honor decir como nuestro Señor: Misit me evangelizare pauperibus? (XI 33-34).
3. «Continuadores de la misión de Cristo».
«Seguir a Cristo», «evangelizar», «pobres» son ideas que dan unidad a toda la vida de la Congregación de la Misión, a toda la espiritualidad de los misioneros que profesan ser continuadores de la misión de Cristo evangelizador de los pobres.
«El estado de los misioneros es un estado conforme a las máximas evangélicas, que consiste en dejarlo todo y abandonarlo todo, como los apóstoles, para seguir a Jesucristo para hacer lo que conviene, a imitación suya». (XI; 697).
«Quienes han sido llamados a continuar la misión de Cristo, misión que consiste sobre todo en evangelizar a los pobres, deberían llenarse de su mismo espíritu y seguir fielmente sus huellas» (Prol. RC, p. 173).
¿Qué ha supuesto y supone en mi vida espiritual y misionera el fin de la Congregación de la Misión?
¿Es habitual en mí contemplar a Cristo evangelizador de los pobres?
¿Motivo toda mi actividad en la imitación de Cristo evangelizador de los pobres?
ORACIÓN:
«Salvador mío, has esperado mil seiscientos años para suscitar una Compañía que hiciera profesión expresa de continuar la misión que te había encargado el Padre en la cierra. Yo nunca te había dado gracias por ello. Lo hago ahora por todos, por los presentes y los ausentes. Tú nos has destinado a esta misión en tus planes eternos. ¡Cuánta confusión para todos nosotros!». (XI 674).

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