«Querido amigo, qué lealmente te portas en todo lo que haces por los hermanos, y eso que para ti son extraños; ellos han hablado de tu caridad delante de la comunidad de aquí. Por favor, provéelos para el viaje, como Dios se merece». (III Jn 5-7).
«Procuraremos acoger con ánimo abierto en nuestras casas a los hermanos de Congregación, a los sacerdotes y a otros huéspedes.
Trataremos con generosidad a los necesitados que nos pidan ayuda, esforzándonos en sacarlos de sus apuros. Extenderemos gustosos nuestro trato fraterno a todos los que están asociados a nosotros en la vida y en el trabajo». (E 15,2.4).
La extensión del Estatuto comprende a todas aquellas personas con las que hay que usar de hospitalidad por motivos de fraternidad o caridad, pertenezcan o no a la Congregación. Siguiendo el ejemplo de San Vicente que no despedía a nadie sin un gesto de generosidad, los Misioneros recibirán afablemente a todos los que llamen a sus puertas solicitando de ellos la ayuda necesaria y conveniente.
1. «Honrar la gran bondad de nuestro Señor».
Era proverbial, ya en su tiempo, la buena acogida que el Santo dispensaba a los sacerdotes y seglares que deseaban ‘hacer ejercicios espirituales en casas de la Congregación. Exhortaba, además, a los encargados de recibirlos que no rechazasen a nadie, aun con gravamen económico para la comunidad:
«Si tuviéramos treinta años de existencia y, por recibir a los que vienen a hacer el retiro, sólo pudiéramos existir quince, no por eso deberíamos dejar de recibir los. Es verdad que los gastos son considerables, pero no pueden ser mejor empleados; y si la casa se ve en apuros, Dios sabrá encontrar los medios para ayudarla, como hemos de esperar de su Providencia y bondad infinitas». (XI 602).
Es bien conocido el caso de aquel hermano que, habiéndose acusado en el capítulo de faltas de haber despedido a un ejercitante para otro día distinto del que había deseado empezar sus ejercicios, con el pretexto de que ya había demasiados, San Vicente le interrumpió y le dijo:
«Hay que honrar la gran bondad de nuestro Señor, que acogía a todos los penitentes en cualquier tiempo que se presentasen». (XI 32).
2. «Lo peor sería tener que dejar de ver a esas pobres gentes».
iCiertos rasgos de caridad para con los pobres demuestran el grado de amor y de acogida que San Vicente proporcionaba a los más desgraciados. Este ejemplo del Fundador ha de ser imitado por sus hijos espirituales. En una ocasión, refiriéndose a los enfermos mentales que residían en San Lázaro, dijo:
«Demos gracias a Dios, hermanos míos, de que haya confiado a esta comunidad el cuidado de los locos y de los incorregibles… Cuando entramos en San Lázaro, tuvimos un juicio, en el que se ventilaba si nos echaban nos dejaban en casa. Me acuerdo que entonces me planteé a mí mismo esta pregunta: Si hubiera que dejar ahora esta casa, ¿qué es lo que te cuesta o te costaría más?, ¿qué es lo que te causaría mayor disgusto y pena? Y me pareció entonces que lo peor sería tener que dejar de ver a esas pobres gentes y verme obligado a dejar su cuidado y servicio». (XI 715).
3. «Facilitar a vuestros huéspedes la unión íntima con Dios».
La hospitalidad y buena acogida, dispensada a las personas que nos visitan, no pueden perturbar la vida comunitaria. De ello nos avisan sabiamente la experiencia y los consejos de Pablo VI:
«Dadas las excesivas ocupaciones y las tensiones de la vida moderna, conviene dar una particular importancia, junto al ritmo de la plegaria cotidiana, a esos intervalos más prolongados de oración que estén distribuidos en diversos períodos, según las posibilidades y la naturaleza de vuestra vocación. Si además, según vuestras Constituciones, las casas a las que pertenecéis practican ampliamente la hospitalidad fraterna, tocará a vosotros regular la frecuencia y el estilo, con el fin de evitar cualquier perturbación inútil y facilitar a vuestros huéspedes la unión íntima con Dios». (ET 35).
- ¿Practico la caridad con todos los pobres que llaman a la puerta o los despido con palabras duras como a personas indeseables?
- Cuantos visitan mi comunidad, ¿encuentran en ella el ambiente de oración y de trabajo necesario para un encuentro más íntimo con Dios?
Oración:
«Dios bueno y misericordioso, que alimentas a todas la criaturas, concédenos amar eficazmente a los hermanos gil, se acercan a nosotros, a fin de que ellos puedan servirte con mayor libertad y alegría. Por Jesucristo nuestro Señor”.