Es PREFERIBLE SERVIRSE DE UN AUTOR PROBADO
Vicente de Paúl optó por un estilo peculiar de enseñanza. No le gustaba que el profesor dictara en clase. Era preferible que se sirviera de un autor cualificado, lo explicara y los alumnos lo aprendieran. A veces en este particular hubo falta de entendimiento entre el Fundador y algunos profesores. A éstos les parecía demasiado vulgar repetir lo que encontraban escrito en un manual. Lo cierto es que Vicente de Paúl no quería en los seminarios aulas universitarias. El Padre Bernardo Codoing se mostraba reticente en este particular. Vicente de Paúl le escribió una larga carta», para convencerle de que era mejor explicar una materia a partir de un autor, pues el que elaboraba unos apuntes y los dictaba en clase, se servía en cada caso de uno o más autores y si los alumnos lo descubrían se burlaban de su profesor». Además, le recuerda el Fundador, ésta es la práctica usual en los colegios y facultades universitarias españolas. No elaboran ni dictan los propios apuntes, sino que explican las disciplinas a partir de un autor: «No se sabe qué es eso de dictar en clase y donde se contentan con explicar, y donde, sin embargo, están todos de acuerdo en que los teólogos son más profundos que en las demás partes”.
Los seminarios regidos por los misioneros se desenvolvían a tenor del reglamento redactado por el Fundador en 1645. En consonancia con la época era exigente. Muchos de sus contenidos habían sido tomados de la Reglas Comunes de la Misión: meditación y rezo del oficio divino; exámenes de conciencia y lectura el Nuevo Testamento; horarios de mañana y tarde; eucaristía, cuatro horas de clase, recreaciones, ensayo de canto, ceremonias y limpieza de la casa. Con este reglamento los formandos aceptaban un estilo de vida orientado a crear en ellos hábitos de trabajo y piedad que los pusieran en el futuro a resguardo de caer en la relajación.
SEMINARIOS ADOPTADOS POR VICENTE DE PAÚL
Annecy (1642), Bons-Enfants y San Carlos. Las casas fundadas entre 1643 y 1659 tenían dos ministerios, misiones y formación sacerdotal en el seminario diocesano: Cahors, Saintes, Le Mans y Saint Méen, Tréguier y Agen, Montauban, Adge y Tm-yes, Meaux y Narbona (1659). Los seminarios de Alet, Marsella, Perigueux y Montpellier fueron de corta duración. Por otra parte, el funcionamiento de los diversos seminarios fue desigual: en unos se admitían adolescentes; en otro hubo siempre pocas vocaciones». El seminario de Cahors fue en todo momento próspero. Alano de Solminihac escribía a Vicente de Paúl: «Usted se quedaría muy contento al ver nuestro seminario, donde se habría encontrado con treinta y cinco seminaristas que le habrían dado una gran satisfacción. Los padres de su compañía que los han visto dicen que es el más bello del reino y que se observa mejor allí el orden que en París». El número de seminaristas oscilaba en los diversos seminarios. Las cifras eran apreciables, si se tiene en cuenta que los seminarios apenas habían comenzado a funcionar.
Vicente de Paúl una vez más se emplea a fondo para llevar adelante una obra de mayor envergadura, si cabe, que las anteriores en apoyo de la formación sacerdotal. En todo momento evita actuar en solitario. Por eso mismo motiva con particular insistencia a sus misioneros para que descubran la bondad de la formación sacerdotal a través de los seminarios diocesanos. A este fin se sirve de diversos medios: exhortaciones, repeticiones de oración, conferencias y cartas. Por otra parte, este ministerio se encuentra entre los propios de la Misión. Los obispos, al instituir el seminario en sus respectivas diócesis, necesitaban ayuda. Vicente de Paúl consideró esta circunstancia como una llamada de Dios a la compañía. Los sacerdotes formados en los seminarios serán en el futuro quienes aseguren la perseverancia de los pueblos misionados en la fe. Los misioneros destinados a los seminarios serán hombres de ciencia y sobre todo fervorosos, ya que nadie da lo que no tiene. El celo o, lo que es lo mismo, el interés y la entrega de Vicente de Paúl a este ministerio le llevó a aceptar un elevado número de seminarios diocesanos. Creó un tipo peculiar de seminario. Proponía que en sus aulas se enseñara a usar los conocimientos ya adquiridos y, en particular, a conocer y sintonizar con la virtudes y funciones sacerdotales.
Acudimos a los textos originales, fiel reflejo del pensamiento e interés de Vicente de Paúl sobre la colaboración de los misioneros en la formación sacerdotal a través de los seminarios:
Es el mejor medio para enderezar el estado eclesiástico: «La noticia más agradable que me pueden dar es que Dios se complace en multiplicar y bendecir el seminario, tanto por la obligación que tiene su casa de dedicarse a esa buena obra y de procurar su fomento, como porque es el único medio de enderezar el estado eclesiástico, tan decaído de su primera perfección».
Los seminarios de adolescentes no dan buenos resultados: «Hay que respetar las órdenes del Concilio venidas del Espíritu Santo. Sin embargo, la experiencia hace ver que la forma como se lleva a cabo respecto a la edad de los seminaristas no da buenos resultados ni en Italia ni en Francia».
Alguna excepción es posible: «Otra cosa es que se encuentren en las misiones niños de buen espíritu y piadosos y que pidan ser de nuestra compañía; pues con esos parece ser que convendría hacer algún ensayo».
Los obispos desean tener seminarios para jóvenes. Dios se servirá de esta compañía: «De esta manera Dios se servirá de esta compañía, en beneficio del pueblo mediante las misiones, en beneficio del clero que empieza mediante las ordenaciones, en beneficio de los que son ya sacerdotes al no admitir a nadie en los beneficios y en las vicarías sin hacer el retiro y ser instruidos en el seminario, y en beneficio de todos por medio de los ejercicios espirituales».
Nuestro Instituto desempeña dos ministerios. «No debe usted olvidar la obra de los seminarios para atender únicamente a las misiones; las dos son igualmente importantes y usted tiene la misma obligación con una que con la otra; me refiero a toda la familia que ha sido fundada para las dos. Le ruego, padre, que las mire con el mismo cariño»; «¿No sabe usted, padre, que estamos obligados a formar buenos eclesiásticos lo mismo que a instruir a los pueblos del campo y que un sacerdote de la Misión que quiera hacer una de esas dos cosas y no la otra no será misionero más que a medias?». «Trabajar en la formación de buenos párrocos y de buenos eclesiásticos, que vayan luego a instruir a los campesinos y a exhortarles a una buena vida, es trabajar por la salvación del pobre pueblo del campo; por lo menos hemos de tener esa intención y esa esperanza».
Aceptamos casas con dos ministerios. Alguna excepción: «No es conveniente que tomemos ninguna fundación (ningún seminario) de esta clase sin que se pueda mantener al menos a dos sacerdotes que trabajen en las misiones; pues de lo contrario se vendrá abajo el proyecto de asistir al pobre pueblo»; «Si me dice usted que en Cahors no hacemos otra cosa más que llevar el seminario, le confesaré que es cierto»… «Es la única de nuestras casas que ha quedado reducida solamente a seminario; todas las demás, gracias a Dios, trabajan también en las misiones».
Algunos seminarios menores: «La diversidad se ve en que usted se entrega al servicio del pobre pueblo y al de los eclesiásticos por medio de los retiros a los que van a recibir las órdenes, como por medio de la atención a los muchachos que aspiran al estado eclesiástico en el pequeño San Lázaro, en el de Saint-Méen y Le Mans, más los dos que van a empezar juntos en Agen».
La escolástica que se enseña en Bons-Enfants resulta poco útil: «He oído que la escolástica que se enseña en Bons-Enfant’ resulta poco útil, e incluso nada; he pensado en quitarla, tanto más cuanto que del colegio se va a Navarra o a la Sorbona a estudiar escolástica; por eso hay que tener dos clases de moral y ejercitarse en la práctica de las funciones”.
Desempeña usted el oficio del Espíritu Santo: «Qué feliz es usted, por servir de instrumento en manos de Nuestro Señor para formar buenos sacerdotes»… «Desempeña usted el oficio del Espíritu Santo, que es el único al que pertenece iluminar y encender los corazones”.
Formador en el seminario a pesar de su juventud: «Siento el alma llena de gozo al pensar en usted y en cómo Dios le ha elegido para que se dedique, a pesar de ser tan joven, a un ministerio tan alto como el de la formación de los sacerdotes. Doy gracias a Nuestro Señor por haberle merecido esta gracia y le ruego que cumpla en usted sus eternos designios»; «Siga, pues, mi querido hermano, entregándose a Dios, para procurar su gloria y la salvación del prójimo y para trabajar por el pobre pueblo, formando buenos eclesiásticos que sean la luz del mundo y los dispensadores de los tesoros del cielo y de la tierra».
Nadie da lo que no tiene: «Una de las cosas que más necesitan en los seminarios, según lo demuestra la experiencia, es tener personas de vida interior y de mucha piedad, para inspirar este espíritu en los seminaristas, ya que nadie da lo que no tiene».
Mejor un autor probado que el dictado de unos apuntes: «Hemos consultado seriamente a siete de la compañía (a seis por una parte y a otro en privado, porque tenía que marcharse al campo) a propósito de los apuntes dictados de los que usted (escribía) al padre Soufliers; cinco hemos sido contrarios a esos apuntes; y entre esos se encuentran los dos que se consideran más sabios en la compañía. Esas son nuestras razones: La primera es por parte de la ciencia que se desea enseñar, la cual será más segura, siendo de un autor probado, que la que contienen los escritos de un particular. En segundo lugar, por parte de los prelados y del público, que preferirán a un autor probado antes que los escritos de un hombre joven que no ha dado ninguna prueba de su ciencia más que en los púlpitos. Por parte de la compañía, en la cual hay más sujetos que pueden explicar útilmente un autor que personas capaces de dictar; además, así no se verá expuesta a la censura de sus lecciones y no atraerá tanta envidia por lo que haga. Por parte de los que enseñan, a los que resultará mucho más útil explicar un autor que componer apuntes, si no los saca, como usted lo ha hecho, de Bonacina o de algún otro autor”.
Una parroquia junto al seminario: «Es verdad que siempre hemos puesto dificultades para cargarnos con parroquias, sobre todo en las ciudades episcopales y donde hay parlamento o cabildo; pero la experiencia nos ha hecho ver que donde hay un seminario, es conveniente que tengamos también parroquia para ejercitar en ella a los seminaristas, que aprenden mejor las funciones parroquiales con la práctica que con la teoría».
EPÍLOGO
Vicente de Paúl, felicidades. Recibe un fuerte aplauso. Fuiste un hombre de bien. No satisfecho después del duro y largo caminar por la vida, a tus setenta y cinco años, pronunciaste esta frase: tengo verdadero «deseo de ir a acabar mi vida en medio de un chaparral, trabajando en alguna aldea, pues me parece que sería feliz». Tu celo, tu interés por hacer el bien a todos los prójimos, a tus hermanos sacerdotes, superó todas las previsiones. Se ha dicho con razón que fuiste un trabajador empedernido. Lo sabemos, lo reconocemos y admiramos. Nos diste ejemplo.
CEME
- Ignacio Fdez. Mendoza