Responsables de la misión común

Francisco Javier Fernández ChentoEspiritualidad vicencianaLeave a Comment

CRÉDITOS
Autor: Flores-Orcajo · Año publicación original: 1985 · Fuente: CEME.
Tiempo de lectura estimado:

«Conforme al don que Dios me ha dado, yo, hábil arquitecto, coloqué el cimiento, pero otro levanta el edificio. ­ ­Ahora que atención cada cual a cómo construye; por­ que un cimiento diferente ­del ya puesto, nadie puede ponerlo». (I Cor 3,10-11).

«En la obra de la evangeli­zación que la Congregación se propone realizar, tengamos presentes estas características: …4.° Verdadero sentido co­munitario en las obras apostólicas, de manera que nos fortalezcamos unos a otros en la común vocación». (C 12,4).

responsablesLos Misioneros de la Congregación no asumen por su cuenta y riesgo ninguna obra apostólica, sino que es la Comunidad la que acepta los trabajos de evangeliza­ción y se responsabiliza de ellos. Así se practicaba en los orígenes de la Congregación. Por lo demás, los Mi­sioneros están dispuestos a trabajar donde la obediencia les destina y en la obra que la Comunidad tiene enco­mendada.

1. «Vivimos en el espíritu de los servidores del Evangelio».

Cuando Santa Chantal escribió a San Vicente pidién­dole noticias sobre la Congregación de la Misión, el Fundador expuso claramente la conducta de los Misio­neros respecto a los Obispos, en cuyas diócesis trabajaban:

«Vivimos en el espíritu de los servidores del Evangelio en relación con nuestros señores los Obispos, que cuando nos dicen: —Id allá, vamos; —venid acá, venimos, —haced esto, y lo hacemos. Esto por lo que se refiere a las funciones indicadas; y en cuanto a la disciplina doméstica de la Congregación, depende de un Superior General». (I 550).

En otras muchas ocasiones, el Santo remachó la mis-na idea, descubriendo además la total disposición de Misioneros para predicar la Palabra en nombre de bien les enviaba. A un Superior local le escribía:

«Siga usted explicando (a los señores del cabildo) que no pueden ir más que adonde les envíe el señor Obispo. Sin embargo, que está dispuesto a hacer lo que desean, si tienen a bien ponerse ellos de acuerdo con ese buen Prelado y nombrar a alguien para que obtenga su consentimiento». (VI 244).

2. «Evangelizar no es para nadie un acto individual y aislado, sino profundamente eclesial».

Lo que a continuación se dice de la Iglesia y de todo evangelizador, es perfectamente aplicable a los miembros de cada comunidad local y provincial de la Congregación:

«La constatación de que la Iglesia es enviada y tie­ne el mandato de evangelizar a todo el mundo, debería despertar en nosotros una doble convicción. Primera, evangelizar no es para nadie un acto individual y aislado, aino profundamente eclesial. Cuando el más humilde predicador, catequista o pastor, en el lugar más apartado, predica el Evangelio, reúne su pequeña comunidad o administra un sacramento, aun cuando se encuentra solo, ejerce un acto de Iglesia y su gesto se enlaza me­diante relaciones institucionales ciertamente, pero también mediante vínculos invisibles y raíces escondidas del orden de la gracia, a la actividad evangelizadora de toda Iglesia. Esto supone que lo haga no por una misión que él se atribuye o por inspiración personal, sino en unión con la misión de la Iglesia y en su nombre». EN 60).

3. «Ningún evangelizador es el dueño absoluto de su acción evangelizadora».

«De ahí la segunda convicción: si cada cual evangeliza en nombre de la Iglesia, que a su vez lo hace en virtud de un mandato del Señor, ningún evangelizador es el dueño absoluto de su acción evangelizadora, con un poder discrecional para cumplirla según los criterios y perspectivas individualistas, sino en comunión con la Iglesia y sus Pastores. La Iglesia es toda ella evangelizadora. Esto significa que para el conjunto del mundo y para cada parte del mismo donde ella se encuentra, la Iglesia se siente responsable de la tarea de difundir el Evangelio». (EN 60).

  • ¿Asumo trabajos apostólicos sin la aprobación y el apoyo de mi comunidad?
  • Cuando un miembro de la comunidad trabaja en una obra que la misma comunidad le ha enco­mendado, ¿recibe de mi parte toda clase de ayu­das para que no decaiga en el empeño apostó­lico?
  • ¿Fortalezco a todos mis hermanos de comunidad en la común vocación misionera?

Oración:

«Dios todopoderoso, haz que tu Iglesia sea siempre una familia santa, congregada en la unión del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, que manifieste al mundo el misterio de tu unidad y de tu santidad y lo conduzca a la perfección de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo».

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *