Régis Clet, Carta 07: A Claudio Francisco Letondal, M. E., En Macao

Francisco Javier Fernández ChentoEscritos de Francisco Régis CletLeave a Comment

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Autor: Francisco Régis Clet .
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2 de octubre de 17931

Padre,2

Sin duda recibió por Miguel Ko una carta en la que le informaba que yo no había recibido la suya, ni los efectos que había tenido la bon­dad de dirigirme por los correos de Hu-Quang. Entonces envié a José a Siang-Tan y a su regreso me convencí de que no estaba equivocado, adelantándome a darle las gracias por los servicios que me ha hecho. Tenemos una experiencia demasiado larga de su disposición a hacer­nos sentir agradecidos, para que se nos permita tener la menor duda de que no haya hecho todo lo posible para cumplir los deseos y las miras de quienes ponen sus buenas intenciones a prueba. Estamos convenci­dos de que, aunque ya no hiciera nada por nosotros, tendríamos que concluir que sólo la imposibilidad pondría trabas a la buena voluntad que nos tiene. La puntualidad en satisfacer nuestras necesidades nos prueba que está dispuesto a seguir respondiendo a nuestros deseos; por eso continuamos dirigiéndonos a usted como a nuestro mejor o único recurso en nuestras necesidades. Lo que me preocupa a veces es la idea que me viene de encontrarme en la imposibilidad de testimoniarle mi agradecimiento. Los servicios que nos hace son inapreciables, y no puedo hacer nada para corresponder; verdad es que en este punto lleva las de ganar, porque haciéndolo todo por Dios, de él sólo, y no de los hombres, espera su recompensa, y yo le confieso que sería un error si pensara de otra forma, ya que obraría como el que después de regalar un precioso diamante se contentan con un trozo de cristal como recompensa. Sin embargo no pretendiendo hacer algo por usted que pueda corresponder a los favores que le debemos, el Padre Aubin3 y yo hemos pensado que no debíamos limitamos siempre a decirle que desearíamos hacer algo que le pudiera agradar. Este lenguaje es frío y si no desagrada a quien hace el bien sin esperar recompensa, debe desagradar sobremanera a quien recibe sin tener el corazón cerrado al sentimiento de la gratitud. Estamos cansados de utilizar, con relación a usted, el verbo pasivo y nunca el activo. Por eso, durante nuestra estan­cia en Kiang-Si, hemos pensado que podríamos ofrecerle al menos alguno de sus productos. Sabe que en esta provincia se encuentra King-Te-Tchin, lugar célebre por sus manufacturas de porcelana; de este lugar procede casi toda esta clase de alfarería que se distribuye por toda China y por todo el mundo. Esta ciudad, o más bien este merca­do, encierra a una pequeña cristiandad que pertenece a mi distrito. Aprovechamos el viaje que hicimos el Padre Aubin y yo a este lugar para comprar algunos objetos de su comercio. Pedimos que nos mos­traran lo mejor en materia de jarrones; pero no hallando nada a nues­tro gusto, pedimos otras muestras declarando que deseábamos comprar lo más bello y de mejor gusto que hubiera; yo no sé si la habilidad y el gusto chinos se agotaron ante nuestras exigencias; el resultado son las 10 tazas que le enviamos como un bien flaco tributo de nuestro agra­decimiento por sus atenciones. Esta pequeñez le servirá de muestra al menos de que si se ocupa a menudo de nosotros, nosotros no le olvi­damos del todo; y que si hacemos tan poca cosa por usted, es porque nos es imposible hacer mucho. No vaya a suponer que gastamos una gran suma en la compra de estas tazas, porque no somos tan ricos. Hay una gran diferencia entre los precios cuando se compran las cosas en el lugar de fabricación y cuando se las compra de segunda o de terce­ra mano. Dese cuenta también, le ruego, de que no hacemos este envío al señor Procurador de los señores Sacerdotes de las Misiones Extran­jeras, sino al Padre Letondal; ya que no se necesita un gran esfuerzo de abstracción metafísica para distinguir esta especie de doble individua­lidad que existe en nosotros…

Cambiemos de tema. No le digo nada sobre lo que respecta a mi misión ni a mi persona, sabrá ya bastante del asunto, o lo que yo sé, por varias de mis cartas que no cierro para que pueda leerlas, si lo juzga oportuno, pero le advierto que se parecen todas ellas, y que no ofrecen otra diferencia que el orden y el estilo; le ruego que le dé el curso que indica su dirección después de sellarlas. Conoce hace varios meses el nuevo destino del Padre Hannat4 a provincias, y el del Padre Hurel para Kiang-Si; sería de toda importancia para la marcha de nues­tros asuntos que viajaran juntos o al mismo tiempo, sea en una misma barca, sea en dos barcas separadas; esperamos que se preste a secun­dar nuestros deseos; pero si es del todo imposible que los recaudado­res consientan en introducir a la vez dos fardos de mercancía de con­trabando, le ruego que se arregle para que el Padre Hurel pase el primero, lo cual me dejaría más tiempo para ponerle al corriente de la misión que va a tener a su cargo… He encontrado aquí un cáliz con pie de cobre, que ha perdido la plata de que estaba recubierto, le ruego que lo haga blanquear de nuevo. Le mando mis crismeras, que en su actual estado no sirven para nada. Para poder usarlas, es preciso que sean con bisagra, que se pueda introducir el dedo índice al menos a cierta pro­fundidad: para darles más diámetro, conservando la misma caja de hojalata, se podría rebajar la placa de hojalata y dar a las cajas más extensión o contorno en la parte de encima de la placa; esto es lo mejor que se me ocurre para la reforma de este mueble, inútil por ahora por la imposibilidad de utilizarlo; y si imagina algo mejor para adaptar las cajitas contenidas, sin suprimir la que las contiene, adelante, usted es el maestro; no me apego a mis ideas más que cuando las de los demás no añaden nada que las deba preferir a las mías; lo que haya hecho, seguro que se dará por bien hecho… Cierto que es enojoso no tener reloj en China, no se sabe cómo se vive. Quiere uno levantarse a las 4 y se levanta a las 2 ó las 3 ó a las 5. Quiere uno decir la misa muy temprano, y por miedo a decirla antes de la hora autorizada, la dice dema­siado tarde, etc., etc. Un buen reloj me parece inapreciable, y haría cualquier sacrificio en dinero para procurarme uno de buena ley; espe­ro o más bien estoy seguro de que lo habrá intentado todo para con­tentarme, si le ha sido posible. Ya tiene mi depósito para los gastos… El Padre Aubin le ruega en su carta que ponga los Santos Óleos en nuestras cajitas de plomo, pero como no bastaría para los cinco misio­neros de Hu-Quang, a los que hay que añadir al Padre Ko,5 aunque imposibilitado, y al misionero de Kiang-Si; le ruego que lo ponga tam­bién en las cajitas del Padre Pesné,6 que supongo están arregladas, y en ese caso, no deje de poner algodón; si están aún fuera de servicio, sus­titúyalas por las cajitas de porcelana que yo usé el año pasado, ponien­do en ellas Santos Óleos y algodón. Si el Padre Hurel tiene cajitas de estilete, que no las traiga, aquí encontraré instrumentos de los que podrá hacer uso mientras las suyas reciben la forma conveniente.

Si nuestras pensiones anuales son enviadas a Macao según la intención del Padre Raux, conviene cambiar las piastras en panes de plata, porque las piastras no tienen ningún valor en Hu-Quang y en Kiang-Si, donde es más fácil desprenderse de ellas, se evalúan tres condréns7 por debajo de su peso. Si al pasar los misioneros cree opor­tuno sustraer algún dinero al conocimiento de los francisco, no se lo confíe a los misioneros, que no pueden ocultarlo bien, que el conduc­tor no sea informado, es mejor encomendárselo al médico Tung, nues­tro correo, o a José, si se le juzga incapaz de pasar directamente el contrabando, y que por consiguiente se le envía antes para anunciar­me la próxima llegada de los misioneros. Otro tanto digo con respec­to al dinero de nuestras pensiones, si hay en Macao fondos suficien­tes para ello.

Como Kiang-Si está mal abastecido de escapularios y rosarios, el Padre Hurel haría bien en aprovisionarse de algunos centenares. Le pedimos también que nos compre algunos sacapuntas y cuchillos ingleses que sean pequeños y de mangos sólidos. También nos hace falta una docena de floreros de altar: siendo tres, necesitamos cuatro para cada uno. Le ruego que inserte en la carta que escribo al Padre Daudet un papelito que indique quién es el autor de su mapa de China, y otras nociones necesarias al caso, para que nos procure otros pareci­dos, si es posible. Para la compra de lo que el Padre Aubin y yo le pedimos, puede hacer uso de mi dinero y marcar el precio de lo com­prado… Una vez más perdón por tantas molestias, pero la culpa es suya, ¿por qué es usted tan complaciente?

Tengo el honor de ser con una amistad respetuosa y entero afecto, Padre, su muy humilde y obediente servidor,

Clet, s. d. l. m.

P. S. Presento mis respetos al Padre Correa8, y demás hermanos de Congregación. al Padre Lamiot9, al Padre Manuel, al Padre Corripio, etc., Me encomiendo a sus oraciones. Me parece inútil encomendarne a las suyas ya que en esto estamos ligados por un convenio mutuo.

  1. CARTA 7: Misiones Extranjeras. original. Nota: Las cartas 7, 10, 13 y 14, todas dirigidas al P. Lentodal, procurador de las Misiones Extranjeras en Macao han sido encontradas por el Padre Combaluzier, C.M. en los archivos de las Misiones Extrajeras de París, vol. 448, folios 490-493, 654-657, 1122-1125 y 1328-1331. Fueron publicadas en Missions des Lazarimes et des Filles de la Charité des provinces de France. Año 1936. pp. 16-20, 94-96, 117-119 y 333-339.
  2. Letondal. Claudio Francisco, M. E., nació hacia 1753 en el Caserío de los Courtots perteneciente a la parroquia de Monthenoit, comuna de Longeville (Doubs). Entró siendo sacerdote en el Seminario de Misiones Extranjeras el 26 de abril de 1784 y salió el 12 de marzo de 1785 para la Procura de Macao, en la que sucedió a Descouvrières. En 1801 se trasladó a México para reu­nir socorros para las misiones: allí permaneció tres años. En 1807 fundó el Colegio General de Pinang. Murió en Pondichery el 17 de noviembre de 1813 (L. Launay. Mémorial de la Société de Missions-Etrangères, 1916. II. pp. 393-394).
  3. Aubin (Raimond), C. M., sacerdote, nacido en Saini-Pardoux, diócesis de Périgeux, el 6 de junio de 1759, fue recibido en el Seminario Interno en Paris el 24 de agosto de 1781, hizo los votos el 18 de diciembre de 1783. El 21 de septiembre de 1788 llegó a Macao, se ocultó allí 27 meses esperando una ocasión favorable para ir a Hu-Koang, en donde llegó en el decurso del año 1791. Obligado a presentarse ante el Vicario Apostólico de Chen-si, fue arrestado en el camino el 26 de marzo de 1795 y conducido a Si-Ngan-Fu en donde murió en prisión el 1 de agosto de 1796.
  4. Hannat (Roberto), C. M., sacerdote, nacido en Newry, diócesis de Dormore, provincia de Leinsier (Irlanda), en agosto de 1762. Recibido en el Seminario Interno de París el 6 de agosto de 1783, emitió los votos el 15 de agosto de 1785. Llegó a Macao el 21 de septiembre de 1788, enseñó en el Seminario de San José y fue encargado de la procura de las misiones francesas hasta su marcha a Pekín, a donde llegó el 30 de junio de 1794; hábil astrónomo ayudó al Padre Raux en el tribunal de Matemáticas. Falleció en Pekín el 10 de junio de 1797.
  5. Kan Aloys, conocido con el nombre de Luis Ko, S.J. sacerdote, nacido en 1733, enviado a Francia en 1751, recibido en la Compañía de Jesús el 10 de marzo de 1759. Después de la expulsión de los Jesuitas en 1762 terminó sus estudios con los Padres Paúles en el Seminario de San Fermín. Volvió a China en 1766. Fue misionero en Hu-Koang. Murió en Tch’a-yuen-keu a comienzos de 1796, asistido por el Padre Clet (Pfister, Noticesp. 923: Mémoires, II: Carta 13 del Padre Clet).
  6. Pesné (Agustín Luis). C.M., sacerdote, nacido en Bois-la-Ville, diócesis de Toul, Francia, el 28 de agosto de 1767, recibido en el Seminario Interno de París el 14 de octubre de 1786, hizo los votos el 15 de octubre de 1788. Llegó a Macao el 15 de octubre de 1791 con el Padre Clet y fue ordenado de sacerdote secretamente en la Procura de Propaganda Fide. Misionero en Hu-pe, murió en Tch’a-yuen-keu el 19 de julio de 1795, asistido por el Padre Clet (cfr. Carta 9. nota 4).
  7. Condren viene de la palabra portuguesa Condim de la que se ha hecho Cadarim; décima parte del taél u onza de plata.
  8. Correa Valente (Manuel). C.M., sacerdote, nacido en Reguengo, diócesis de Leiria, Portu­gal, el 3 de agosto de 1735, fue recibido en el Seminario Interno de Rilhafoles (Lisboa) el 19 de marzo de 1757, hizo los votos el 20 de mano de 1759. Destinado a Goa embarcó el 21 de marzo de 1779 y llegó el 3 de octubre siguiente. El 12 de junio de 1780 asistió a la inauguración del Seminario Chorao, en el que pronunció el discurso de apertura. El 3 de agosto siguiente continuó las misiones. Enviado a Macao, llegó el 28 de julio de 1784 y fue nombrado superior del Seminario de San José. En 1802 viajó a Lisboa y durante la estancia en esta capital logró que se nom­braran obispos de Pekín y de Nankín a dos hermanos de congregación. Salió para China el 29 de mayo de 1804 con varios misioneros, pero no llegó a su destino: murió en el viaje el 19 de julio siguiente.
  9. Lannot (Luis, Francisco, María). C.M., sacerdote, nacido en Bours, Paso de Calais, Fran­cia, el 21 de septiembre de 1767, recibido en el Seminario Interno de París el 27 de noviembre de 1784, emitió los votos el 25 de junio de 1787. Llegó a Macao con el Padre Clet el 15 de octu­bre de 1791, fue ordenado sacerdote secretamente en la Procura de Propaganda Fide, llegó a Pekín el 30 de junio de 1794. Fue intérprete en la Corte imperial, superior de la misión france­sa en 1812, obligado a dejar Pekín en 1819, bajo el pretexto de sus relaciones con el Padre Clet, se retiró a Macao donde estableció el Seminario Interno de la Congregación de la Misión. Murió el 5 de junio de 1831.

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