Profetas en un mundo injusto

Francisco Javier Fernández ChentoEspiritualidad vicencianaLeave a Comment

CRÉDITOS
Autor: Flores-Orcajo · Año publicación original: 1985 · Fuente: CEME.
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profetas«Derramaré mi Espíritu sobre todo hombre; profetizarán vuestros hijos e hijas, vuestros jóvenes tendrán visiones y vuestros ancianos sonarán sueños y sobre mis siervos y siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días y profetizarán». (Hch 2,17-8).

«En la obra de evangelización que la Congregación se propone realizar, tengamos presentes estas circunstancias: 2.° Atención a la realidad de la sociedad humana sobre todo, a las causas de la desigual distribución de los bienes en el mundo, a fin de cumplir mejor con la función profética de evangelizar». (C 12,2).

Todos los cristianos están llamados a participar de la misión profética de Jesús, pero no todos han recibido por igual esta gracia del Espíritu. Los Misioneros han de arriesgar su persona predicando con valentía y humildad, sin reducciones ni ambigüedades, todo el contenido del Evangelio. Como profeta, San Vicente denunció públicamente los abusos de los poderosos contra los derechos de los pobres, sin faltar a la caridad con nadie; trató de acercar a los ricos hacia los pobres, con quienes se solidariza en la justicia. Como profeta, San Vicente no habló por propia cuenta, sino por boca de los pobres que encarnan misteriosamente la persona de Jesucristo.

1. «Los sacerdotes tienen motivos para temer los juicios de Dios».

El ejemplo de San Vicente estimula nuestra conducta al lado de los pobres. Es cierto que no siempre fue escuchado el Abogado de los pobres cuando intercedía por ellos, al menos en la medida que deseaba, pero descargó su conciencia atajando injusticias y promoviendo la caridad. La función profética de evangelizar alcanzó en San Vicente a los mismos sacerdotes, a quienes recordaba su responsabilidad de oponerse a las plagas que afligen a la Iglesia de los pobres:

«Los sacerdotes tienen muchos motivos para temer los juicios de Dios, pues aparte de sus propios pecados, El les pedirá cuenta de los del pueblo…; y lo que es más tremendo todavía, Dios les imputará la causa de los castigos que les envía, por no haberse opuesto como debían a las plagas que afligen a la Iglesia, como son la peste, la guerra, el hambre y las herejías, que la atacan por todas partes». (V 541).

2. «Todo esto no es extraño a la evangelización».

Pese a los esfuerzos realizados, a lo largo de los siglos, en favor de la promoción integral del hombre, la situación de muchas gentes sigue siendo muy angustiosa. Es un motivo más que ha de encender el celo apostólico de los Misioneros:

«Pueblos empeñados con todas sus energías en el esfuerzo y en la lucha por superar todo aquello que los condena a quedar al margen de la vida: hambres, enfermedades crónicas, analfabetismo, depauperación, injusticia en las relaciones internacionales, y especialmente en los intercambios comerciales, situaciones de neo-colonialismo económico y social, a veces tan cruel como el político, etc. La Iglesia tiene el deber de anunciar la liberación de millones de seres humanos, entre los cuales hay muchos hijos suyos; el deber de ayudar a que nazca esta liberación, de dar testimonio de la misma, de hacer que sea total. Todo esto no es extraño a la evangelización». (EN 30).

3. «La liberación que la evangelización anuncia».

La obra de la evangelización no ignora problemas extremadamente graves que preocupan al hombre concreto, envuelto en mil cuestiones sociales, económicas y religiosas. En situación tan delicada y urgente, los misioneros tendrán siempre en cuenta lo que Pablo VI decía:

«Acerca de la liberación que la evangelización anuncia y se esfuerza por poner en práctica: no puede reducirse a la simple y estrecha dimensión económica, política. social o cultural, sino que debe abarcar al hombre euro, en todas sus dimensiones, incluida su apertura d Absoluto, que es Dios; va, por tanto, unida a una cierta concepción del hombre, a una antropología que no puede nunca sacrificarse a las exigencias de una es-trategia cualquiera; de una praxis o a un éxito a corto plazo». (EN 33).

  • ¿Conozco suficientemente el ambiente social, económico, político, cultural y religioso que me toca evangelizar?
  • Silencio por miedo, delante de los poderes del mundo, contenidos del Evangelio que obligan a denunciar injusticias?

Oración:

«Concédenos, Señor, el valor y confianza necesarios para anunciar íntegramente la Buena Nueva a todos los pueblos, a fin de que, impulsados por el don de fortaleza, cumplamos mejor con la función profética de evangelizar. Por Jesucristo nuestro Señor».

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