Portail, el hombre

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CRÉDITOS
Autor: Enrique Rivas, C.M. .
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Antonio Portail nació en el sur de Francia, en un pueblecito cerca de Arles, llamado Beaucaire. Fue el 22 de noviembre de 1590. Era nueve años más joven que Vicente.

Parece ser que se conocieron en Clichy. Vicente era el joven párroco de 31 años que regentaba la parroquia en la que estrenaba su ministerio después de doce años de sacerdocio. Fue una época gloriosa para él, que evocará muchos años después cuando en una conferencia recuerde que tenía «un pueblo tan bueno, tan obediente a cuanto le digo, que me parece que ni el Santo Padre ni Su Eminencia son tan felices como yo».

Su acción pastoral despertó la llamada vocacional en un grupo de jóvenes que se reunieron en torno a él. Entre ellos estaba Antonio Portail. Tenía entonces 22 años. De todos los discípulos de Vicente, éste es el primero del que conocemos su nombre.

Hombres jóvenes que viven aventuras. Sabemos que un día un grupo de vecinos del cercano pueblo de Clignancourt, probablemente jóvenes también, se liaron a golpes con el bueno de Portail; tal vez rencillas entre mozos de pueblo. Uno de los atacantes fue puesto en prisión, pero la actitud cristiana de perdón adoptada por Vicente y Portail consiguieron de la justicia que fuese puesto en libertad.

No sabemos la razón por la que Portail, habiendo nacido en el sur de Francia, a orillas del Mediterráneo, estaba en París. Tal vez buscaba una salida en la vida, o porque había ido a hacer estudios en la Universidad de la Sorbona, como dice Collet.

De hecho, cuando Vicente vuelva de Châtillon, en diciembre de 1617, requerido por los Gondi para continuar con la educación de sus hijos, entre otras funciones, pondrá como condición que le nombren un ayudante en esta tarea de preceptor, para que él se pueda dedicar con más entrega al servicio de los pobres. El ayudante elegido será Antonio Portail. Su actuación será tan valorada que la Sra. de Gondi al hacer su testamento le dejará un legado de 300 libras.

En 1622 recibió el Sacramento del Orden. Tenía 32 años.

Antonio Portail era un hombre tímido. Sabemos con qué entrega se daba en el contacto personal, especialmente con los pobres, pero cuando se trataba de actuar delante de la masa, la cosa era distinta. Hasta los 40 años no se decidió a subir a un púlpito. Cuando lo hace, en 1630, Vicente le felicita: «Ha comenzado usted tarde. Así lo hizo también san Carlos. Le deseo parte en su espíritu y espero que Dios le dé alguna nueva gracia en esta ocasión. Le ruego con todo mi co­razón que sea la gracia de que me habla usted al final de su carta, que es la de ser ejemplar en la compañía…».

Vivió al lado de Vicente de Paúl unos cincuenta años, desde aquellos años de Clichy hasta la muerte de ambos en 1660. Fue una dedicación continua a los fines propios de la Congregación que Vicente iba descubriendo y marcando.

La muerte le sorprendió en febrero de 1660. Bastaron nueve días de enfermedad, como Vicente contó en una circular enviada a todas las casas:  «Dios nos ha querido privar del buen P. Portail. Murió el sábado día 14 de este mes, que era el noveno de su enfermedad; comenzó con una especie de letargo, que se convirtió luego en fiebre continua y en otros espasmos. Después tuvo la conciencia y el habla bastante expeditos. Siempre había tenido miedo de morir, pero al ver acercarse la muerte la consideró con paz y resignación y me dijo varias veces cuando le visitaba que no le quedaba ninguna huella de los temores pasados. Terminó su vida como había vivido: usando bien sus sufrimientos, practicando las virtudes, deseando honrar a Dios y consumir sus días como nuestro Señor en el cumplimiento de su voluntad… Habríamos perdido mucho en su persona si Dios no dispusiera todas las cosas para mayor bien y no nos hiciese encontrar nuestro beneficio donde creemos recibir algún daño. Hay motivos para esperar que este servidor suyo nos será más útil en el cielo que lo hubiese sido en la tierra».

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