La venida del Espíritu Santo
Va a comenzar la Historia de la Iglesia y lo va a hacer bajo el impulso del que todo lo penetra y lo transforma. Un nuevo corazón, una nueva luz, una nueva creación, va a impulsar la vida de los discípulos de Jesús.
Los tiempos se han cumplido. La espera ha llegado a su fin. Las promesas del Señor son ya realidad gozosa. El Espíritu Santo ha bajado del cielo y se ha posado sobre la cabeza y los corazones de los discípulos y los ha transformado. Eran ignorantes y cobardes y ahora son testigos y apóstoles de la Resurrección de Jesucristo, de la Salvación en Cristo Jesús. El miedo ha dado paso al valor, la huida al testimonio, la cobardía a la proclamación pública de su fe, el temor al sufrimiento a la alegría por la participación en la Pasión del Señor. Saben que en Cristo está la salvación. Saben que Cristo está con ellos y en ellos. Saben que con Él lo pueden todo y se embarcan en la tarea encomendad: el establecimiento del reinado de Jesús en el mundo.
El Espíritu Santo se ha convertido en luz para conocer a plenitud la verdad sobre Jesús en fuerza para ser testigos y anunciadores de la Verdad, de la Salvación en Jesús. El camino de la Iglesia ha comenzado y las puertas del infierno no podrán contra ella. Es Jesús quien lo ha prometido y no va a fallar. Jesús debe ser el Buen Pastor que nos une a todos para formar la verdadera y auténtica comunidad, basada en la misma fe, en la misma esperanza, en el mismo amor.
Jesús debe ser el único Salvador que por medio de su Palabra y sus Sacramentos nos santifique y nos conduzca a la santidad, meta de nuestra salvación.
Es Jesús quien nos envía el Espíritu Santo para que la salvación llegue a todos los hombres de todos los tiempos y de todos los pueblos, pues para Dios todos somos sus hijos. Es Jesús quien envía el Espíritu Santo sobre los apóstoles para darles todo su poder y así extender su reino en la tierra hasta que Él venga de nuevo al final de los tiempos.