Pastoral de la carretera en el Brasil

Francisco Javier Fernández ChentoMisiones «Ad gentes»Leave a Comment

CRÉDITOS
Autor: Marian Litewka, C.M. · Año publicación original: 1998.
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Un hecho concreto

Sucedió en la tarde del Domingo, 27 de Abril de 1997. Yo descendía, en sentido Norte-Sur a BR-153, (Autovía Transbrasileña). El calor superaba los 30 grados. Venía de Jaragua-GO, pasé por la capital del Estado de Goiás, Goiânia-GO, y me dirigía a Goiatuba-GO. Una jornada de 300 Km… Formaba parte de un viaje pastoral de 50 días.

Inicié aquel viaje el 6 de Abril de 1997, con el regreso previsto para el 25 de Mayo de 1997, partiendo de Carreteaba-P. Entre el 6 y el 27 de Abril había recorrido ya alrededor de 3.500 Km a través de los Estados de: Paraná, Sao Paolo, Minas Gerais, Distrito Federal, y ahora iba a terminar el trabajo pastoral en el Estado de Goiás. Me faltaban todavía algo más de 100 Km para llegar al Posto Alvorada del Municipio de Goiatuba-GO, punto final del viaje del 27 de Abril de 1997….

De repente, a la altura del Km 1.340 más o menos, en el trecho goiano de la Transbrasileña, se reventó uno de las neumáticos delanteros. Tuve un susto tremendo… Una explosión, un giro violento hacia la derecha… Conseguí dominar el camión-capilla y estacionar en el arcén, pero en medio de la maleza, más alta que un hombre en pie. Apagué el motor, descendí y fui a ver el daño. En el asfalto vi los trozos del neumático reventado y las huellas dejadas por el hierro de la rueda. Di la vuelta al camión por delante y luché bastante, debido a la maleza, para abrir la puerta derecha y sacar el gato. Con el gato en la mano, me metí -con gran dificultad- debajo del camión. Trabajé unos 20 minutos, intentando alzar el vehículo a la altura necesaria, pero no lo conseguí. Salí de debajo, cansado por el esfuerzo, por el calor y por la frustración. El sudor mezclado con el polvo me cubrió de barro la cara, los brazos y la ropa…

Pasaban cerca de mí muchos camiones y automóviles… Empecé a hacer señas pidiendo auxilio. Nadie se detenía, tal vez porque, al estar muy sucio parecía un bandido; nadie me podía reconocer, aunque me hubieran visto antes. No me sentí ofendido por ello sabiendo que, en las carreteras, las gentes no se paran por miedo a ser asaltados. Estaba preocupado, eso sí, porque era tarde y la oscuridad de la noche pronto caería en aquella zona tropical. Cogí el neumático, y me metí una vez más debajo del camión. Otra frustración…

Casi desesperado, salí de debajo del camión y fui de nuevo a hacer señas para que alguién parase y me ayudase. Estuve así implorando durante 15 minutos hasta que, al fin, un camión con matrícula de San José de Río Preto-SP se paró y el camionero descendió para ayudarme. Me presenté, él dijo que me conocía por las revistas de los camioneros. Le expliqué la situación. Le pedí un gato más potente; felizmente lo tenía. El mismo se metió debajo de mi camión y consiguió levantarlo, a la vez que yo fui aflojando los tornillos de la rueda reventada…

Mientras estábamos trabajando, mi compañero me dijo varias veces: «El único miedo que tengo, es que algún loco, en este tráfico intenso, venga a estrellarse con su camión y nos aplaste a los dos».

Gracias a Dios, no pasó nada grave y, antes de ponerse el sol, conseguimos cambiar el neumático. Quise pagarle la ayuda, pero el camionero de ninguna manera aceptaó. Al despedirnos me dijo: «Oye, Padre, yo admiro su trabajo, por lo que leí en las revistas. Me ha gustado, aunque, yo de hecho no soy católico. Soy creyente, miembro de una iglesia pentecostal». Acordándome después de esas palabras, siempre me viene a la memoria la parábola del buen samaritano…

Comparaciones

El hecho concreto que acabo de presentar, ilustra – al menos en parte- la realidad del tráfico y transporte en Brasil, así como nuestro trabajo pastoral.

Brasil de dimensión continental: más de 8 millones de quilómetros cuadrados. Posee muchas carreteras asfaltadas, claro, sin la perfección de las carreteras del llamado Primer Mundo; carreteras largas, varias con miles y miles de quilómetros, atravesando el país en todas direcciones. El 90% del transporte tiene lugar en camiones por carretera. Los camioneros, existen más de un millón de camioneros registrados, viajan día y noche sin parar, cansados, por el calor y la carga del horario inhumano, nerviosos, bajos precios, carreteras precarias, amenaza constante de ser asaltados, etc., sufriendo además a causa de la larga separación de las familias, por semanas y -a veces- hasta meses. No es de extrañar que se cree la mentalidad del todo vale y de que el uso de drogas-remedios contra el sueño sea bastante común. Por ello también, entre diversos factores, alcanzamos la cifra de 50.000 muertos en carretera al año.

En este cuadro, dibujado en rápidas pinceladas, se inserta nuestra Pastoral de Carretera. Acompañamos a los camioneros, para ello usamos nuestros camiones-capillas, en las carreteras de la mayor parte del Brasil, llevando el consuelo de la Palabra de Dios, la oportunidad de la oración en medio del trabajo, de los viajes, el servicio sacramental, la presencia de la Iglesia y nuestra amistad personal. El punto álgido de nuestro trabajo, en general al fin del día, es la Misa en Carretera.

La Misa casi siempre se celebra en los puestos de servicio, y -a veces- en los restaurantes de las carreteras, en garages de empresas de transporte, o en los aparcamientos de camiones en los puertos de exportación. Por ello, igual que los camioneros, atendemos también al personal de esos establecimientos.

Algo de historia

La Pastoral en Carretera es un servicio religioso de la Iglesia Católica Apostólica Romana con vistas a aproximarse al Pueblo de la Carretera, ej. motoristas profesionales de camiones, autobuses, taxis o viajantes, así como al personal de los servicios en carretera: gasolineras, oficinas, talleres de recambios de ruedas, restaurantes y bares, etc., intentando aproximarnos -repito- a todo ese pueblo de Dios y de los hermanos y hermanas, con la fuerza de Jesucristo.

Las Pastoral de Carretera se inició en el año 1976 en el Estado de Paraná, bajo la autoridad de D. Geraldo M. Pellanda, Obispo de Ponta Grossa-P y sus sucesores. Desde el comienzo, asumíó el trabajo el P. Marian Litewka, C.M., actualmente tiene 60 años.

Hasta el año 1981 la Pastoral en Carretera tuvo lugar únicamente en el Estado de Paraná. A partir de Octubre de 1981, se extendió a otros dos estados del sur. Santa Catarina y Río Grande del Sur. En 1982 también comenzaron a ser atendidos los Estados de Sao Paulo y Mato Grosso del Sur. En 1983 se hizo el primer abordaje en los Estados de Mato Grosso, Goiás, Río de Janeiro, Minas Gerais, Espíritu Santo y Bahía.

Desde 1985 ayudan en la Pastoral en Carretera las hermanas de la congregación de Religiosas Misioneras de Nuestra Señora de los Dolores, actualmente nos acompañan sólo de vez en cuando.

En 1988, comenzó a trabajar en la Pastoral en Carretera el P. José Carlos Chacorowski, C.M., 41 años. Fue él quien afirmó y desarrolló la Pastoral en Carretera en los Estados de Sao Paulo, Río de Janeiro, Minas Gerais, Espíritu Santo y Bahía. El P. José Carlos inició también el servicio religioso en las carreteras de los Estados del Nordeste, así como en los de Tocantins, Maranhao y Pará.

En 1993, se unió a nosotros el P. Miguel Staron, C.,M., 42 años, que reforzó todo el trabajo, principalmente en los Estados de Mato Grosso del Sur y Mato Grosso. Fue él quien afirmó y desarrolló la Pastoral en Carretera en el Estado de Rondonia.

En el año 1996 vino a trabajar el P. Germano Nalepa, C.M., 41 años, que tomó el lugar del P. José Carlos, quien fue nombrado para otra tarea al servicio de la Iglesia y de nuestra Congregación.

Actualmente, viajamos por las carreteras de la mayoría de los Estados del Brasil, con excepción apenas de Amapá, Roraima, Amazonas y Acre.

En el camino, visitamos, al menos una vez al año, aproximadamente 7.000 servicios en carretera y otros establecimientos de carretera. Cada año trabajamos en las carreteras durante 220-250 días. El número de puestos de servicio en carretera que aceptan la Misa en Carretera , en su patio, sobrepasa los 1.400.

Nuestra Señora del Camino

Como patrona de nuestro trabajo pastoral escogimos a la Virgen María, con el título de Nuestra Señora del Camino.

El cuadro original de Nuestra Señora de la Carretera se encuentra en la iglesia «del Gesù» en Roma, en Italia. Fue pintado por un artista desconocido hace, quizás, unos 800 años.

Desde 1976 estamos distribuyendo -siempre al fin de la Misa en Carretera- imágenes de Nuestra Señora de la Carretera en forma de calcamonías, posters y pegatinas. Hemos puesto en manos de la gente, hasta ahora, más de 300.000 ejemplares.

¿Sería viable la pastoral en carretera en otros Países?

No hay duda. Por nuestra parte nos gustaría que comenzase la Pastoral en Carretera en primer lugar en Paraguay, Uruguay, Argentina y Chile. Al menos, por esta razón: en Brasil, atendemos a muchos camioneros de habla castellana; sabemos también que millares de camioneros brasileños recorren las carreteras de los países vecinos. Sería importante que los camioneros en toda la América Latina, al menos en el Cono Sur, sintiesen la presencia amiga e confortante de la Iglesia en su vida, en su trabajo, en sus viajes.

En otros continentes y en otros países, creo que también sería viable la Pastoral en Carretera, naturalmente de acuerdo con las características propias de cada uno. Para mi, siempre fue una inspiración. excelentemente organizada, aunque diferente de nuestro sistema, la «Pastoral de la Ruta» existente en España.

Quién sabe si nuestra experiencia de 22 años podría ser útil incluso en otras situaciones pastorales. Por ejemplo: siempre que visito París, en Francia, y viajo en metro, viendo las multitudes apretadas, extrañas, casi deshumanizadas, pienso: qué gran trabajo misionero por excelencia sería la presencia de un padre acogiendo a los transeúntes como amigos, hermanos, distribuyendo folletos con mensajes del Evangelio, disponiéndose a prestar toda la atención a quien la precise… Pero eso exigiría una enorme dosis de humildad, de paciencia y de esperanza.

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