Misión Ad Gentes en la Familia Vicenciana

Francisco Javier Fernández ChentoMisiones «Ad gentes»Leave a Comment

CRÉDITOS
Autor: Aser Ansia Rodríguez, C.M. · Año publicación original: 2006 · Fuente: XXXII Semana de Estudios Vicencianos (Salamanca).
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Propuesta

Mi propuesta para el tema de la misión ad gentes es muy sencilla.

El compromiso con «misiones ad gentes», está en los funda­mentos de nuestra propia espiritualidad y carisma. Forma parte de nuestro ser. Una característica a la que no hemos prestado excesiva atención. Pero aunque no la hemos tenido como «signo de identidad», tampoco la hemos relegado a segundo plano. Curiosamente, nunca la hemos olvidado. Haré un recorrido muy superficial por los hechos más relevantes de la historia misione­ra de nuestra familia vicenciana para dar soporte a esta afirma­ción. Y quiero advertir que en esta exposición, siempre que hable de «misiones» me referiré, siempre, a «misiones ad gentes», y nunca a «misiones populares».

Por otra parte, hoy vivimos tiempos de conformismo, de indeferencia, de pasividad y de pesimismo; en la Iglesia en gene­ral, pero muy concretamente en nuestra familia vicenciana. La situación nos está pidiendo a gritos, una renovación seria y pro­funda. ¿A donde acudir? ¿Qué tecla tocar para despertar esa renovación? Lo más inmediato y más lógico es echar mano de esta nuestra condición de misioneros.

En este tiempo en que las vocaciones no llaman a nuestras puertas, necesitamos identificarnos plenamente como «congre­gación misionera, como familia misionera»; porque la acción de la Iglesia que hoy por hoy suscita cierta credibilidad y admira­ción en nuestra sociedad, son las misiones y los misioneros. Si queremos despertar «el efecto llamada vocacional» necesitamos tocar esa nota silenciada en nuestra flauta.Y una vez identificados con esta nota fundacional de nuestro carisma, nos queda asumir compromisos hasta las última conse­cuencias. Es decir nos exige enviar misioneros a misiones. Sí, ahora, precisamente ahora, que hay tanta falta de personal, que somos tan pocos y somos tan viejos. No podemos esperar a ser ricos para dar; necesitamos dar, a pesar de nuestra pobreza.

Esto nos obligará a presentar, desde todos las instancias y todos los ángulos, nuestras «misiones y nuestros misioneros»; reforzarlas, convertirlas en propuestas misioneras creíbles y ofrecerla a los jóvenes. Se decía antes, la «sangre de los mártires es semilla de cristianos». Tal vez ahora que aún no nos matan, quien sabe si al paso que vamos, más adelante sí, la consigna es: «la vida de los misioneros es semilla de vocaciones».

Y dicho esto, lo he dicho todo. O por lo menos todo lo que yo pienso sobre este tema. A partir de aquí, solo me falta hacer el relleno. Habrá que llenar.

1. Germen fundacional. La experiencia de Vicente de Paúl

No sé por qué no nos hemos presentado como Congregación Misionera «ad gentes». Nunca hemos exhibido esa nota identifi­cadora, no ha sido nunca para nosotros tarjeta de presentación. Y sin embargo tenemos razones contundentes para hacerlo.

La fundamental es la actitud misma de san Vicente. En 1623 había nacido La Congregación de Propaganda FIDE. Dos arios después nació la Congregación de la Misión. En su fervor misio­nero san Vicente «la» ofrece, para ir «a donde fuera necesario». El Delegado, Cardenal Ingoli, que percibe un espíritu misionero tan decidido, propuso la fusión de la Congregación de la Misión con Propaganda FIDE. san Vicente declinó la oferta alegando el compromiso que, como Congregación, había adquirido de dar misiones a las órdenes de los Obispos; y que por otra parte era inútil, puesto que todos los sacerdotes están a disposición del Papa para ir a donde les mande.Detengámonos un poco en esa acción misionera de san Vicente.

Madagascar

San Vicente se implicó en el proyecto de misiones con una generosidad sorprendente, a pesar de los escasos resultados. Una y otra vez siguió enviando misioneros a Madagascar a pesar de que se morían por el camino o a los pocos meses de llegar. Pero él no abandonó. Sabemos de sus esfuerzos, de sus sufrimientos cada vez que recibía noticias y con qué dramatismo y emoción presentaba a la comunidad los avatares de esos misioneros. Es impresionante constatar cómo busca permisos y apoyaturas a tra­vés de los cónsules franceses para mantener la misión. Y con qué ahínco buscaba las últimas noticias de los comerciantes france­ses que le podían proporcionar alguna información. Uno se pre­gunta qué clase de contactos tenía para saber exactamente a qué puerto y qué barco acababa de llegar de Madagascar, que le pudieran traer noticias de los suyos.

Y sabemos muy bien cómo reaccionaba cuando alguien le decía que era una tarea imposible. Él había descubierto en ello la voluntad de Dios y siguiendo su consigna de «no adelantarse a su voluntad», pero tampoco retrasarse, continuará en su empeño hasta el fin. Si hay alguna cosa en que manifieste su tozudez, en ninguna, tanto como en ésta.

Los datos son decepcionantes. Envió 18 misioneros a Ma­dagascar, cuando la Congregación no tenía más que 200, pero sólo llegaron 7. Las expediciones 4a, 5′, y 6a no alcanzaron la meta. Ninguno vivió más de 3 años. Los 12 años en que duran­te la vida de san Vicente se mantuvo la experiencia, el trabajo efectivo solo duró 4 años y medio. Después de su muerte aún se mantuvo durante 12 años más, en los que se enviaron 33 misio­neros; sólo 2 sobrevivieron.La epopeya que se libró en Madagascar es suficientemente contundente para que la nota de «misioneros» la hubiéramos podido exhibir en nuestra carta de presentación.

Argel

Pero su abanico misionero no se limitó a los pueblos infieles de África. El mismo empeño mostró con el mundo musulmán. No es cuestión de disertar sobre la verdad o no de su cautiverio en Argel, pero qué él tenía su corazoncito comprometido con la evangelización de ese mundo, es innegable. Argel, Berbería, Bizerta, Túnez, serán reclamados por él, como campos propios de misión para la Congregación.

Y vuelve San Vicente a mover, otra vez más, sus contactos con el Gobierno para conseguir permisos y nombramientos y representaciones para sus misioneros, a fin de que puedan reali­zar la misión con libertad. Fruto de estas gestiones son nombra­dos cónsules de Francia en Túnez los Hermanos de la Congrega­ción Barreau y Dubordieu; lo que facilitó enormemente las posibilidades de atención a los esclavos y la predicación.

Y aunque la misión no pretendía directamente la conversión de los musulmanes, sino la atención a los cristianos y la libera­ción de los esclavos y prisioneros, sin embargo las conversiones tampoco faltaron. Incluso hasta el hijo del Bey, el príncipe Keruby se convirtió al catolicismo, lo que produjo una enorme convulsión, no solo en su familia, sino el todo el territorio de Túnez.

Y también aquí hubo misioneros que murieron, incluso már­tires. Luis Guerin, el Hno. Francillon, Juan y Felipe Levacher, Luis Noel, Juan Dieppe, Santiago Le Sage son nombres que se suman a esa larga lista de misioneros que entregaron sus vidas en esa labor de «misiones» promovida por San Vicente.

Irlanda, Escocia y las Hébridas

La visión misionera de Vicente iba en serio. Si en Madagas­car sentía la urgencia de la salvación de los paganos y en Túnez y Argel la conversión de los musulmanes, en Escocia, Irlanda, y las Hébridas era la lucha contra la avanzadilla protestante. Descubrir la «Voluntad de Dios», paso imprescindible para acometer cualquiera de sus obras, aquí se le manifestó con cla­ridad porque precedía la llamada de los obispos de aquellas Iglesias pidiendo auxilio.

Una misión que le exigió un gran número de misioneros. Y desde allí también llegaron los mejores éxitos conquista­dos y las mayores alabanzas por parte de los obispos que recibieron la ayuda. Pero no sólo alabanzas, también márti­res. El estudiante paúl, Tadeo Lee de 25 años, fue martiriza­do delante de su propia madre. Primero le cortaron las manos y los pies y acabaron aplastándole la cabeza. Él es el más joven de nuestros mártires, y a la vez, nuestro mártir más desconocido.

Por supuesto que no es el momento de hacer la historia de nuestras «misiones». Se trata tan sólo, de constatar el sentido y la visión misionera que san Vicente tuvo. Nosotros no la hemos ni explotado, ni exhibido; nunca nos hemos identificado ni como Congregación, ni como familia misionera.

2. La semilla de san Vicente da fruto en la Familia Vicenciana

1. Experiencia misionera de la C.M.

Y después de la muerte de san Vicente no se ha olvidado nunca este empuje misionero que él infundió en la Congrega­ción. Por eso las «misiones» van parejo con la extensión de la misma Congregación.

El siglo xvm fue un tiempo de la consolidación de la Congre­gación en Europa. Se afianza en Italia; se consolida en la propia Francia y se mantiene en Polonia, Escocia e Irlanda.

  • España en 1704 inicia su andadura.
  • Portugal en 1739.
  • Austria en 1760.
  • Hungría en 1761.

Y ya finalizando el siglo, se comienzan las fundaciones en el Oriente Medio que, evidentemente, tienen un marcado signo misionero: en la década de los 80 se funda en

  • Esmirna en 1782.
  • Turquía, Grecia y Bulgaria en 1783.
  • Líbano, Egipto, Israel y Siria en 1784.

El sueño de Vicente no se había dormido.

Será en el siglo xtx cuando se despliegue con fuerza impre­sionante nuestro espíritu misionero. En la primera mitad del siglo se funda la Congregación en

  •  Brasil en 1811.
  • Estados Unidos en 1815
  • Abisinia y Etiopía 1837.
  • Persia en 1841.
  • Méjico y China en 1844.
  • Cuba en 1846.
  • Alemania y Yugoslavia en 1851.

En la segunda mitad continuarán las fundaciones misioneras de Colombia, Ecuador, Costa Rica, Paraguay, Uruguay, Austra­lia, El Salvador.

Honduras, India, Indonesia y Venezuela se fundarán en la la parte del siglo xx.

Nuestra heroica gesta misionera en China, comienza con el siglo siglo xvin. Una andadura heroica que no solo nos dio a los dos misioneros más famosos, Clet y Perboyre, sino además una innumerable legión de mártires de los que ni sus nombre cono­cemos. La vitalidad de la Misión en China llegó hasta nuestros días. Durante muchísimos años en el Catálogo de la Congre­gación, y ario tras año, se insertaban el nombre de más «de 130 misioneros», todos ellos chinos, con una curiosa nota: «estos son los nombres de nuestros cohermanos chinos, de los que no tene­mos noticias» . Consulté al azar un catálogo de la Congregación, el del año 1956, ocho años después del inicio del Revolución China, y encontré que aún se seguía publicando esa famosa lista: había 130 misioneros nativos, 80 en la Provincia Septentrional y 50 en Provincia Meridional.A la sangrienta y criminal revolución de Mao, que se llevó por delante ¡ ¡70 millones de víctimas!!, nosotros aportamos un número de mártires muy considerable, misioneros y cristianos de nuestras misiones.

Definición misionera de la C.M.

No solo es historia, no sólo es añoranza romántica del funda­dor, es definición y compromiso presente, manifestado en las Constituciones y Estatutos.

La C. 16, al definir las líneas pastorales de la CM, determina que, entre las obras de apostolado, las misiones ad gentes ocupa un lugar destacado»

La C. 12 habla de » la disponibilidad de ir al mundo entero a ejemplo de los primeros misioneros de la Congregación» .

Pero no se queda en simples compromisos generales, los Estatutos bajan a compromisos concretos que afectan a la orga­nización de cada provincia. Dice el E 5, 2. Cada Provincia de la Congregación debe aceptar al menos un territorio de misión donde enviar misioneros como obreros a la viña del Señor.

Es que ya en la Asamblea del 92, la Congregación había declarado: somos conscientes de ser una Congregación misio­nera (ad gentes) y fue ese precisamente en ese año cuando el P. Maloney, el Superior General, hace su primer llamamiento a las Misiones Internacionales. Y, como respuesta , surgen misio­nes nuevas o se refuerzan las que estaban más débiles: Cuba; El Alto, Bolivia; Albania; Tanzania; Mozambique; Islas Salo­món; China.Desde los documentos oficiales, así como desde las disposi­ciones emanadas desde las Asambleas y el llamamiento del P. General, se deduce que la CM desea darle un nuevo énfasis a la dimisión misionera ad gentes.

Sí, definitivamente nuestras raíces misioneras nunca se han secado. Los ideales de san Vicente se han mantenido siempre vivos y se han ido haciendo realidad, poco a poco, en el trans­curso de los años. Por eso insisto que no entiendo por qué nunca hemos exhibido en nuestra carta de presentación ese «sello mi­sionero ad gentes».

Ese carácter misionero no es sólo y exclusivo de la Congre­gación. Es patrimonio común de las obras de san Vicente y por tanto de la Familia Vicenciana.

2. Las Hijas de la Caridad como misioneras

Lo intentó, pero alguien le aconsejó que no, y san Vicente, para no «adelantarse a la Voluntad de Dios», no se atrevió a enviar a las recién nacidas Hijas de la Caridad a Madagascar. Sólo en 1898, casi al final de la primera expansión misionera de HdC. fue asumida por ellas esta misión. Canadá fue otro de los intentos que tampoco fraguó.

Él había despertado en ellas el entusiasmo: Tenéis que estar dispuestas a ir a cualquier parte, a donde Dios quiera, si es al África a África. (SVP, IX, 743) y ellas estaban dispuestas a responder con generosidad.

Por eso el P. Francisco Mousnier, que se preparaba para ir a Madagascar, encuentra Hermanas dispuestas a acompañarle en la comunidad de Nantes.De este espíritu misionero deja constancia santa Luisa cuando le dice a san Vicente que las Hermanas, oran por las misiones.

Pero no son sólo oraciones. Hay una auténtica efervescencia misionera entre las primeras Hermanas. Por una carta en la que san Vicente responde a la Hermana Nicolasa Haran, sabemos que ella se le habría ofrecido voluntaria para la misión de Mada­gascar . No fue elegida para la misión, pero fue elegida para ser la tercera Superiora General.

Todavía no había llegado, en la sensibilidad de la Iglesia, la hora de «enviar religiosas» a misiones. Pero en cuanto des­pertó esta sensibilidad, las Hijas de la Caridad partieron las primeras. Fue en 1847, a petición e impulso de Propaganda FIDE, cuando salen para China las primeras «religiosas misioneras» de la Iglesia: eran Hijas de la Caridad. La semi­lla misionera sembrada por san Vicente empezaba a dar su fruto. Hubo que esperar hasta la segunda mitad del siglo xIx, la época del P. Etienne, para que empiece su primera expan­sión misionera.

En esta segunda mitad del siiglo xix, la Compañía se extien­de por 33 naciones nuevas; y fuera de los países Europeos, todas la nuevas fundaciones tienen un inequívoco carácter misional: Turquía, Argelia, Líbano, Siria, Persia, Filipinas, Israel, Abisinia, y casi todos los países de América Latina. A lo largo de siglo xx continuará este impulso misionero en una segunda oleada: se completan la fundaciones en los países de América Latina que faltaban y comienzan las misiones de la África profunda: Zaire, Camerún, Congo, Burundi, Rwuanda, Nigeria. Pero también se abren las rutas del Lejano Oriente: VietNan, Indonesia, Japón, India, Formosa, Tailandia, Nueva Zelanda, Islas Fidji.

Hoy, miles de Hermanas misioneras son testigos del Evan­gelio en todos los países del mundo. En 20 países de América Latina hay 4.796 misioneras. En 16 países de Asia hay 1.679. En 19 países de África hay 913 misioneras. Unas 6.400 Hijas de la Caridad, lo que supone un 25% del total, trabajan en difici­lísimas condiciones en los países más empobrecidos de África, Asia y América, lo mismo que en los inhóspitos países del islán, que le aceptan, hasta el abuso, su caridad y su servicio, pero no les permiten, de ninguna manera, expresar su condi­ción religiosa o su fe cristiana. ¿Pero cuándo las dificultades humanas, y la pobreza, o incluso el acoso religioso, ha sido obstáculo para ellas?

Definición misionera de las Hijas de la Caridad

Aquel primer entusiasmo no quedó en buenas palabras o en un sentimiento romántico de los Fundadores. Las Hijas de la Caridad acaban de definirse misioneras en sus últimas Constitu­ciones: La Compañía es misionera por naturaleza; por eso se empeña en conservar la agilidad y la flexibilidad necesarias para poder responder a las llamadas de la Iglesia.

Unas Constituciones que dan amplitud y libertad total a cada una de ellas para elegir este servicio misionero: Las Hermanas que se sientan llamadas muéstrense especialmente disponibles para ser enviadas a la Misión ad gentes. (Cons. 2, 10). Pero también se abre la puerta para nuevas fundaciones misioneras independientemente de la nacionalidad de sus misioneras: Las Hermanas de diversas nacionalidades pueden ser enviadas a una nueva misión (E. 6).

Y tan en serio ha penetrado esta dimensión misionera en la sensibilidad de la Hijas de la Caridad que, tras la Asamblea General del 68, se erigió en París el «Centro Internacional de actividades Misioneras» para la formación de las que salen para misiones.

3. La dimensión misionera de JMV

Tras el Concilio Vaticano II despierta la Asociación de l@s Hij@s de María y se transforma en JMV, según la terminología de nuestro país, aunque en otras latitudes mantienen nombres diversos. Nombres diversos, pero líneas fundamentales comunes. Y una de esas líneas maestras es la de ser » juventud misionera».

No es el momento de analizar «el misionerismo» de la espiri­tualidad de JMV. Tan solo quiero resaltar unas pinceladas de esta vertiente.

Hablar de misiones, orar por las misiones, colaborar con las misiones era cosa común y corriente, era lo normal en un grupo juvenil religioso. El gran salto misionero fue insertarlos en «la misión». Y se empezó en Honduras. En Honduras se daban una serie de circunstancias que resultaba el lugar ideal. Había una Diócesis, la de San Pedro de Sula, que tenía un Obispo paúl, Mons. Brufau. San Pedro de Sula era el centro de la Misión de los Paúles de la Prov. de Barcelona. Y allí mismo las Hijas de la Cari­dad mantenían una intensa actividad misional. Y se añadía además la sintonía de los PP. de Barcelona con la idea, punto decisivo éste, ya que las prevenciones, las dudas, el no divisar el camino claro, constituyó el principal obstáculo del inicio. Pero los PP. de Barce­lona, por su cuenta, habían organizado LAMVI, (Laicos Misione­ros Vicencianos) como una plataforma para enviar seglares a cola­borar en los trabajos de la misión, sin importar cual hubiera sido el camino eclesial y misionero del candidato, mientras reuniera las condiciones básicas. Y en 1985 sale la primera expedición misio­nera de JMV compuesta por 21 jóvenes, asistidos por el P. Juan Amengual, c.m. Desde ese momento, todos los arios, JVM conti­nuó saliendo para Honduras. Pero el horizonte se amplió.

  • En 1986 Santo Domingo.
  • En 1989 Méjico.
  • En 1991 Argentina.
  • En 1992 se fundó la misión permanente en El Alto, Bolivia.
  • En 1993 Puerto Rico.
  • En 1994 Cuba.

La dimensión misionera se afianza: se da un paso decisivo: se aceptan las misiones permanentes de JMV. Honduras, Bolivia y Mozambique son tres lugares de referencia y de trabajo apostó­lico. Pero esta dimensión misionera del JMV de España, es cono­cida por todos; no merece la pena abundar en ello.

Quisiera dar unos cuantos datos de otros países, tan solo para dejar claro que en todas partes, los jóvenes de nuestra familia se sienten identificados como misioneros.

Otros países van desarrollando esta dimensión, con experien­cias quizás menos vistosas y no tan sistemáticas, pero no menos meritorias que las de JMV de España, si se tiene en cuenta que estas experiencias de otros países son sostenidas económicamen­te por la propia Asociación:

Italia, lleva varios años enviando personal y ayuda económica a la Asociación Mariana de Eritrea. Llevan 2 veranos enviando gente (un grupo no mayor de 20 personas) a Albania, por un mes, para un campo de misión. Están apoyando el grupo de JMV en Reshen, que apenas tiene 3 arios.

Eslovaquia envía dinero a Haití, Siberia y Ucrania. Este ario, por ejemplo, han recogido 16.000 coronas para proyectos de «Lucha contra el Hambre» en estos países. JMV-Eslovaquia está encargada también de un pequeño grupo de jóvenes en la república Checa, al que atienden anualmente. Sueñan con enviar jóvenes para apoyar JMV en la nueva Provincia de San Cirilo y San Metodio en Bielorrusia.

Portugal ha tenido una comunidad permanente de 3 jóvenes para llevar a cabo el proyecto «Manos Abiertas-Mozambique» en la Parroquia de Chokwe, con el P. José Luís Fernández. Lamen­tablemente el proyecto ha tenido que detenerse por falta de recursos económicos, pero ha sido una experiencia muy nutriti­va para los jóvenes. Tienen la esperanza de reabrirlo y están soli­citando nuevos voluntarios y nuevas subvenciones.

Francia envía cada verano un pequeño grupo de jóvenes a Eslovaquia por un mes, para el campamento misionero.Argelia envía cada verano un grupo de jóvenes como volun­tarios por un mes a Lourdes, para el servicio de los enfermos.

Es solo una pequeña muestra, pero todos, y en todas partes, este carácter misionero lo llevan inculcado en su ser.

4. Dimensión misionera de Misevi

Misevi es el hermano pequeño de la Gran Familia Vicencia­na. Acaba de nacer, como quien dice; pero justamente ha nacido con una vocación misionera irrenunciable.

Misevi ha nacido para dar cabida a las ansias misioneras de los miembros de la familia vicenciana. Es una Asociación de «segunda pertenencia». Dicho de otro modo, no se entra a formar parte de Misevi si no se procede da alguna otra rama de la Fami­lia Vicenciana. Y esto es precisamente lo que resalta la condición misionera de Misevi.

Mucho tuvieron que ver en esta novel asociación, los Jóvenes de JMV. Llegó un día que dejaron de ser jóvenes, pero no quisie­ron dejar de ser misioneros. Si un integrante de AIC, de Confe­rencias, o de AMM, desean hacer una experiencia misional, Misevi coordina el camino para realizarla.

Y esta comunidad primera, a la que pertenece el futuro misio­nero, lo pone en contacto con la segunda, Misevi; y así, presen­tado, enviado, por la comunidad primera, entra en el caldo de cultivo de Misevi, para que sus aspiraciones puedan ser canali­zadas satisfactoriamente.

No hay muchas experiencias; aun están trazando el camino; aun están haciendo sus definiciones; aun están proyectado su andadura futura; pero con todo eso, y eso es precisamente lo que nos importa destacar, su voluntad y su deseo, es ser misioneros. Ellos han bebido en las corrientes genuinas de la Vocación Vicenciana.

Misevi tiene su partida de nacimiento el 5 de julio de 1997, el día en que el Superior General aprueba los Estatutos. Y su bau­tismo oficial fue el 7 de abril de 1999 al ser ratificados por la Santa Sede a petición del P. General.Ha habido ciertos momento de mayor inflexión en esta su corta historia. La Asamblea Internacional de Los Molinos, Madrid en 2001, en la que se concretiza su identidad y se mar­can las futuras líneas de acción. El Encuentro Internacional de Méjico en 2003, que abre sus brazos al mundo. La Asamblea del 2004 va escribiendo su historia y se escribe en clave misionera. «Abre tus ojos al mundo y tu corazón a la Misión» decía el cartel identificativo de la última Asamblea General del 2005 celebrada en el Bergeau, en el corazón palpitante de la cuna Vicenciana.

Tal vez el nacimiento y la existencia incipiente de Misevi corrobora más que ningún otro documento, la condición misio­nera de la Familia Vicenciana. A 400 años, la semilla sigue pro­duciendo frutos; y sus frutos son misioneros. A 400 años nace un brote nuevo, un renuevo y ese renuevo es misionero. ¡ ¡Significa­tivo!! ¿Verdad?

5. Las asociaciones seglares de adultos

Las asociaciones de adultos más numerosas de nuestra fami­lia, al tiempo que también son las más numerosas de la Iglesia, la AMM, la MC y Las Conferencias, tienen su peculiar modo de vivir el «envío misionero». Ellos no desplazan, no envían misio­neros a los países de misión, como hacen todos los demás. Ellos van y fundan; ellos van y organizan la asociación entre la misma gente y con los mismos nativos; ellos implantan la asociación, que es implantar la Iglesia, en los propios países de misión. Para ellos, hacer misión es integrar en el trabajo apostólico y social a los autóctonos de cada cultura. No encontramos personal envia­do desde la Oficina Central, o desde las Oficinas Nacionales, para que funden la asociación en tal o cual país. Y esta perspec­tiva necesitamos tenerla muy en cuanta, porque al visualizar el crecimiento de cada una de estas asociaciones, como se muestra en los anexos finales, estamos hablando de su peculiar respuesta a ese «envío misionero».Tienen similar recorrido. Crecieron a un ritmo arrollador. Es la respuesta que la Familia Vicenciana da a ese «actual reclamo para que los seglares asuman su propia voz en la Iglesia». Los seglares de la familia vicenciana lo han asumido, se han soltado de las riendas protectoras y de la dependencia clerical o congre­gacional para hacer su propio camino. Ellos han asumido bajo su propia responsabilidad, el ser los ejecutores de la fundación y del crecimiento de sí mismos.

En muchas cosas, la familia vicenciana fuimos los primeros, marcamos el camino a la Iglesia. Las Hijas de la Caridad fueron la primeras «religiosas» que abandonaron los conventos y salie­ron a las calles a servir a los pobres. Las Damas de la Caridad fueron las primeras seglares, y curiosamente mujeres, a quienes la Iglesia moderna le confía un papel de gran responsabilidad, responsabilidad diaconal: la atención de los enfermos y necesi­tados. Las Hijas de la Caridad fue la primera Comunidad «reli­giosa» femenina en ser enviadas a «misiones», concretamente a China. En este asumir responsabilidades propias y ser dueños de su propio destino, que hoy la voz de los seglares críticos recla­man para sí, ¡ ¡también!! Ellos llevan la iniciativa.

No cabe duda, tenemos, llevamos, en nuestros genes funda­cionales semillas transformadoras, semillas renovadoras. ¿Qué nos pasa que siempre vamos a remolque de todos los cambios y transformaciones? ¿No nos estaremos convirtiendo en el águila que vivió siempre entre gallinas y nunca se atrevió a remontar el vuelo a las alturas?

Ni que decir tiene que las Asociaciones laicales de la Familia Vicenciana responden entusiastas cuando hay peticiones de las tierras de misión, con su oración, su trabajo, su colaboración y con sus donaciones económicas. Que lo digan si no AMVE­-COVIDE. Que lo diga si no los propios misioneros que han acu­dido a los grupos particulares de cada una de las Asociaciones con proyectos para el desarrollo o la acción social o el apostolado. Que lo digan si no los «Hermanamientos» de los grupos de AIC, que actualmente están en funcionamiento entre Cuba y España o Mozambique y España. Y las ayudas que se están organizando entre Las Conferencias de los países del primer mundo con las Conferencias de los países del tercer mundo. La Familia Vicen­ciana lleva un chip misionero en la sangre.

3. Conclusión

Y si esto es así, como lo es ¿cuando será, digo yo, que nos decidamos a incluir en nuestra «tarjeta de identidad» este carác­ter misionero? ¿Cuando será que empecemos a presentarnos ante la comunidad eclesial como una Familia Misionera «ad gentes»?

Pero sobre todo ¿cuando empezaremos a actuar en conse­cuencia? Tal vez hoy lo necesitamos más que nunca. Cuando miramos a un futuro cercano, nos aterra ver que no hay vocacio­nes; no hay continuadores del carisma.

Esta nota entusiasta de misionerismo ¿no podía ser el revul­sivo que nos hace falta? Hoy día aún permanece en la sociedad, y incluso entre los ciudadanos que no van a misa, la admiración y la confianza en la labor misionera, ¿por qué no explotar ese filón? No es un añadido que nos pongamos, no es una nota ficti­cia que nos apropiemos, es una vena por la que corre sabia rege­neradora desde nuestros fundadores.

Los recursos los tenemos todos a la mano. Tenemos misiones y misioneros en todo el mundo y en todas las latitudes y cultu­ras. Tenemos información y testimonios de todos los continentes y naciones del mundo a los que echar mano para presentar a nuestros feligreses y colaboradores. Cada año vienen de vacaciones, muchos misioneros a los que podemos, y debemos, presen­tar y promocionar para que el fuego prenda. Deberíamos tomar contacto con cada uno de esos misioneros para que durante el año, con sus vidas, con sus noticias, con sus trabajos, mantengan vivo el entusiasmo y la llama que transforma el corazón del cris­tiano y ¡ ¡el nuestro!!¿Ya se nos olvidó el entusiasmo, el optimismo, la admiración que sentimos todos por las misiones, cuando ocupaban el centro de nuestros movimientos y nuestro trabajo pastoral? ¡ ¡Cierto que las cosas han cambiado!! Pero aún fascina el trabajo de los misioneros; aún la sociedad cree en la labor que ellos realizan; aún hay una brasa ardiendo que no está apagada y un rescoldo que podemos y debemos avivar. Quién quita que al mismo tiem­po avivemos el entusiasmo y la generosidad de los jóvenes que, si hoy están encandilados y deslumbrados por los atractivos de esta sociedad de consumo, tal vez es porque no les estamos ofre­ciendo una Iglesia ilusionada y entusiasmada en la que creer.

Se nos dijo: «sangre de mártires es semilla de cristianos». Hoy podemos afirmar: «la vida de los misioneros es semilla de vocaciones». ¿Hay alguien que se atreva a rebatir esta afirmación?

Ahora que tan escasos andamos de personal en nuestras comunidades y parroquias, ahora que casi todos somos más viejos, ¿se nos propone enviar misioneros? ¡ ¡Pues sí, ahora!! Recuerden el consejo del Sr. obispo al párroco de una barriada marginal. El cura en cuestión tenía una ropa de Iglesia lamen­table, unos objetos de culto impresentables y él mismo andaba con un sotana raída que daba pena…. —»Construya, sr. cura, cons­truya», le dijo el obispo—. Pero si no tengo dinero, ¿cómo voy a construir? La gente de la parroquia es muy pobre; a los organis­mos oficiales no les interesa, a nadie le preocupa ese barrio… —»Construya, Sr. cura, construya»—Y el cura se puso a construir. El resultado se hizo evidente, en muy poco tiempo se renova­ron los objetos del culto y las ropas de la Iglesia y la sotana del cura. «Desde vuestra pobreza, sed generosos».

Expansión de la Familia Vicenciana en el mundo

Datos recogidos por P. Corcuera c.m. en «Un hombre para nuestro mundo»

La Congregación de la Misión — Hijas de la Caridad

En vida de San Vicente

  • 1625 Francia
  • 1642 Italia (Monte Citorio)
  • 1645 Túnez, Irlanda, Escocia
  • 1648 Madagascar
  • 1651 Polonia

Después de la muerte de san Vicente

  • 1667 Argel
  • 1704 España
  • 1712 Isla Borbón (Mascareña)
  • 1739 Portugal
  • 1746 Bielorrusia
  • 1760 Austria
  • 1761 Hungría
  • 1782 Esmirna, Goa
  • 1783 Turquía, Grecia, Bulgaria
  • 1784 Líbano, Israel, Siria, Egipto
  • 1811 Brasil
  • 1815 Estados Unidos
  • 1833 Irlanda (2ª época)
  • 1837 Abisinia (Etiopía)
  • 1841 Persia, (Irán)
  • 1842 Argel (2ª época)
  • 1844 Méjico-China
  • 1846 Cuba
  • 1851 Alemania
  • 1852 Yugoslavia
  • 1853 Chile, Inglaterra, Austria (2vez)
  • 1858 Bélgica, Perú
  • 1859 Argentina, Escocia (2ª época)
  • 1862 Filipinas
  • 1863 Suiza
  • 1870 Colombia
  • 1871 Ecuador
  • 1877 Costa Rica
  • 1880 Paraguay, Holanda
  • 1884 Uruguay
  • 1886 Australia
  • 1896 Madagascar (2ª época)
  • 1898 San Salvador
  • 1816 Honduras
  • 1822 India
  • 1823 Indonesia
  • 1831 Venezuela
  • 1833 Bolivia
  • 1840 Mozambique
  • 1952 Formosa

Hijas de la Caridad

  • 1633 Francia
  • 1652 Polonia
  • Muere Santa Luisa
  • 1790 España
  • 1810 Suiza
  • 1830 Apariciones de La Milagrosa
  • 1833 Italia
  • 1838 Portugal
  • 1839 Turquía
  • 1841 Grecia
  • 1842 Argelia
  • 1843 Yugoeslavia
  • 1844 Egipto, Méjico
  • 1847 Gran Bretaña, Líbano, Siria, Cuba, Puerto Rico
  • 1848 China
  • 1849 Brasil
  • 1850 Austria, Estados Unidos
  • 1852 Alemania
  • 1853 Chile, Hungría
  • 1854 Bélgica
  • 1855 Irlanda
  • 1856 Persia (Irán)
  • 1857 Checoslovaquia
  • 1858 Perú
  • 1859 Argentina
  • 1860 Escocia, Isla Borbón
  • 1862 Filipinas, Guatemala
  • 1870 Ecuador, Uruguay, Salvador
  • 1875 Nicaragua, Panamá
  • 1878 Abisinia
  • 1879 Rumania
  • 1880 Paraguay
  • 1882 Colombia
  • 1883 Bolivia
  • 1886 Israel
  • 1887 Jordania, Madagascar
  • 1889 Albania
  • 1895 Túnez
  • 1896 Costa Rica
  • 1902 Países Bajos
  • 1904 Dinamarca
  • 1918 Marruecos
  • 1925 Zaire
  • 1926 Australia
  • 1928 Vietnan
  • 1931 Honduras, Indonesia
  • 1932 Japón
  • 1940 India
  • 1942 Mozambique
  • 1947 Canadá
  • 1950 Venezuela
  • 1952 Santo Domingo
  • 1959 Formosa
  • 1963 Nigeria
  • 1970 Camerún, Tailandia
  • 1971 Congo
  • 1972 Burundi
  • 1973 Haití
  • 1974 Rwanda
  • 1978 Nueva Zelanda, Corea
  • 1980 Islas Fidji

Sociedad de san Vicente de Paúl (Conferencias)

(Datos suministrados por la Secreta­ría Internacional de Conferencias).

  • 1833 Francia
  • 1842 Bélgica, Italia
  • 1844 Inglaterra, Irlanda, Méjico
  • 1845 Escocia, Alemania, USA, Argel
  • 1846 Turquía, Suiza, Canadá, Holanda
  • 1849 España, Austria
  • 1850 Malta
  • 1851 Palestina
  • 1853 Egipto
  • 1854 Luxemburgo, Chile, India, Australia
  • 1855 San Mauricio
  • 1856 Sur Africa
  • 1857 Colombia y Trinidad y Tobago
  • 1858 Cuba, Uruguay, Guyana
  • 1859 Portugal y Argentina
  • 1860 Gibraltar, Líbano, Filipinas
  • 1862 Bahamas
  • 1863 Siria, Chequia y Hong Kong
  • 1864 Ecuador, Argentina
  • 1867 Eslovaquia
  • 1869 Pakistán
  • 1872 Brasil
  • 1876 Mónaco, Eslovenia
  • 1877 Nueva Zelanda,
  • 1878 Haití
  • 1882 Polonia
  • 1883 Panamá, Perú, Singapur
  • 1885 Guatemala, Venezuela
  • 1888 Costa Rica
  • 1894 Paraguay
  • 1897 Nicaragua
  • 1904 Jamaica, Sri Lanka
  • 1905 Benin
  • 1908 Cabo Verde
  • 1910 Santa Lucia
  • 1913 Barbados
  • 1915 Republica Dominicana, Japón
  • 1920 Israel
  • 1923 Grenada
  • 1932 Kenya
  • 1933 Madagascar, Tanzania, Indonesia, Malasia
  • 1935 Mozambique
  • 1937 Angola
  • 1939 Sudán
  • 1942 Zaire
  • 1943 Guinea Bissau
  • 1947 Tailandia
  • 1950 Bolivia, Zambia
  • 1952 Costa de Marfil
  • 1955 Bangladesh, Fidji
  • 1956 Ghana
  • 1957 Jordania
  • 1958 Zimbabwe, Uganda
  • 1959 El Salvador
  • 1960 Ruanda, Nigeria, Bostwana
  • 1961 Camerún, Liberia
  • 1963 Taiwan, Islas Carolinas, Papúa
  • 1967 Rp. Centroafricana, Samoa
  • 1968 Gambia, Sierra Leona, Malawi
  • 1969 Swazilandia
  • 1972 Burundi
  • 1973 Dominica, Korea
  • 1974 Honduras, Burkina Faso
  • 1975 Etiopía
  • 1978 Islas Salomón
  • 1985 Bahrein
  • 1986 Republica del Congo
  • 1987 Namibia
  • 1988 Antigua
  • 1990 Rumania
  • 1991 Guinea, Vanuatu
  • 1992 Croacia, Hungría, Lesotho
  • 1993 Ucrania, Belice, Vietnan
  • 1996 Lituania, Senegal, Erytrea
  • 1999 Bosnia Herzegovina, Camboya
  • 2002 Mali
  • 2003 Serbia Montenegro
  • 2004 Arabia Saudita, Granadinas

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