(después de 1650)
Mi muy Honorable Padre:
Perdone mi demasiado violenta aprensión por la cosa que más he temido siempre en la persona de quien le he hablado. Las reflexiones que me hago con tal motivo (y que aumentan mi dolor) han sido causa de que no haya usted percibido el consuelo que Dios me da a través de su caridad si cree usted que ha habido intervención de la divina Providencia en mí vida, en nombre de Dios, amado Padre, no me abandone en esta necesidad, y si no, haga la caridad de darme a conocer el engaño en que me hallo para que no muera impenitente. He olvidado suplicarle humildemente, por amor de Dios, que celebre mañana la santa Misa por mi hijo y que haga usted lo que plazca a Dios inspirarle para ayudarle a salir de la gran aflicción en que me parece se encuentra, y que le daría a usted compasión si la viera como yo la veo. Hago todo lo que puedo por entrar en los pensamientos que me ha hecho usted el honor de señalarme.
He cenado mejor de lo que pensaba y quiero intentar dar a Dios lo que me pide en esta ocasión, cosa que espero llegar a conocer gracias a las advertencias que su caridad me haga y de las que tanta necesidad tengo, así como de ser, en la medida en que Dios lo quiere, señor, su muy agradecida hija y humilde servidora.
C. 730 Rc 2 It 25. Carta autógrafa