Muy Honorable Padre:
Sor Maturina2 no se ha marchado; lo hará en los primeros días de la semana próxima. Manifestaba deseos de hacer un poco de retiro y de confesarse, y le alegraría mucho si fuese con su caridad en caso de que no resultase un estorbo para sus grandes asuntos el que ella tomara su tiempo. Sírvase su caridad dar contestación sobre esto.
Le envío la carta que recibí ayer de la Reina de Polonia y mi contestación, que su caridad retendrá si juzga que no hay que enviarla o, en caso contrario, me la devolverá para ponerla en limpio.
Igualmente una carta de Sor Carcireux3, que le dará noticias de sus Misioneros4 que marcharon a Narbona.
Le envío, mi muy Honorable Padre, el papel de que he hablado a su caridad, habla de los medios espirituales para perfeccionar el establecimiento de la Compañía de las Hijas de la Caridad, y le ruego que nadie lo vea, por miedo a que hagan mofa de ello. Mi pobre corazón tendría gran necesidad de que su caridad pudiese ver la debilidad en que se encuentra con relación a la pérdida de una carta como ésta, recién escrita. Su caridad vería la necesidad que tengo, mayor que nunca, de advertencias y corrección, para poder decirme con verdad, mi Muy Honorable Padre, su muy humilde y obediente hija y servidora.
P.D. Nuestras dos Hermanas de Hennebont han llegado. ¡Gracias sean dadas a Dios!