Hoy, 27 [de febrero de 1659]1
Mi muy Honorable Padre:
Pensaba consolar a nuestra Sor Juana Lepintre2 diciéndole que no me parecía que su mal tuviese tanta importancia, pero no he sabido hacerme comprender.
No puedo saber en qué lugar se halla ese Hospital de Recluidos, pero suplico a su caridad recuerde que no tiene por conveniente mandar a una Hermana sola y que, además, sabe bien que no tenemos, aparte de que probablemente nos las pedirán para San Eustaquio3, puesto que las servidoras de sus pobres se han marchado de allí, aunque hay alguna oposición a ello. Déme, por favor, su santa bendición, como a quien es su muy obediente hija y muy humilde servidora, mi muy Honorable Padre…